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viernes, 24 de julio de 2015

Cap. 12 (2ª parte); Redecoración:

Neji sabía que para seducir a la propia esposa era necesario tomar medidas desesperadas. También sabía que estaba obligado a aguantar un cierto sufrimiento.
Se alejó de la residencia Uzumaki durante unos días, diciéndose a sí mismo que esa ausencia podría hacer que ella lo echase de menos, pero la verdad era que necesitaba tiempo para conseguir contener su propio deseo. Los recuerdos del museo, del sabor de la boca de Tenten y la sensación suave y deliciosa de tenerla en sus brazos invadieron su sueño durante las tres noches que se mantuvo alejado, y dominaron sus pensamientos durante tres días. No obstante, era un sufrimiento muy dulce.

La tarde del sábado decidió que ya tenía suficiente control como para volver a verla, pero esta vez dudó de que fuera capaz de robarle unos cuantos besos en una esquina sombría. Hoy, su destino sería aguantar un tipo diferente de tortura. Intentaría llevar a Tenten de compras.

La sugerencia de que redecorara la casa que ambos compartieron durante los primeros días de su matrimonio no había sido recibida con el entusiasmo que él esperaba pero, si ella comenzaba a elegir cosas para la casa, podría empezar a sentirse parte de la misma, y eso podría ayudar a su causa. Él también sabía lo mucho que le gustaba ir de compras a su mujer.

Cuando esa tarde el Hyuga fue a buscar a Tenten, sugirió una vez más la idea de ir de compras al centro, pero de nuevo no encontró ningún entusiasmo por su parte.

Tenten: No quiero ir -dijo mientras se sentaba en un pequeño sillón en la salita de su casa- No me encuentro bien.

Neji: ¿Te ha dicho alguien alguna vez lo mal que mientes? Ponte una bufanda, coge tus guantes, una chaqueta y vamos.

Tenten: Te he dicho que no quiero redecorar tu casa.

Neji: También es tuya, compartimos nuestros bienes cuando nos casamos, ¿recuerdas? Con todos mis bienes terrenales, yo te bendigo, y todo eso.

Ella se cruzó de brazos: ¿por qué no llevas a Matsuri Sato de comparas? Le encanta ir al centro y adora gastar el dinero de su marido.

El ojiperla la examinó y supo que estaba echándole su relación con Matsuri en cara para que se fuera.

Supuso que podría hablarle de Matsuri, pero empezar con ese tema era como abrir un nido de serpientes y, sin duda, saldría escaldado. Podía contarle que tan sólo fue un amor vacío, para colmar sus necesidades físicas y nada más, pero dudaba de que eso supusiera alguna diferencia para ella. Hablar tan sólo empeoraría las cosas. Sin duda, terminarían peleándose y, ¿qué bien podría haber en volver a abrir esa herida? Su romance con la Sato había tenido lugar hacía cinco años. El futuro era lo único que importaba. Además, ningún hombre en sus cabales se tira de cabeza a un nido de serpientes.

Neji: ¿Prefieres caminar o que cojamos prestada la carroza de tu hermano? -preguntó suavemente.

Ella profirió un sonido de impaciencia, se levantó y caminó hacia la chimenea.

Tenten: Ya te he dicho que no quiero ir de tiendas -espetó por encima del hombro.

Neji: Tenten, te encanta ir de tiendas y sabes lo mucho que lo odio yo. Pensé que darías saltos de alegría ante la oportunidad de torturarme probando todos los cojines de las sillas y viendo alfombras importadas. Por no mencionar las joyerías, donde puedes convencerme para gastar una suma indecente de dinero por una gargantilla de rubíes y diamantes perfectamente inútil para enseñar a tus amigas.

Tenten: No necesito ninguna joya tuya. –dijo fríamente- Y, en cuanto a lo demás, ya te dije antes que no quiero gastar mi dinero en tu casa.

Ella estaba decidida a pelear ese día, pero él estaba igualmente decidido a que eso no ocurriera.

