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martes, 13 de diciembre de 2011

Fanfic NejiTen: Orilla de Lágrimas

Capítulo 8: De picnic [1ª parte]

El martes, Tenten rezó para que lloviera.

Puesto que Neji había dicho que irían de picnic, esperaba que empeorara el tiempo. Sin embargo, Kami parecía ser tan indiferente a sus deseos como su propio marido, pues el día amaneció despejado y radiante; una tarde cálida y agradable de otoño. Era el día perfecto para un picnic.

El hecho de tener que hacer ese tipo de salidas con él le desagradaba profundamente. Los picnics habían sido una de sus actividades favoritas años atrás, y había demasiados recuerdos relacionados con ellos, recuerdos de cuando su vida juntos era tan feliz. Nunca había vuelto a ir de picnic pero, cuando él le dijo dónde planeaba que fueran, su rechazo a la excursión se multiplicó por diez.

Se quedó helada. Empezó a retorcer con fuerza el mango de su pequeña y plegada sombrilla con ambas manos. Miró a su marido, horrorizada.

-¿Dónde?

Él se echó a reír, con una alegría inexplicable para ella, dadas las circunstancias. A su parecer, no había nada gracioso.

-No es necesario que me mires como si te hubiera pedido que corrieras desnuda.

-¡Neji!- dijo amonestándolo y dirigió una mirada de refilón pero penetrante a Yumi y sus 2 guardias reales a modo de una ruta de escape.

-Tan sólo vamos al Kurigayashi –replicó riéndose todavía.

Ascender hasta las cuidadas praderas del monte Kurigayashi implicaba dar un rodeo por la villa atravesando la zona destinada a las dependencias de la vida política. Es decir, pasar por delante de la torre del Kage, de las viviendas que conformaban el consejo de ancianos, del castillo del señor feudal,…, en definitiva, de edificios destinados a la cuestión de Estado dónde todo el mundo que ejercía un cierto poder en la villa pudiera ver con sus propios ojos el ¡milagro! de encontrarla a ella con su marido.

Si alguien la veía con Neji, que la verían, todos pensarían, incluido su padre, que había tenido lugar a las claras la tan esperada reconciliación. Y si a eso le sumamos las veces que la habían visto últimamente en compañía de su marido en bailes benéficos o a plena luz diurna en la gran biblioteca dela aldea, el resultado es aparentemente concluyente. Y cuando Neji se volviese a largar (y eso esperaba) todos volverían a señalarla como la culpable del fracaso de su matrimonio, todo volvería a empezar de nuevo. El ser marcada, criticada, el ser amonestada y el foco de todas las miradas indiscretas.

-¿Tú y yo juntos en el Kurigayashi? ¿Es que no podías haber escogido otro lugar? –estaba pálida y no lo disimulaba. Y él había elegido ese sitio a propósito.

-¿Qué tiene de malo el Kurigayashi? –Preguntó con fingida inocencia- además, es uno de los lugares con mejores vistas de la aldea y casi nunca hay nadie. No veo qué es lo que te parece tan catastrófico.

Ella empezó a sentirse mal e histérica, lo miró mientras abría su parasol, pues si seguía retorciéndolo acabaría por romperlo.

-Además, el picnic es la excusa perfecta para apartarte de la vista de tu hermano.

-No quiero ir contigo al Kurigayashi

-¿Por qué no? ¿Temes que la gente me vea besándote en el cuello?

Eso era exactamente lo que temía. Tenten sintió que empezaba a temblar

-No, eso no me preocupa

-¿No?

-No. Porque no voy a ir.

-¿Por qué, Tenten? ¿No quieres mostrar a tus amistades que nos hemos reconciliado?

-¡No nos hemos reconciliado! No voy a ir a coquetear al Kurigayashi contigo, y dar así la impresión de que estamos juntos.

-Puesto que todavía no vivimos juntos, eso no es un problema

-Si te referías a aquello de que pronto recibiremos las mismas invitaciones, el rumor ya correrá lo suficientemente deprisa, o eso me temo. No tengo ganas de animarlo más de este modo. No voy a ir.

-Si no vienes conmigo… -hizo una pausa, miró a Yumi y a “Barbie y Ken” y se inclinó hacia su oído- si no vienes conmigo, te sacaré fuera yo mismo, te amarraré, noquearé a tus guardias y te llevaré a cuestas. Cualquier vecino que camine por aquí cerca me verá hacerlo y, puesto que puedo suponer que lucharás conmigo a cada paso que des, verá que nuestra “reconciliación” no va bien. ¿Te parece esto mejor?

-Me diste tu palabra de que no utilizarías la fuerza bruta –le recordó en un fiero susurro.

-No, te di mi palabra de que no usaría la fuerza para llevarte a la cama –susurró él a su vez- desde mi punto de vista, cualquier otro lugar no es válido

-Ahora ya puedo añadir el apelativo de rudo a mi lista de descripciones sobre ti.

-Bueno, como hace tiempo te dije, la fuerza bruta es útil de vez en cuando.

Tenten no tuvo duda de que llevaría a cabo su amenaza, y recordó que hacer que esperara era su estrategia. Después de un tiempo, se cansaría de su juego y se iría.

-Entonces, vamos –dijo mirando a Ketaro y a Kirian, sus dos guardaespaldas- cuanto antes vayamos, antes terminaremos.

-He aquí la Tenten que yo recuerdo –dijo siguiéndola mientras bajaban los tres escalones hacia la calle- valiente, aventurera, lista para probar cualquier cosa.

Durante su noviazgo, solían ir de picnic a menudo, siempre había alguien vigilando a Tenten oculto tras algún arbusto, claro; pero también siempre supo cómo robarle algún beso rápido, apasionado, alimentando su deseo por él con esos preciosos momentos robados. Había funcionado como un hechizo, y él creía que podría volver a funcionar.

Estaba intentando rememorar los días de su noviazgo, con la idea de que así conseguiría renovar el afecto de Tenten por él, pero con el lujo añadido de poder tocarla y besarla sin tener que ocultarse de la vista de todos. Estaban casados y él podía ser todo lo atrevido que quisiera, y lo sabía.

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Tal y como ella había predicho, el Kurigayashi estaba casi desértico; y el ascenso a la montaña hizo que el recorrido hasta allí le pareciera a Tenten especialmente eterno. Aunque el rodeo hasta allí tampoco había sido muy agradable que digamos. Como era de suponer cuando atravesaron la zona de los altos mandatarios, la gente se acercaba, murmurando, especulando, sin duda viendo a la “princesa” y su esposo juntos en público.

Lo irónico de la situación le provocó deseos de sonreír. Qué buena broma sería, aunque sólo ella pudiese apreciarla. Si su padre supiera que, después de tantos años de rebelión, ella iba a comer con su marido. ¡Le daría apoplejía!

