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martes, 22 de noviembre de 2011

One-shot (NejiTen): Un frasquito de colonia


Contigo:
La tensión se palpaba en el aire, el silencio se antojaba repleto de palabras.

La suite del Montblanc era perfecta. Lo mismo que la cama de finas sábanas, los pétalos en el cuenco de la mesilla de noche o las velas flotantes en un charco en la encimera del recibidor, se respiraba sensualidad, y la pareja estaba decidida.

-¿Una copa?- preguntó él, sosteniendo un vaso torcido, lo mismo que su corbata y sus gafas, aunque éste no parecía darse cuenta.

-No, gracias.

La verdad es que llevaba todo el día a nervio vivo, y ahora que estaban a solas, lejos del gentío y bullicio de la fiesta, sólo le rondaba un pensamiento, cómo se desvestirían. Cuán rápido o cuán lento. La expectativa la mataba.

Pero entonces él le sonrió, su esmoquin negro una perla oscura resaltando como una bella canica en un mar de blancas cortinas titilantes. La brisa veraniega que azotaba la estancia a veces hacía bailar los cortinajes en torno a su silueta, engulléndolo.

Devolvió la copa a la mesa, se apoyó en ella, cruzó los brazos a la espera.

¿Esa era una señal? ¿Debía ir ella a él? Lo observó más concienzudamente en busca de pistas.

Era alto, mucho más que cualquiera de los hombres con los que tuvo una relación, corta o larga. Su cabello, un sueño. Fue lo primero que le llamó la atención sobre él, lo brillante y cuidado que lo tenía y lo decadente que lo volvía. Pero no podría decirse que era un hombre vulgar, en absoluto.

Estaba tenso, indicador de que él tampoco sabía cómo proceder. Tenten dejó su bolso en la silla y se irguió. Dio 6 pasos en su dirección. Su corazón acelerándose, su mente serena.

Neji le tendió la mano, queriendo acercarla a él. Se miraron a los ojos y éste suspiró.

-¿No sabes lo que me haces, verdad? Si pudieras verte de la forma en que yo lo hago….

Ella lo calló con un beso, que empezó fuerte, pero que fue volviéndose cada vez más suave, amoroso. Se deshizo de su recogido, él la ayudó. Fue a por la cremallera del vestido, y él la ayudó. Quiso desabrocharse los zapatos de tacón, él la ayudó. Después él fue a por los guantes, ella lo impidió.

Tenten rozó sus rodillas contra las de él, resbalando hacia el interior de las ingles del hombre. Estaba duro, como sabía que lo encontraría. De hecho, mucho antes de cruzar aquella puerta ya lo estaba, pero fingió no verlo.

Neji no pudo resistir aquella dulce tortura, la asió de los glúteos y la llevó consigo hacia la cama, al mirar hacia atrás, las cortinas los engulleron.



Tenten era preciosa, y en este momento, en este instante, Neji lo sentía aún más. Su figura voluptuosa se alzaba sobre él, se había dejado las medias hasta medio muslo puestas, y el roce contra su ahora sensitiva piel desnuda lo ponía caliente. Su ondulado cabello castaño le rozaba el pecho, había tenido sus dudas al hacerse la depilación láser en piernas y pecho, pero era nadador y ya estaba harto de vérselas con la cera. Y aunque le costó un riñón, volvería a hacérsela solo por la mirada de apreciación femenina que le prodigó. Estaba para comérsela y por la forma en que tenía ella de sonreírle, lo sabía.

-Dímelo- demandó ella, acariciándose, acariciándolo. El terciopelo de sus dedos acechándolo.

-Te necesito.

-No, lo otro.

Él le pellizcó un pecho y el gemido y balanceo involuntario que provocó en ella hicieron que sus cuerpos encajaran. Se sentó y la acercó a su pecho. De algún lugar llovieron pétalos, que en círculo los rodearon.

Tenten se movía con la agilidad de una náyade, precisa y mortal. Le retiró el pelo que volaba hacia su rostro a puñados, con mimo. Fue inevitable, la besó: en los labios y por todas partes. Sabía que le estaba haciendo el amor a una mujer, no follándosela, y con ella por primera vez aprendió la diferencia.

-Neji…-lo tiró en el lecho y enlazando sus manos con las suyas, se movió con más apremio.

-Te quiero. –murmuró él. Ella paró un segundo, se pegó más a él y cerca de su oído contestó:

-yo también. Mi Neji. Yo también.

La mañana siguiente amaneció tranquila, sin sonidos de pájaros para resquebrajar el día, sin sonidos de tráfico para llenarlos de estrés, solo la silenciosa paz. Y montañas fértiles en el horizonte.

Se vistieron con pereza pero, tan rápido como vinieron, cogieron sus maletas y desaparecieron. Grabaron a fuego esa noche, sabiendo que sería irrepetible. A fin de cuentas, uno no tiene una noche de bodas todos los días…

-¿A dónde? –le preguntó él.

-A donde tú vayas.

Fin.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Mini actua:

martes, 1 de noviembre de 2011

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