Neji: Si no quieres ir de compras, entonces haremos otra cosa. -pensó por un momento y preguntó- ¿Qué tal si llamamos a todos nuestros amigos? Eso sí que sería divertido. Podemos sentarnos en sus salones y hacer manitas como amantes. Las parejas casadas nunca se cogen de la mano, sobre todo nosotros. Para ellos sería un escándalo.

Tenten: No voy a llamar a nadie para hacer manitas contigo.

Neji: ¡Oh, muy bien, si vas a ser tan poco romántica! - compuso una sonrisa sarcástica- Podemos regresar al museo de tu hermano, he oído que hay unas deliciosas pinturas que han traído de alguna parte y que nadie, salvo los anticuarios, pueden ver. Tú eres la hermana de Naruto, así que podemos echarles un vistazo, ¿no?

Ella se volvió de nuevo.

Tenten: No lo creo.

Neji: Creo que son bastante eróticos -continuó él, y se dio cuenta de que su mujer se estaba poniendo colorada. Comenzó a reírse y se puso frente a ella, bajando la cabeza para mirarla directamente a la cara- ¡Pero bueno, Tenten, ya las has visto!, ¿no? ¿Conseguiste echarles un vistazo cuando tu hermano no miraba?

Tenten: No digas estupideces. -sus mejillas enrojecieron aún más y él supo que tenía razón. La idea de Tenten paseando por el museo Uzumaki para ver unas pinturas eróticas hizo que sus esperanzas fueran aún mayores.

Neji: La curiosidad saca lo mejor de ti -susurró él- Me hubiera gustado verlos el día que estuvimos allí. ¿Cómo son? ¿Están muy dañadas?, venga, Tenten -dijo impaciente ante su silencio- Puedes describírmelos, después de todo, soy tu marido.

Ella permaneció en silencio, enrojeciendo con furia, y él supo que aquellos frescos debían de ser bastante eróticos. No era extraño que hubiera tanta gente allí metida.

El ojiperla miró el cuerpo de su esposa y empezó a imaginarse diversas escenas carnales, por lo que perdió cualquier tipo de interés por llevársela de tiendas.

Neji: ¿Sabes? Cuanto más lo pienso más me gusta la idea de volver al museo. Probablemente no haya nada en esas pinturas que nosotros no hayamos hecho nunca. De hecho, si la sala en la que están tuviera algún tipo de cerrojo, podríamos probar algunas…

Tenten: ¡Vale! -gritó ella, empujándolo mientras se levantaba del sillón, como intentando detener sus palabras- iremos al centro. ¡Por Dios!

Dio media vuelta y salió de la salita, con el kimono de seda amarillo pálido y los dobladillos en encaje de oro, con un aura que emanaba irritación y el campaneo de su pasador de cabello tintineando a cada paso.

Neji: Pero yo he cambiado de idea -repuso él, riéndose mientras le daba alcance- Quiero volver al museo contigo y contemplar esas extrañas pinturas.

Tenten: ¡Ni hablar! -gritó por encima del hombro mientras abandonaba la habitación. Volvió unos minutos después, con sus manos enguantadas y una bufanda azul, color púrpura y narcisos amarillos. Se detuvo en el umbral y dijo- Bien, vayámonos entonces -y desapareció hacia la escalera sin esperarlo.

Puesto que ella no había expresado ninguna preferencia y hacía tan buen día, sugirió que caminaran. Ella estuvo de acuerdo pero, cuando él le ofreció su brazo, lo rehusó y caminaron hacia el centro uno junto al otro sin tocarse. Kyrian y Ketaro los seguían a una distancia discreta, dispuestos para portar paquetes si fuera necesario.

Cuando giraron hacia las callejuelas que daban al núcleo de la villa, Tenten se detuvo y él estuvo a punto de chocar con ella.