Mientras avanzaban por la ladera, Tenten se alegraba de haber acertado con su atuendo. Eligió un vestido satén blanco de manga y talle largo con líneas verticales de un púrpura intenso. Había descubierto que le hacían parecer más alta y ese día no quería sentirse pequeña. Aunque otra de las razones para llevar vestido y no su habitual kimono, radicaba en que el kimono dificultaría su marcha, sus pasos serían cortos y lentos y lo último que quería era prolongar más su trayecto junto a Neji. Si tal cual, el camino ya le había parecido eterno, no quería ni imaginar cómo sería de otro modo.

Ketaro y Kirian que los habían acompañado a una distancia prudencial siguieron a Neji mientras la llevaba hasta un lugar de césped sombrío, cerca de un pequeño estanque natural.

-¿Está bien aquí? –preguntó englobando el lugar con un movimiento de brazos.

En realidad, no tenían ningún tipo de intimidad, pues la poca gente que había por la zona también se había asentado cerca del estanque en busca de una sombra, y cualquiera que los conociese podía verlos y murmurar, pero era tan apacible como cualquier otro lugar del prado en un día como aquél. Era suficiente.

Cuando ella asintió, Ketaro y Kirian extendieron una manta. Tenten se sentó con su vestido revoloteando a su alrededor. Lo ahuecó un poco para hacer sitio a Neji, y éste se sentó frente a ella mientras los guardias se disponían a buscar otro lugar en el que asentarse. Un lugar lo suficientemente lejos como para no escuchar lo que se pudieran decir ella y su marido, pero también lo suficientemente cerca como para acudir si se los necesitaba.

Neji comenzó sacar utensilios de la cesta que estaba a su lado. Extrajo cubiertos, platos y una pequeña variedad de envases, con lo que suponía, dentro habría comida. Mientras, su mujer clavó el pequeño parasol que llevaba consigo en el césped y lo abrió. El Hyuga la miró extrañado de esa acción, pues estaban a la sombra y la sombrillita sobraba, pero tras recordar cómo tan afanosamente la aferraba contra sí durante todo el trayecto, se dio cuenta del porqué. Tenten astutamente se había colocado en una posición diagonal de espaldas al campo, con él por delante y con el estanque en el lado izquierdo para ocultarla a la vista de la gente. Eso hacía que quedara expuesta por el lateral derecho, dónde acababa de colocar el parasol para no dejar puntos muertos. Así, aunque su sombrilla fuese pequeña y aparentemente de adorno, al estar Tenten sentada y la sombrilla abierta, escondía su rostro a todo aquel que pasase o estuviese cerca. De modo que cualquiera que lo viese a él, sabría que estaba con una mujer de picnic, pero no sabrían con quién. ¡Qué astuta!

-¿Tenten? –interrogó para llamar su atención.

Ella se vio obligada a alzar la mirada.

-¿Te preocupa lo que opine la gente?

-Bueno, no era necesario venir aquí y estimular los rumores. –miró a su alrededor- sin duda, mañana las apuestas serán a tu favor, y todos te aplaudirán por conseguir que tu mujer histérica y desobediente cumpla con su deber.

-Si eso es lo que van a decir, no te conocen muy bien, ¿no crees?

-¿Acaso voy a ganar nuestra pequeña guerra?

-No, es que tú no eres histérica –comenzó a reírse- desobediente es una cosa muy distinta.

Maldito fuera él y su encanto victimista. Podía decir cualquier cosa, hacer lo que quisiera, y había veces en que conseguía arrancarle una sonrisa. Ella miró hacia otro lado y no le contestó.

Neji volvió a reír, estaba muy guapo cuando sonreía pensó…y también cuando no lo hacía, la verdad. Tenten respiró el limpio aroma del mundo recién lavado y admiró las gotitas brillantes de la hierba alta antes de volver a enfocar su vista en su marido.

Neji desató una bolsa de cuero (que ella aún no había percibido) y sacó una botella mojada por el agua del hielo picado en la que había estado fijada.

-¿Champan? –preguntó con una sonrisa que tenía el encanto de Lucifer.

Ella alzó una ceja.

-¿No es un poco fuerte para estas horas, Neji?

-Puede –dijo asintiendo, mientras sacaba una copa de la cesta. Descorchó la botella y vertió un poco del burbujeante líquido en la copa aflautada de cristal.

-¿Qué más has traído? –Preguntó mientras ella le acercaba la copa, con demasiada curiosidad ante el contenido de la cesta como para poder ocultarla -¿caviar, quizá? ¿O, como ya tenemos champán, has traído fresas bañadas en chocolate?

Él negó con la cabeza y dejó el champán a un lado.

-No, algo mucho mejor, algo que te gusta mucho más que todo eso; ¡bollitos!

Alcanzó la cesta y sacó un cuenco con bollitos redondos y dorados, que colocó sobre la manta. Después, sacó un pequeño bote de mermelada.

Ella adoraba los bollitos con mermelada, era otra de sus cosas favoritas. Neji parecía recordar muchos detalles, y se dio cuenta de que ésa era su gran ventaja. Sabía demasiado de ella; el hambre que siempre tenía a esa hora del día, la comida que le gustaba, lo delicioso que era cuando le besaba el cuello.

-Sin duda –murmuró con un suspiro- ¿mermelada de fresas?

Abrió el pequeño tarro, miró en su interior con ojos curiosos y después la miró con una sonrisa.

-Creo que es de fresas –dijo, tratando de parecer sorprendido ante tal descubrimiento- tu favorita, ¡qué coincidencia!

-Es un truco muy tonto para ablandarme, para hacer que me gustes de nuevo.

“Para conseguir que vuelva a enamorarme de ti”

-Cierto - asintió mientras dejaba a un lado la mermelada y se servía más champán. Se recostó frente a ella, descansando sobre un brazo, las piernas flexionadas, en una pose de completa indiferencia al hecho de que ella lo encontrara absolutamente transparente- ¿y está funcionando por ahora?

-¿Por ahora? –Lo miró y tomó un sorbo de champán- ¿crees que tu victoria es cuestión tiempo? Qué tonto eres si piensas que puedes ganar con esa facilidad, sobre todo si empleas tácticas tan simples como picnics y champán.

Él hizo una pausa, dirigiéndole una mirada de pretendido arrepentimiento.

-Entonces, ¿no quieres ningún bollito?

Ella apretó los labios, asintió con la cabeza, con orgullo, mientras miraba los panecillos sobre la manta.

-¿Has traído mantequilla?

-Por supuesto -dejó a un lado la copa y sacó otro tarro.

Ella se rindió.

-Pásame un bollito -dijo, dejando su copa de champán al lado de uno de los platos.

Él abrió el pan redondo a lo largo y le ofreció ambas partes junto con una cucharita.

