Capítulo 12: el dolor se vende en
frascos de cristal (1ª parte)
Tenten se contempló en el espejo de cuerpo entero del
vestidor, pero no vio ni su reflejo ni el kimono color cereza y cobre que
pretendía llevar para las reuniones con el consejo. Todo lo que podía ver era
la sonrisa irónica de su marido, un hombre realmente infame, que utilizaba todo
tipo de trucos y trampas en los que, como bien había dicho, ella siempre caía.
Tendría que vigilar mejor sus pasos en el futuro, pues, aunque solía cuidar
bien de sí misma, él era bueno engañándola.
También era bueno en otras cosas. Se llevó los dedos a la
boca, sintiendo la deliciosa calidez de su beso una y otra vez, aunque recordó
que besaba bien porque había practicado mucho. Sin embargo, ese recuerdo
verdadero y doloroso no le ayudó; tan sólo la hizo sentirse más incapaz y
herida.
¿Qué había ocurrido el día anterior? Cerró los ojos,
pensando en esos momentos robados en el museo, y supo la respuesta. Había
perdido la cabeza, como si fuera aquella jovencita inocente de hacía siete
años.
Había pasado mucho tiempo desde que Neji la había tocado de
aquella manera, pero el tiempo no había transformado su respuesta. Los años no
habían afianzado suficientemente su orgullo como para eliminar la excitación
que le producían sus manos y su boca.
Se rodeó el cuerpo con los brazos y abrió los ojos. Mirando
su imagen en el espejo, observó toda la confusión y la lástima que le devolvía,
y no entendió ni su mente ni su propio corazón. ¿Qué era lo que estaba haciendo
mal? El orgullo la había conservado a pesar de su corazón roto, la había mantenido
con la cabeza bien alta cuando había tenido que enfrentarse a otras mujeres, la
había ayudado a fingir ante él y el mundo que no le importaba lo que hiciera,
había podido encontrar satisfacción en su trabajo y en las buenas amistades (es
decir; en las pocas que tenía).
¿Dónde había quedado ese orgullo el día anterior?
Volvería a hacerle daño si ella se lo permitía, volvería a
hacerlo. Los trucos de llevarla por corredores vacíos y robarle besos podían
resultar poco dolorosos, pero sabía que podía mentir con el corazón, mirándola
a los ojos, sobre las cosas que más importaban, y ella siempre quería creerlo.
Eso es lo que la asustaba, lo fácil que era creerlo.
“¿Me amas?”
“Si, te adoro.”
Alguien corriendo por el pasillo interrumpió sus pensamientos,
Lila entró en el vestidor con un vestido rosa y diversos rollos en azul
apagado. El rosa era un color que Tenten nunca se pondría pero que siempre
había favorecido increíblemente a su prima. Le daba un rubor natural en las
mejillas y hacía parecer su piel mucho más delicada de lo que ya de por sí era.
Viéndola así cualquiera diría que el tiempo no había pasado, que aún podían
jugar a probarse vestiditos con las muñecas y correr por los pasillos mientras
nuestra niñera de turno se dejaba la voz berreando tras nuestra mientras
gritaba “¡sus majestades, compórtense!”….pero el tiempo sí pasaba. La vida no
siempre nos trata como merecemos, sino que me lo digan a mí, pero eso es algo
que escapa a nuestro control. Ya tan solo puedo seguir adelante vigilando los errores
pasados, no me queda otra.
Después de dejar los rollos sobre la primera superficie
plana que atisbó, Lila se giró en mi dirección.
¿y bien? –Preguntó,
alisando las capas de su vestido- ¿Qué opinas?
“Creo que estoy
perdiendo la cabeza.”
Con un esfuerzo, Tenten apartó de su mente la visita al
museo de la tarde anterior. No importaba perder la cabeza mientras no dejara
que le robase el corazón. Se volvió hacia su prima, aliviada por la
distracción, y sonrió.
- Creo que estás adorable como siempre.
-¿Sólo adorable? –Lila
hizo un mohín riendo,-¿No querrías decir magnífica?
-Está bien, está
bien; estás grandiosa, fabulosa, estupenda, extraordinaria...¿sigo agrandando
tu ego o me dejarás tomar aire para respirar?
-Mucho mejor. Me
conformaré por el momento, ya te pediré que lo repitas la noche de la fiesta. Y
ahora… ¿qué me dices del vestido?
Y ahí fue cuando la
princesa no pudo evitar devolverle la sonrisa.
-Eres un peligro, ¿lo sabías? ¿Gaara conoce esa faceta tan
egocéntrica tuya?
-¿Por qué te crees que le gusto?
-¿Cómo no se me ocurrió antes? Desde luego no será por esa
cosa rara que llevas en el pelo.
-Ja,ja muy graciosa, pues para que lo sepas, se tarda más de
tres horas para hacer este recogido y es la última moda.
-Será la última moda pero te tapa media cara, si quieres
llevar un recogido que te hagan uno mucho más simple. Hazme caso.
Lila se miró en el mismo espejo que Tenten observaba minutos
antes de que su prima apareciese, Lila era casi diez centímetros más baja que
ella, lo contrario a cuando eran niñas, ¿irónico, eh? Pero ahora que caía, ¿no
había mencionado algo de una fiesta?
-Puede que tengas razón, pero entonces tendré que llevar una
diadema….y ya sabes que siempre pierdo los adornos….-resopló y dio un paso
hacia atrás recogiendo de una mesa los pequeños rollos de tela que antes
llevaba consigo- tienes una suerte Tenten, a ti te quedan bien todos los
peinados.
Aquellos momentos
apasionados en el museo volvieron a pasar por su mente y Tenten recordó con
soberana claridad cómo su marido le quitaba los pasadores del cabello y jugaba
con él. Sintió que sus mejillas ardían con el mortificante recuerdo. No estaba
segura de querer que todos los peinados le sentasen bien, no quería que nada le
sentase bien, era demasiado peligroso. El único peinado que a Neji no le
gustaba especialmente era verla con moñitos, por eso casi siempre los llevaba.
-Antes hablabas de una fiesta….
-¡Ah, sí!, a Naruto también le llegó la invitación para el
cumpleaños de Ino; y como puede llevar a alguien más, lo convencí para que me
dejase acompañarlo.
-¿Dejar acompañarlo? Mejor dime con qué lo chantajeaste.
- ¿Yo? ¿Me crees capaz de ello?
-Si- dijo sin dudar.
-Vaaaale, pero no lo chantajeé, lo soborné que es muy
distinto.
-No me digas más ¡ramen!
-Vaya vaya, así que por lo visto tú también lo sobornas ¿eh?
-No estábamos hablando de eso.
-¿Ah, no?-dijo Lila
con una mirada totalmente inocente.
-No. La fiesta
-¡Ah, si…la fiesta! ¿Te he contado que mi hermana va a
venir?
-¿Tintin? ¿Cuándo?
Tintin y ella tenían la misma edad, 24 primaveras, pero era
la persona con más carácter que conocía, y la que decía más sátiras también. Si
Tintin se dejaba ver por la fiesta de la Yamanaka, sin duda no podía ser
aburrida, ya se encargaría su prima de ello.
Bueno, bueno, puede
que después de todo, el cumpleaños de Ino no fuese un evento tan molesto como
en un principio…las cosas comenzaban a animarse.
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