Tenten: ¿Qué quieres comprar? –preguntó

Neji: No tengo ni idea. Es tu territorio, no el mío. Las únicas tiendas que frecuento son la zapatería y las librerías. Ocasionalmente voy a mi peluque…-hizo un gesto grandilocuente hacia la calle- Guíame tú.

Ella miró a su alrededor, pensando un momento.

Tenten: quizá “Psyko” sea un buen sitio para empezar.

Neji: ¿Psyko?

Tenten: Telas, he oído que tienen unos nuevos terciopelos muy bonitos, y necesitas varias cortinas para algunas habitaciones. Las que tienes están un poco raídas. -se tocó el labio con uno de sus dedos enguantados, pensando- Aunque quizá quieras pintar primero alguna de las habitaciones. Tendremos que ver.

Un recuerdo le vino a la mente y el Hyuga se echó a reír repentinamente.

Neji: ¿Recuerdas cuando comenzaste a redecorar nuestra casa? -le preguntó mientras caminaban- Pintaste el dormitorio de ese rojo oscuro que luego odiabas. A mí me gustaba y quería dejarlo así. Tuvimos una buena pelea por ello.

Tenten: Y ganaste tú -contestó ella, deteniéndose ante la tienda de telas, esperando a que él abriera la puerta- solías hacerlo entonces -añadió por encima del hombro, mientras cruzaba el umbral- te enfadabas siempre que te llevaba la contraria.

Él la siguió al interior de la tienda abarrotada.

Neji: No sé -murmuró a su lado- Preferiría tener una conversación agradable contigo viendo cosas, aunque claro que lo recuerdo, tan sólo me costaba unos cuantos besos convencerte. Eso era lo divertido.

Tenten: ¡Desearía que dejaras de decir cosas de ese tipo!

Volvió a ponerse colorada, haciéndolo reír mientras la seguía por el largo mostrador donde reposaban las pilas de terciopelo; sin duda, los colores de moda de la temporada. Él se irguió ligeramente tras ella, mirando las telas por encima de su hombro.

Neji: ¿Por qué te enfadas cuando menciono cómo solía besarte y convencerte? -interrogó en voz baja, para que las señoras de alrededor no lo pudieran oír.

Ella lo miró con exasperación.

Tenten: ¿Vas a estar siguiéndome todo el tiempo como una sombra? -le preguntó, y se apartó unos pasos de él.

Neji: Veo que no vas a contestar -rodeó el mostrador colocándose frente a ella- ¿Sabes que hoy pinchas más que un erizo?

Tenten: Tengo cuatro buenas razones -le espetó en un susurro- No, cinco, si contamos a Matsuri.

Él no respondió, en cambio, alzó una pieza de terciopelo verde musgo, sabiendo que a ella le gustaba ese color.

Neji: ¿Qué tal ésta?

La princesa lo observó y ladeó la cabeza.

Tenten: Estaría bien en la biblioteca, con las paredes de color amarillo mantequilla y los libros de cuero, quedaría muy atractiva. ¿No crees?

Neji: ¿Entonces, te gusta?

Miró los tejidos extendidos sobre el mostrador.

Tenten: No importa si a mí me gusta.

Neji: Me importa a mí, Tenten.

Ella no contestó, permaneció de pie con el corazón en un puño, manoseando el terciopelo entre sus dedos enguantados.

Neji: ¿Te gusta? –repitió

Ella se balanceó de un pie a otro, suspiró y lo miró.

Tenten: Sí, me gusta. ¿De acuerdo?

Una pequeña concesión. Pero él la aceptó. Sonrió.

Neji: Sabía que te gustaría, por eso la escogí.

Tenten: ¿Cómo sabías que me gustaría?

Neji: Te gusta el verde, lo recuerdo bastante bien. Un punto para mí, ¿no crees?

Tenten: No necesitas estar tan complacido contigo mismo.

Luego su esposa se sumió en el silencio, roto tan sólo por alguna pregunta ocasional en cuanto a su opinión sobre algunos tejidos.