-Sé que el soborno vencerá.

-Al contrario -replicó ella mientras extendía una porción de untuosa mantequilla- no soy tonta. Los bollitos, la mermelada, el champán -dio un mordisco a su bollo- nada de eso funcionará.

- Tenten, ten piedad de mí -dijo él mientras se preparaba un pan- mira lo que me obligas a hacer para conseguirte.

Pero ella no podía ayudarlo, sonrió mientras miraba cómo se comía medio pastelito de un solo mordisco, un bollo grueso relleno de mantequilla y mermelada.

-Pobrecillo, parece que estés sufriendo muchísimo.

Él asintió mientras masticaba.

-Sufro, sabes que prefiero la mermelada de albaricoque -se relamió las sobras de la comisura de la boca y la miró -pero las fresas también tienen sus ventajas.

Ella vio algo en sus ojos, y su cuerpo, su corazón, lo reconocieron. Esa mirada cálida, expectante. Se puso tensa mientras contemplaba cómo él dejaba la mitad de su bollo a un lado y se acercaba cada vez más hasta que sus caderas la rozaron.

-Tienes la boca llena de mermelada.

-Estás mintiendo -lo acusó con la boca llena, y se llevó los dedos a la cara, verificando que estaba mintiendo, mientras terminaba de comer su parte- no tengo mermelada en la cara.

Neji retrocedió, de cuclillas, cogió un poco de confitura con el dedo, se volvió y le tocó la comisura de los labios.

-Ahora, sí.

Era un juego, su juego, al que solían jugar años atrás. Durante aquellos picnics, si nadie miraba, él le ponía mermelada en la boca y después la besaba. Cuando se casaron, se convirtió en parte de su ritual matutino. Desayuno en la cama, mermelada de fresas y hacer el amor. Él lo había dicho hacía dos días, y ahora, estaba conquistándola de nuevo, haciéndole recordar cuáles fueron sus sentimientos hacia él, recordándole cosas que ella se había obligado a olvidar.

“Siempre has preferido hacer el amor por la mañana.”

Él se echó hacia delante, acercando su boca a la de ella con una mirada interrogante y, de pronto, pareció que sus esfuerzos por parecer fría y distante fueran inútiles. Había algo en las profundidades de sus ojos que todavía podía hacerla sentir caliente y lánguida, aquella sonrisa tenía cierta ternura, y todavía podía despertar calor por todo su cuerpo y hacer que se derritiera como la margarina en una tarde soleada. Él se acercó más.

Ella lo odiaba, lo odiaba.

Se detuvo con la boca tan sólo a unos centímetros de la suya.

-No me gustaría que pasaras toda la tarde con esa mermelada roja en el rostro, en fin, qué diría la gente; podría besarte para quitártela.

Él sonrió acercando sus labios un poco más, y ella comenzó a sentir pánico. Puso la palma de la mano entre ambos, contra el pecho de él, para detenerlo antes de que pudiera besarla.

-¿Es que tampoco voy a estar a salvo de tus ataques en público?

-En ningún sitio estarás a salvo de mis ataques.

Se quedó helada; él también. Ambos permanecieron impasibles, detenidos por la mano y el rechazo de ella. Su pecho era un muro pétreo bajo su palma, y ella imaginó que podía sentir su corazón latiendo tan deprisa como el suyo. Con un poco de imaginación, quizá, pues su camisa de algodón blanca en cuello de cisne y su jersey color azul hacían imposible saber con certeza si eso era verdad, aunque el deseo que mostraban sus ojos no inducía a error. Hacía tanto tiempo que él no la miraba así, tanto tiempo desde que ella había deseado que lo hiciera.

Pero ella ya no lo quería. Ya no.

En ese “ataque” la pequeña sombrilla de Tenten cayó al suelo, produciendo un chirrido sordo, y todos se habían girado para ver que ocurría.

-La gente nos mira –le susurró, desesperada.

Sus dedos acariciaron sus mejillas, sus pestañas parpadeaban mientras miraba su boca.

-Si nos miran, démosles algo digno de que hablar.

Su voz sonaba grave, dura, tal y como se sentía ella misma. Era un canalla, realmente lo era.

Él rozó sus labios con los suyos, y una sensación liviana se disipó en su interior. Por un breve instante, sintió como si estuviera cayendo al vacío.

Tanto, tanto tiempo, ella ya había olvidado cómo solía mancharla con mermelada de fresas en la boca, justo antes de besarla. Había olvidado cómo sabían sus besos, cómo era su tacto. Él estaba consiguiendo que recordara cosas que ella no quería recordar, cosas que le habían producido tantos placeres.

¿Había aprendido algo? Nada de eso era real. Él la estaba manipulando para obtener lo que quería, como había hecho durante su noviazgo. Neji le había enseñado la lección más amarga que una mujer podía aprender de un hombre, que su amor y su deseo no era lo mismo. Pero esta vez no iba a ser tan estúpida.

Con esa idea, recobró el sentido. Retrocedió, apartando la mano mientras se reclinaba sobre la manta, obteniendo el espacio que necesitaba. Observó, frenética, a su alrededor y confirmó sus peores presagios.

-La gente está hablando de nosotros.

-Diciendo cosas horribles, por supuesto.

Él no la apartó, sino que se recostó, dejando caer el peso sobre sus codos y dando la impresión de estar mucho más cómodo que ella.

-Besar a tu propia esposa, especialmente en público, es el colmo del mal gusto. Mis amigos jamás me lo perdonarían. Trataré de contener mis impulsos la próxima vez que tengas mermelada en la cara.

-Supongo que, simplemente, no has podido evitar mancharme.

-Pero, Tenten, eso no sería divertido.

-Sé que la vida siempre es diversión para ti.

-¡Por Kami! eso espero. ¿Por qué no habría de serlo?

Para ella también había sido divertida una vez, cuando estaba con él, pero su vida ya no era así. Contenida, ocupada, satisfactoria, con algunos momentos de felicidad y otros de tristeza, no era divertida, no era alegre, ni maravillosa, ni excitante. No como la de Neji.

Humedeció la punta de la servilleta en la copa de champán, y se frotó con ella el rostro. Después, lo miró.

-¿Ya está?, y no me mientas.

-sí, pero te has frotado tan fuerte que te ha salido un sarpullido.

Tenten dobló la servilleta y se la tiró a la cara. Se vio tentada a mirar otra vez a su alrededor por si podía identificar algunos de los rostros que los estaban mirando. Pero se contuvo, pronto oiría los rumores, y todos los demás también. A la mañana siguiente, todo el círculo de amistades de él, y el de ella, sabrían que Neji Hyuga había besado a su mujer y, sobre todo, que “la princesa” no había puesto mucho empeño en detenerlo. Y dirían que ya era hora de que dejara a su marido compartir su cama y aprender a ser una buena esposa.

Tenten, sin embargo, no tenía intención de hacer ninguna de las dos cosas. Y la insistencia de su marido estaba empezando a convertirse en una auténtica molestia.

Fanfic NejiTen: Orilla de Lágrimas

Cap.7: Pasando Vergüenza

Era domingo por la mañana y las aceras y calles a esa hora temprana del día resultaban muy transitadas. Todas las pequeñas tiendas y comercios cerraban por las tardes durante lo que restaba del día, por tanto, si querías comprar algo, tenía que ser, sí o sí, durante ese intervalo.

Neji acababa de salir de uno de los establecimientos con el abanico de su mujer reparado, aquel que tan sólo un día antes Tenten había utilizado como arma contra él; consiguiendo romper el mango de la pieza al arrojárselo.

Y al pensar en lo sucedido en su casa, no pudo evitar sonreír. Cuando la besó en el cuello para intentar recordarle lo que había sido su historia, cuando sus labios se posaron sobre su delicada piel; notó como Tenten se estremecía. Tan sólo fue un momento, pero suficiente para constatar un hecho; ella aún podía sentir deseo.

Neji estaba contento y complacido, completamente asombrado. Toda la frialdad con la que lo había mantenido apartado durante tanto tiempo era pura vergüenza. En el fondo, en lo más profundo de su corazón dolorido y su orgullo herido, todavía lo deseaba. Ella podía odiarlo, todavía podía querer abofetearlo o enviarlo al infierno, pero algo había cambiado entre ellos ese día. Tenten se había ablandado, sólo un poco, sólo por un instante, pero se había ablandado.

Era perturbador, él y Tenten habían ardido como la leña arde al fuego durante su noviazgo y pasaron aquellos primeros meses de matrimonio, amándose y peleándose con igual abandono. Pero después de que todo aquello pasó, nunca habían vuelto a estar juntos, excepto aquellas escasas semanas al final de las estaciones de otoño y de verano para guardar las apariencias.

Incluso cuando se habían visto obligados a estar bajo el mismo techo, era como si estuvieran solos, sólo se saludaban educadamente cuando se cruzaban en los pasillos como barcos a la deriva. Ella le había demostrado de todas las formas posibles que ni siquiera podía soportar verlo, y él la había creído.

Se habían convertido en extraños. Incluso él había llegado a ese punto en que ya no le importaba saber por qué la jovencita que una vez había adorado se había convertido en aquella mujer que lo despreciaba. Estaba seguro de que tan sólo un milagro podría volver a prender ese fuego que una vez vivieron.

Pero ese día, en un solo instante, todo había cambiado. Algo de ese antiguo y ardiente deseo había regresado, y ya no había vuelta atrás.

Ahora, mientras se encaminaba hacia la casa de su mujer, Neji se sentía lleno de entusiasmo y renovado interés.

Mientras sostenía la cajita con el abanico con una mano, le llegaron los atrayentes olores del pan recién horneado, de los postres de la pastelería de la esquina y el sonido de las regaderas salpicando los jardines. Todo ello le ocasionaron una idea, no sabía si sería muy buena pero cualquier cosa con tal de pasar más tiempo con su mujer. Y pensaba ponerla en práctica.

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Cuando el ojiperla llegó a casa de su mujer, Yumi, la joven que si mal no recordaba, había ayudado a Tenten el día de preparar la famosa fiesta de disfraces, salió al recibidor para comunicarle que su esposa estaba ausente en ese momento.

- ¿Ausente? –Miró a la chica de mejillas redondas como manzanas sin disimular su frustración- ¿qué quieres decir con “ausente”?

Yumi sonrió como si pensara que él era un completo idiota: quiero decir que no está aquí.

Neji se apretó la frente con la mano que le quedaba libre: sí, pero ¿adónde ha ido?

-A la biblioteca pública

-¿Cuánto hace que se ha marchado?

-Oh, ni siquiera hace un cuarto de hora.

¡Maldita sea! Tardaría bastante en volver…tal vez incluso horas, y él había prometido que cenaría con sus amigos, Shino y Lee, aquella noche.

-¿Le importaría dejar su tarjeta de visita?

¿Su tarjeta? ¿Para su propia esposa? Además, él nunca usaba esas dichosas tarjetas. Hacía años que había dejado de usarlas. Al principio, cuando se casó con Tenten, un absurdo protocolo, a su parecer innecesario, alentaba a llevar encima tarjetas personales con tu nombre y dirección. Una medida para saber encontrarte llegado el caso y empleadas a su vez como identificadores, dependiendo de la familia o clan a la que pertenecieras, aparecía en el dorso la replantación del símbolo de dicha familia o clan; en su caso la simbolización del ying y el yang. Todo aquel que era alguien en la villa debía usarlas; desde los pequeños propietarios hasta los grandes mercaderes. Se decía que para mantener vivas las relaciones interciudadanas. Pero “deber” no era lo mismo que “tener que” emplearlas. Y a Neji además, le importado un pimiento lo que pensase o hiciese el resto de la gente.

-No, no será necesario. Sólo dile que he estado aquí –dijo mientras se dirigía hacia la salida.

-Discúlpeme pero la princesa no me creerá cuando le diga que estuvo aquí si no deja una tarjeta o algo que lo identifique.

Suspirando de frustración o de vergüenza -Neji no estaba seguro- se detuvo, se giró, dio media vuelta y se acercó a la chica.

-¿Y crees que con la tarjeta si? No querrá “la princesa” que le deje alguna joya que me identifique ¿verdad? (capaz era de pedirle la alianza de casado) ¿tal vez un mechón de mi cabello?

Los ojos de la chica se iluminaron y el rubor inundó sus redondas mejillas mientras se reía.

-No, no. No hará falta llegar a esos extremos.

Neji estiró el brazo y le entregó la caja con el abanico recién arreglado. Se alegraba de haberlo llevado consigo, de lo contrario, sólo Dios sabía lo que habría tenido que dejar para demostrar su presencia allí.

-Ten –puso la caja sobre las manos de la chica.

-Se la daré yo misma cuando llegue.

Neji no quiso ni saber por qué había hecho ese comentario con tanto regocijo. Sólo quería largarse de allí de una vez. Tenía la incómoda sensación de que todos los sirvientes de la casa lo estaban espiando desde las ventanas del piso superior.

-Sí, bueno, gracias.

El Hyuga salió al exterior y se encaminó hacia la biblioteca pública pero antes de bordear la esquina y cambiar de vía, paró un momento en seco y miró hacia la vivienda de la que acababa de salir, y miró hacia las ventanas del piso de arriba. No vio ninguna cara, pero algunas de las cortinas se movían como si alguien las acabara de rozar.