Siguieron por el mostrador y ella continuó hablando de esa forma tan impersonal, como si él la hubiera contratado para decorar su casa. Él quería una sonrisa, una risa, un beso. Maldita sea, quería complacerla.

De pronto, atisbo una pieza de tela de un color que ella odiaba, lo que le dio una idea y cogió la pieza de terciopelo.

Neji: He cambiado de parecer sobre el verde de la biblioteca. Quiero éste.

Tenten levantó la mirada y observó el tejido en sus manos, después lo miró a él.

Neji: ¿Qué?

El ojiperla trató de aparentar seriedad.

Neji: Sí, esta tela me gusta mucho más que la verde.

Tenten: Es naranja –pronunció, horrorizada.

Él la miró, pretendiendo pensar en el problema, y después volvió a mirarla a ella, con toda su inocencia.

Neji: Me gusta el naranja. ¿Qué tiene de malo el naranja?

Tenten: Lo odio, ¡es un color chillón, horrible!

Neji. Pero, Tenten, a mí me gusta.

La expresión de su mujer era un poema.

Tenten: ¡Nuestra biblioteca no va a ser naranja de ninguna manera!

Neji: ¡Al fin! -exclamó, agitando la tela en el aire, ganándose las miradas de las mujeres que lo rodeaban y una mirada de reproche de ella- Al fin una victoria.

Tenten dirigió una mirada incómoda a su alrededor.

Tenten: ¿De qué estás hablando?

Él sonrió y habría maldecido si todas las cotillas jamás conocidas no hubieran estado en la tienda.

Neji: La has llamado “nuestra biblioteca”

Ella alzó la barbilla y miró a ambos lados.

Tenten: No

Neji: Sí, y ya no puedes retirarlo.

Ella volvió a dirigirle la mirada.

Tenten: Eso era una trampa, Hyuga -se quejó, acusándolo- en realidad no te gusta ese naranja, ¿verdad?

Neji: claro que no, solo a un ciego le gustaría. Pero eso no cambia el hecho de que hayas dicho “nuestra biblioteca”. ¿Sabes lo que eso significa? -le dirigió una mirada triunfal- He ganado un punto.

Tenten: ¿Un punto? ¿De qué estás hablando?

Neji: Si consigo puntos suficientes, gano.

Tenten: Puntos, ¿ya estamos con otro jueguecito?

A pesar de todos sus esfuerzos, una pequeña sonrisa apareció en su boca.

Tenten: Así que, ¿en este juego también me toca ser premio y contrincante?

Neji: Parece que sí. ¿Cuántos puntos crees que necesito para ganar?

Ella profirió un sonido que bien podía ser una risa, pero se tapó la boca con la mano, suavizándola. Tras un segundo o dos, bajó la mano y una vez más comenzó a mirar las telas sobre el mostrador.

Neji: ¿Cuántos, Tenten?

Tenten: Miles y miles.

Neji: No tantos, dame un número.

Tenten: Bien -se detuvo por un instante y dijo- Dieciocho mil setecientos cuarenta y dos.

Neji: Me lo estás poniendo demasiado fácil y eso significa, por supuesto, que tengo otro punto más.

Eso hizo que ella volviera a alzar la mirada.

Tenten: ¿Por qué?

Neji: Si realmente me odias tanto como dices, me hubieras dicho que necesito al menos un millón de puntos. ¿Ves cómo funciona el juego?

Tenten: ¡Eres tan insufrible! -sostuvo una pieza de tela de color beige, con hojas doradas bordadas en ella.

Tenten: ¿Qué piensas de ésta para el cuarto que da al jardín?

Neji: ¿Y esta otra? -tomó una muestra color fucsia intenso y, aunque una vez más intentó parecer serio, no lo consiguió.

Ella sonrió, esta vez de verdad.

Tenten: ¿fucsia, Neji? está claro que no para la sala el jardín, pero sería un color perfecto para tu dormitorio.

Dejó la muestra y se inclinó sobre el mostrador, acercándose más a ella.

Neji: ¿Eso hará que entres en él? -preguntó en voz baja.

Ella no dudó ni un instante: No

Neji: Entonces no importa. Pretendía hacer un sacrificio, pero sería en vano. En vista de ello, sólo queda una propuesta útil para un terciopelo de ese color.

Tenten: ¿Qué propuesta?

Neji: Un abrigo para mi amigo Lee.

Esta vez, ella sí se rió y dejó que su espíritu se liberara por un momento. El recuero de un pelinegro con un peinado estilo tazón de desayuno, con ropa verde ajustada, sonrisa cegadora y una chaqueta fucsia pudo con ella…la risa salía a raudales sin poder hacer nada por evitarlo.

Neji: ¿te he contado la última rima que hice con Shino sobre su última novia?

Tenten: No, ni quiero saberla. –dijo intentando recuperar algo la compostura.

Neji miró a su alrededor para asegurarse de que nadie podía oírlos y, nuevamente, se inclinó sobre el mostrador. En un murmullo apenas perceptible dijo: “Hubo una vez una vez una mujer a la que le gustaban las mayas…pero al parecer nunca atinaba a quitarlas”

Tenten se rió, olvidando por un momento que se suponía que lo odiaba.

Tenten: Es una de las rimas más feas que he oído jamás -dijo riéndose todavía.
Se rieron juntos.

Neji: Lo sé, pero al menos he ganado diez puntos.

Tenten: ¿Diez?, te daré dos. Es tan horrible que no merece mucho más.

Neji: claro que es horrible, piensa en el tema. Además, ¿has intentado alguna vez algo que rime con mayas? Es muy difícil y, tras verme obligado a soportar dejarme ver con Lee con las pintas que éste siempre lleva…es más de lo que cualquier hombre podría haber soportado (en aras de la amistad) además…tu no conociste a su novia…esa repelente hiperactica y lasciva mujer…cada vez que lo pienso me da un no se que –se estremeció- En cualquier caso, la rima sí era precisa.

Tenten: Precisa, ¿por qué?

Neji: Cuando estoy cerca de ella, siempre tengo esa sensación ofuscada, casi enfermiza, como si tuviera que escuchar a alguien cuya mente está absolutamente vacía de materia gris. Lo único que parece interesarle es tocar lo que se esconde bajo las mayas de mi amigo.

Ella volvió a reírse mientras él la miraba, el brillo dorado de su cabello y su sonrisa radiante, conteniendo la respiración. Siete años podían haberlos cambiado a los dos, pero había una cosa que seguía siendo la misma. Cuando Tenten reía, era como si saliera el sol. Sabía que iba a necesitar más rimas.

De pronto, su risa se apagó y su cara radiante se veló. El sol se ocultó tras una nube y fue como si un viento seco hubiera entrado en la tienda. Él se volvió para mirar qué era lo que había producido esa terrible mirada de su rostro.

Una bella mujer de pelo castaño con un gorro de lana color cereza estaba inclinada sobre el mostrador en el centro de la sala, mirando las piezas de tejido y sonriendo mientras hablaba con las mujeres que la rodeaban. Ella alzó la mirada y captó la de él. Cuando le hizo un gesto de reconocimiento, su rostro esbozó una fugaz mueca de ternura. Neji hizo una inclinación a modo de respuesta y ella miró hacia otro lado.
Era su ex amante, la misma que estuvo en los palcos del segundo piso el día que estuvieron en el teatro clandestino.

Hacía mucho tiempo que no veía a Sadako, pensó, casi dos años al menos, quizá más. Tenía buen aspecto, y eso estaba bien. Sadako siempre había sido una mujer cálida y amable.

Neji observó cómo pasaba a su lado y se volvió justo a tiempo para ver a Tenten saliendo por la puerta de la tienda. Sintió una sensación de hundimiento en las entrañas, temiendo que todos los progresos que había conseguido seduciendo a su mujer hubieran quedado reducidos a cenizas.

Continuará………….