Si hubiera sabido que la visita iba a ser semejante espectáculo, habría cobrado entrada. Suspirando, volvió a enderezarse y continuó hacia adelante, concentrando todos sus pensamientos en una única persona, Tenten.

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“Domingo”; eso fue lo que pensó Tenten cuando se despertó esa mañana. Tenía muy presente que la primera de las 3 semanas que Neji le concedió terminaba ese mismo día. Y con cada día que pasaba se ponía más nerviosa y se volvía más evasiva. La engullía la angustia y no podía hacer nada por evitarlo.

Se pasó media mañana tumbada en la cama, dando vueltas y más vueltas, pensando en cualquier estratagema que le sirviese para ralentizar el proceso. Pero no le venía nada a la mente, y ante la carencia de expectativas, repasó todos los pasos que dio últimamente su marido. Y por más que trató de evitarlo, a su cabeza acudieron los recuerdos del día pasado, cuando la besó en el cuello justo como solía hacer en otros tiempos. Y entonces también acudió a su mente la conversación larga y tendida que se sucedió, recordándole los primeros días de su matrimonio.

Cerró los ojos. ¿Por qué le estaba haciendo esto? Había olvidado lo que era la pasión, es cierto, pero ahora todo volvía de nuevo en forma de venganza. Ahora ella estaba por encima de él, y no quería recordar esa pasión que una vez había sentido. No quería recordar cómo era hacer el amor por las mañanas, ni las carreras de caballos, ni cómo él conseguía hacerla sonreír y reírse sólo con estar cerca de ella. No quería sentir ese tipo de felicidad chispeante nunca más, pues era demasiado doloroso cuando acababa.

Harta de revolcarse en su propia miseria, Tenten se levantó, se vistió y pensó en entretenerse para despejar de su mente cualquier cosa relacionada con Neji. Por desgracia, y contra todo pronóstico, ese domingo no tenía que acudir a ninguna reunión o asamblea; tampoco tenía trabajo de despacho atrasado o convención o acto social que preparar. Así que miró a su alrededor y vio sobre su escritorio montones de libros que pertenecían a la gran biblioteca de la villa, y vete a saber tú cuanto tiempo llevaba ya con ellos sin devolverlos. Así que decidió salir a restablecerlos a su lugar. Y antes de salir de su casa, mandó llamar a uno de sus dos guardias reales, a Ketaro, que era casi 20 centímetros más alto que su otro guardaespaldas. Ketaro le vendría de perlas para el trabajo de estanterías.

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Dentro de la gran biblioteca, se mezclaban en el ambiente el olor a papel y tinta, el olor del cuero como revestimiento de las tapas, la lavanda sobre las coloridas alfombras, y del barniz del suelo pulido. Apenas había gente y la temperatura ambiente era muy agradable.

Tenten se acercó hasta el mostrador y Ketaro la siguió cargado con los tomos más pesados. La anciana que estaba tras la mesa con los listados de libros, tomó nota de la fecha de devolución y dio acta de ello. Pero como Tenten aún tenía todo el día por delante y nada más que hacer, acordó con la ancianita colocar con la ayuda de Ketaro cada tomo en su lugar. La ancianita se lo agradeció efusivamente y continuó con su trabajo.

Ella y Ketaro subieron las escaleras hasta la segunda planta y comenzaron a buscar los huecos correspondientes. Ella colocando las obras en los estantes que le quedaban más a mano y Ketaro en los que ella no llegaba.

El trabajo de guardián le iba muy bien a Ketaro, lo cual era raro teniendo en cuenta que años atrás había sido uno de los mayores estafadores de la historia. Hasta que la conoció a ella, claro. Tenten era la única persona que conocía el secreto de Ketaro, y no porque él se lo hubiera contado, simplemente lo sabía porque lo había rescatado de esa vida de criminal. Estaba segura de que ninguna casa respetable contrataría a un estafador profesional retirado como a su guardián, probablemente porque desconfiarían continuamente de él. Pero Tenten no tenía intención de revelar el secreto del hombre a nadie. Tiempo atrás, ella le había dado a entender que conocía su pasado y desde entonces, él no había dejado de demostrar una y otra vez su lealtad, su buen hacer y su honradez.

Ketaro tenía el mismo sentido del humor que un enterrador, pero se había convertido en un gran amigo, en uno de los mejores. Tenten apenas tenía amistades, la mayor parte de las mujeres no se relacionaban con ella porque la consideraban culpable del fracaso de su matrimonio. Y a la otra gran mayoría no les interesaba ser su amiga porque estaban interesadas en Neji y tenerla a ella de por medio era un estorbo. Podría decirse que la única amiga femenina que tenía era su prima Lila y la hermana mayor de ésta, Tintin. Aunque a Tintin ya no la veía casi nunca y Lila tan sólo se quedaba un par de semanas en verano y Navidad, de hecho, tenerla en esta época del año rondando por la villa era una rareza. Pero una rareza agradecida.

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Neji cruzó el umbral de las puertas de la biblioteca pública y utilizando el Byakugan buscó a su mujer. Estaba sentada en el segundo piso señalando un punto del enorme mapa que había extendido sobre una mesa de roble, hablando animadamente con uno de su “apuestos” guardaespaldas. No conocía el nombre de ese tipo, pero como era muy alto, de ojos claros y cabello rubio, en su fuero interno lo llamaba “la Barbie” y al otro tipejo de la guardia real que estaba normalmente todo el día pegado a su mujer (aunque por lo visto esta vez no), uno moreno y de rasgos marcados, le puso el nombre de “Ken”. Así que, que mejor estampa….pues tenía que lidiar a diario con “Barbie, Ken y la Princesa”.

Pero dejándolos a ellos de lado, se concentró en Tenten, quien aún no lo había visto.

A plena luz del día, vestida con un kimono fino de color marfil con un estampado de ramas de diminutas hojas verdes, parecía una ninfa primaveral que hubiese venido a robar el corazón de los mortales. Su pelo, impecablemente cepillado, relucía como el Sol en un día de verano, un marco idóneo para la belleza inconfundible e inquietantemente angelical de su rostro. Pues era su rostro el que lo atraía, el que lo llamaba. El intenso caoba de sus ojos, lo encandilaba y lo incitaba a perderse en sus placenteras profundidades. Tenía la nariz recta, la frente ancha y el cutis perfecto. Sus labios, delicadamente curvados, de un rosa pálido, rotundos y sensuales, imploraban ser besados y estaban hechos para unirse a los de un hombre. A los suyos.

Parpadeó e inspiró hondo; lo necesitaba.

Cuando se acercó a Tenten pudo percibir el asombro reflejado en sus ojos, probablemente era el último sitio donde pensó que se lo encontraría, precisamente por eso mismo fue hasta allí. Reprimió una sonrisa.

Tenten lo vio dirigirse hacia ella atravesando la habitación sobre la silenciosa alfombra, llevando consigo esa aura de poder y oscuro magnetismo. Y a ella le molestó la sensación de hormigueo que le provocó la sonrisa que lentamente apareció en su rostro.

Él la estudió con actitud reflexiva y perspicaz, de pie, demasiado cerca, dominándola desde arriba de una forma muy masculina.

Y entonces Tenten supo, a través de su mirada, que su marido no estaba pensando en nada inocente. Eso la preocupaba. Sabía cómo manejar los flirteos ingeniosos y las insinuaciones frívolas. Ése era un juego con ciertas reglas. Pero aquel beso en el dormitorio de su supuesta futura casa había sido diferente, y mucho más peligroso. Porque momentáneamente la había desarmado. ¿Y cómo se conseguía ganar una guerra sin arsenal?

Antes de que se diese cuenta se puso en pie y alzó la barbilla, intentando con ese acto no sentirse tan vulnerable al lado de él. Lo consiguió. Pero de alguna manera que aún no lograba a atinar, Neji logró separarla completamente de Ketaro y de la gente que los rodeaba. Consiguió separarla completamente del grupo. No era capaz de decir si había sido ella la que se alejó o si los otros se retiraron, pero de repente se hallaban hablando a solas.

-Te he estado buscando

-¿Para qué?

-Quería devolverte el abanico que te dejaste en “nuestra” casa.

-No hacía falta; tengo muchos más.

-¿Y perder la oportunidad de que me volvieses a atizar con él? –Bromeó- ni loco.

Tenten miró por encima de su hombro y observó el reloj colgado en la pared, ya casi era hora de comer y aún le quedaba un largo camino hasta su casa. Miró al Hyuga reflexivamente y un momento después tiró de la manga de su jersey.

-Ven –lo guió hasta el lugar en el que estaba antes sentada- ya que estás aquí, haz algo útil y ayúdame.

La “princesa” comenzó a recoger los libros dispersos sobre la mesa y se los entregó en un montón.

-¿Qué quieres que haga con esto?

-Nada, sólo llévalos. –dicho esto bajó hasta la primera planta y él la siguió.

Apretando los labios, Neji le sostuvo los libros e intentó tranquilizarse a sí mismo diciéndose que no era probable que ninguno de sus conocidos, ni siquiera Shino o Lee, entrasen y lo encontrasen recorriendo los pasillos, a la entera disposición de aquel ángel, cargado con un mapa, libros de cocina y novelas románticas.

La ancianita de mostrador frunció los labios con gesto reprobatorio cuando él los depositó sobre su mesa. Tenten fingió no darse cuenta y empezó a charlar alegremente mientras la anciana anotaba la referencia de los libros en una tarjeta. Dando un paso atrás, Neji echó un último vistazo a su alrededor; no volvería a aquel lugar, si podía evitarlo.

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Cuando llegaron hasta el portal de la casa de su mujer, Neji le pasó el montón de libros a Ketaro, quien los seguía elegantemente unos metros por delante y se volvió hacia Tenten. La morena hizo una seña de asentimiento hacia su guardia para que pasase dentro y los dejase un momento a solas.

Apenas habían hablado en todo el camino pero su perseverancia en el asunto que tenían de por medio era palpable. Tenten también lo sabía. Sabía que él estaba tan empeñado en sus propósitos como ella en los suyos, y sabía que sólo tenía dos armas con las que luchar, su promesa y su orgullo.

Dos armas formidables, pero no iban a conseguir que ganara esa batalla. Él quería tener un hijo, y eso significaba volver a obtener a esa mujer apasionada que tuvo una vez. La pasión era algo que Tenten todavía poseía en abundancia. La voluntad era otra historia. Para ganar, tenía que mantener viva la chispa del deseo, que ahora sabía que todavía estaba prendida en su interior, mantenerla viva hasta que ardiera fuera de control.

No sería fácil. Su mujer era tan apasionada en su desprecio como en su deseo, tan tozuda en el odio como lo había sido en el amor. Seducirla exigiría todo el ingenio que pudiera poseer.

Tenía que conseguir que fuera divertido. Eso era lo que una vez habían tenido y habían perdido: la diversión. La risa y el deseo, el increíble placer de la compañía del otro. Tenía que encontrar la forma de que todo aquello regresara. Y un incentivo positivo podía ser la idea que le surgió esa mañana de camino a su casa. Entre el olor del pan y de hierba mojada.

-Tenten, te veré de nuevo el martes, vamos a salir.

-Salir, ¿a dónde? –preguntó entre intrigada y a la defensiva. Él sonrió

-Ya lo verás. Estate preparada a las dos en punto.

Tratándose de Tenten, no podía irse sin hacer algún tipo de objeción.

-¿Por qué siempre eliges tú a dónde vamos en estas salidas?

-Porque soy tu marido y juraste obedecerme. –bromeó. Pero ella no lo miró excesivamente impresionada, y él añadió- Porque tengo un plan en mente.

-Me temo lo peor.

-Vamos a ir de picnic.

-¿Un picnic? —Lo miró como si se hubiera vuelto loco.

-Siempre te gustaron los picnics. Solía ser una de tus actividades favoritas.

-¿Y yo no tengo nada que decir en todo esto?

-No, pero podrás elegir a dónde vamos la próxima vez. Sí, va a ver una próxima vez, y otra, y otra…

-¡Oh!, muy bien —dijo fríamente—, cuando se te mete algo en la cabeza, no se puede razonar contigo.

-Dijiste que ya no teníamos nada en común.

Ella dio media vuelta con un sonido de exasperación y comenzó a subir la elegante escalera de hierro forjado. Él contempló cómo se iba y, cuando vio que se tocaba con los dedos el cuello, quiso reír, exultante. Tenten todavía recordaba su beso en el cuello. Por Dios, ¿acaso no era un milagro?

Fanfic NejiTen: Orilla de Lágrimas

Cap. 6: Tras la puerta



Mientras avanzaban en un lujoso carruaje por las calles de la villa de la nieve, Neji no apartaba la vista de su esposa, sentada en frente suyo.

Tenten tenía una mano apoyada en una mejilla mientras observaba el paisaje por la ventana. Su otra mano sostenía en su regazo un abanico en tonos oscuros, contrastando con su kimono naranja y verde pálido. Su vestimenta no era ni provocativa ni atrevida, pero las finas telas de seda se amoldaban en todas y cada una de sus curvas a la perfección, otorgándole un aire muy, muy sensual.

Ese día soleado, ella traía el cabello recogido en una trenza que descansaba por encima de uno de sus hombros, dejando involuntariamente parte de la nuca al descubierto; eso junto con su pose siempre elegante (cabeza alta, pies juntos, espalda erguida, labios sensuales y carnosos,…) la convertían en la mujer más tentadora del mundo. Así que cuando el ojiperla comenzó a notar que se le tensaban los hombros y las rodillas y que sin darse cuanta estaba reteniendo aire, apartó la vista de ella y respiró hondo.
Mientras continuaba la travesía, Neji sintió más que nunca el silencio de ella, Tenten no se molestó siquiera en entablar conversación y evadía cualquier intento de él para iniciar alguna. Llegados a este punto, el Hyuga ya empezó por preguntarse si la idea de volver a poner un pie en su antigua casa era una buena idea. Al igual que se preguntó, mientras miraba el perfil suave de Tenten, sin expresión, si podría conseguir que lo quisiera como una vez lo hizo. Algunos días antes casi la hizo reír pero ahora…ahora volvía a replegarse sobre sí misma.

¡¿Es que ella nunca bajaba la guardia?! Esa mañana sin ir más lejos, estuvo muy preocupado de que utilizase la excusa de una reunión con el consejo como herramienta para cancelar su día juntos. Neji bien sabía que Tenten no era una mujer asustadiza, aunque a la vista de los últimos acontecimientos ya no le extrañaría nada que quisiera ocultarse de él. Sin embargo, lo sorprendió encarándolo, haciendo frente a la situación frente a toda adversidad. “¡Esa es mi chica!”

La Uzumaki siempre fue una mujer imponente, pero aun así, no la solía ver como “La Princesa”, claramente sabía lo que era ella y lo que representaba; alguien imprescindible dentro de la villa de la nieve, sin su gestión es estos últimos 10 años, probablemente la villa no sería ni la mitad de próspera de lo que es actualmente.

Por ello, ahora que la ojeaba de cerca, se dio cuenta de que era una auténtica princesa. Y haberla visto esta mañana desempeñar sus funciones y deberes reales en una junta popular con ese siempre porte de elegancia, con sus modales refinados (aunque no con él) y con su carisma para la conversación…, en este instante lo intimidaba bastante, y hacía tiempo que no se sentía de aquella manera, de hecho, Tenten era la única persona en el mundo que podía llegar a intimidarlo, y en efecto, así fue en más de una vez.

El Hyuga suspiró, se revolvió en el asiento y volvió a posar la vista en su mujer, prestando una especial atención a los rasgos de su cara. Tenía los ojos a medio cerrar, con su esplendoroso y abundante abanico de pestañas haciendo sombra en sus párpados. Su pequeña nariz estaba iluminada por los rayos del sol que se filtraban desde el exterior, consecuencia por la cual sus mejillas se teñían de un ligero toque de color rojizo. Su boca…su boca siempre fue la más sabrosa y excitante que Neji hubiese probado en la vida. Y bastaba con un ligero toque de esos carnosos labios para encenderlo por dentro, “detalle” que por cierto, jamás le había sucedido con ninguna otra mujer que no fuese ella. Las otras tenían que esforzarse sobremanera para conseguir un efecto remotamente parecido…aunque sin duda jamás era el mismo.

Por eso mismo, la pasión con la que siempre se le entregaba Tenten cuando aún eran “felices”, esa pasión de deseo desmedido, perpetuamente lo elevaba hasta el cielo. Además nunca tuvo que pedirle nada en lo que la cama se refiere porque ella siempre le hacía lo que más le gustaba, era como si pudiera leerle la mente. Y el tener esa profunda compenetración, era lo que hacía que funcionasen como pareja a pesar de sus riñas, y que catalogase a su mujer en la más alta cumbre de su ideal femenino.

Cuando Neji recordaba como ella lo miraba con el brillo del deseo en sus ojos caoba, le susurraba al oído y lo acariciaba sin límites provocando en todo su cuerpo masculino que éste se tensase y se volviese hipersensible a su tacto (ambas sensaciones al mismo tiempo), noche tras noche y beso tras beso, hacían de ella la Diosa del deseo, “su” diosa del deseo, y la mujer más endemoniadamente irresistible que jamás hubiese conocido.

Todo esto hacía que ninguna de las mujeres con las que él se hubiese acostado estuvieran a su altura, nunca ninguna de ellas conseguía estimularlo hasta el extremo de placer al que Tenten lo sometía, sólo ella podía, sólo ella, motivo por el cual la echó tanto en falta cuando se separaron.

El carruaje se detuvo al fin al alcanzar su objetivo, se paró en frente de la casa de Neji, situada al extremo sur del feudo. Los dos escoltas (muy atractivos por cierto) que acompañaban siempre a su mujer, bajaron primero de la parte de atrás del vehículo para ayudar a “la princesa” a bajar. Pese a que el ojiperla alegó que no hacían falta, que él podía ayudarla en todo lo que necesitase y que no hacía falta que estuviesen más con ella, Tenten denegó su ayuda (fuese por la vía que fuese, pues mayor peligro sería estar a solas con él) y lo echó a un lado, como si le estorbara, o peor aún, como si no lo hubiera visto.

La sonrisa que su esposa mostró la noche anterior, aquella sonrisa espontánea y natural, no volvió a aparecer en su rostro en lo que duró el trayecto; es más, Neji notó como los hombros de Tenten se fueron tensando a medida que se iban acercando hasta su propiedad.

-Esta es mi casa, bueno, nuestra casa-dijo en un tono de cierto entusiasmo, quizás para llamar la atención de su mujer o al menos para incentivarla de un mayor participismo en todo aquel asunto.

Hacía años que Tenten no ponía un pie en aquel lugar, desde que él la abandonó al cabo de un mes después de enterarse de que se casó con ella no porque la quisiera, sino por sus privilegios y fortuna. En ese momento de profunda desesperación, ira y frustración, desasosiego y ofuscación, empaquetó todas sus cosas y abandonó aquella casa para siempre. No podía soportar la idea de vagar todos los días por aquella vivienda, recorriendo pasillos y habitaciones, viendo constantemente los lugares y cada una de las cosas que le recordasen a Él.

De modo que con la ayuda de Naruto en aquel momento de bajón, se compró otra casa y se fue al extremo opuesto de la villa, poniendo todo el espacio que le fue posible de distancia entre ellos. No quería verlo ni tener que encontrárselo en ningún lugar en el que ella pudiese estar, no quería escuchar un discurso de disculpa ni nada que tuviese que ver con su vida; al menos, hasta que se invulnerabilizase contra él. Hasta que llegase el día en el que le importase bien poco lo que hiciese o con quien lo hiciese, y por fortuna para ella, ese día llegó, y ahora cuando lo miraba sólo podía ver la sombra de lo que antaño fue, es como si hablase con un fantasma que ya no podía hacer más daño porque ya no lloraba por él, pero que si permitía que entrase de nuevo en su vida, volvería a sufrir y a llorar, y ya no quería, ¡estaba harta!

La única carta que ahora le quedaba a Tenten era hacerle comprender, por las buenas o por las malas, que su intento por retomar la vida que una vez tuvo y perdió (irremediablemente), se encuentra ahora fuera de su alcance. Ella tan sólo quería que Neji se fuera lejos y la dejase tranquila para continuar con su vida, que no la martirizase con su presencia para recordar todo lo que hizo mal, o todo lo que hizo bien; tenerlo cerca era peligroso.

Una vez apeados, Tenten dio varias vueltas alrededor de la casa, o mejor dicho, del caserío, fijándose en los cambios que el Hyuga había hecho en ella.

La vieja verja azul mar estaba perfectamente restaurada, una de las paredes laterales que siempre estaba con la pintura marchita por la humedad, estaba ahora revestida por finas y pequeñas piedras de colores en tonos claros contrastando a la perfección con la fachada en tono salmón. La gran puerta de entrada roja, seguía igual de imponente que entonces, pero las contraventanas eran nuevas.

La Uzumaki también se fijó en que en la parte de atrás de la vivienda había un pequeño jardín secreto, “su” jardín secreto, el de él y el de ella; que ahora rebosaba de colorido (a pesar la estación del año en la que se encontraban) por las variedades de flores que estaban allí plantadas. Y cuando notó como Neji la miraba medio sonriendo por el hecho de que se acordase por sus momentos de “deleite” en ese jardín, provocó que le lanzase su mirada más letal y luego, girándose (para ocultar su sonrojo) y a modo de reprimenda, Tenten puntualizó: ¡vamos!, enséñame el resto. No tengo todo el día.

Y decir aquello con un tono de voz seco e inexpresivo, bastó para borrarle al ojiperla su leve sonrisa de satisfacción. Así pues, luego de rechistar, caminó un par de pasos por delante de ella, abriéndole la puerta principal de par en par. Luego, en un tono neutro agregó: la casa está casi vacía.

Tenten miró a su alrededor: ya lo veo.

-Por eso te pedí que la redecorases, sé lo mucho que a ti te gusta redecorar.

Tenten inspiró hondo y luego dijo mientras soltaba todo el aire retenido: esto me llevará varios días.

-Ven –dijo mientras se encaminó a mostrarle el resto del lugar- te enseñaré algunos cambios.

Y una vez que finalmente acabaron de inspeccionar el primer piso, subieron hasta la segunda planta, donde el Hyuga le mostró lo que sería su habitación pasadas las 3 semanas del plazo que le pidió su mujer. Y puesto que Neji no era tonto, jamás se le ocurriría llevarla al dormitorio que compartieron de casados, eso sería como una puñalada trapera, eso sería demasiado; probablemente si lo hiciese, Tenten se replantearía la idea de irse a la villa de la cascada o a cualquier otra. De modo que la llevó a una nueva dependencia, lo que antes era la biblioteca (ese era uno de los muchos cambios que le había hecho a la casa en ausencia de su esposa).

-No recuerdo haber visto nunca este cuarto

-Es otra de las nuevas remodelaciones.

-Y qué hay en aquella puerta del fondo –señaló la puerta con la mano- ¿un cuarto de baño?

-NO, mi dormitorio, por ahora.

Tenten se tensó de nuevo al oír aquellas palabras, no había pasado por alto el ligero tono del “por ahora”, aquellas dos palabras dichas como un susurro, transmitían el mensaje subliminal de “dentro de poco dormiré contigo, en tu misma cama, y entonces será nuestro dormitorio. Así que vete acostumbrando”. Pero la ojimiel se tensó aún más al pensar a cuantas mujeres habría llevado hasta allí, con cuantas se habría revolcado entre sus sábanas.

Neji, como si le estuviera leyendo el pensamiento dijo: ninguna –la miró fijamente- no he dejado que ninguna mujer pusiese un pie en esta casa, sólo TÚ.

Ella dio media vuelta sin contestar y se dirigió hacia el armario de roble. De espaldas, lo abrió y comenzó a examinar el interior vacío como si fuera un problema de gran importancia.

Neji deseó poder decir algo para apartar cualquier fantasma del pasado, deseó poder encontrar palabras de consuelo o decir cualquier cosa que volviera a hacerla reír como en el baile de disfraces, cualquier cosa menos el silencio, pero de su garganta no salía nada. De igual manera que cualquier cosa que dijese sólo serviría para echar más leña al fuego, para acrecentar el odio que a muy seguro Tenten estaría sintiendo por él. No nos engañemos, las frases mágicas no existen, del mismo modo en que ya nada se puede hacer sobre suelo mojado. Pero, cuando Tenten por fin habló, su pregunta lo sorprendió sobremanera.

-¿Cuáles son tus intenciones, Neji?-dijo aún sin mirarlo- cuando acaben las 3 semanas, ¿vas a imponerme tus derechos matrimoniales inmediatamente?

-¿Qué?-interrogó parpadeando.

-Es una pregunta muy sencilla- ella se giró con la cabeza gacha y miró la alfombra bajo sus pies, apretando el abanico que no dejó en el carruaje con las dos manos- ¿vas a hacerlo?

“¡Por Kami!” pensó el Hyuga, ahí surgía de nuevo la verdad brutal que tanto los había separado, pero ahora, al igual que cuando fue a buscarla para darle la noticia de la muerte de sus familiares o en los días posteriores, tampoco quería pensar en ello. Pero ahora, de pie en el dormitorio que pronto sería de ambos, y con esa pregunta en el aire dicha de aquella manera, ya no podía dejarlo para después.

Él sabía que asumir una vida juntos iba a ser duro y difícil, pero tener que aguantar que lo mirara como si realmente le tuviera miedo, preguntándose si pretendía comenzar a imponerle sus “atenciones”… ¿cómo demonios se supone que debe contestar un hombre a una pregunta cómo esa? -meditó el Hyuga.

Neji se frotó la cara, un tanto desconcertado. Tenten, ¿tímida a la hora de hacer el amor? No podía creerlo. Volvió a pensar en los primeros días de su matrimonio y, aunque había pasado mucho tiempo, la forma tan desinhibida con que ella le hacía el amor era algo que nunca podría olvidar, algo que hacía que su odio hacia él fuera más difícil de soportar. Mirándola ahora sintió que el desánimo lo golpeaba como un puñetazo en el estómago. ¿Y si no podía conseguir que ella volviera a sentir lo mismo? ¿Qué tipo de vida llevarían?

-Bueno, Tenten –dijo forzándose para que sus palabras mitigaran ese miedo repentino y enfermizo que se había clavado en sus entrañas- ¿es que se ha esfumado toda la magia que había entre nosotros?

Tenten frunciendo el ceño: ¿qué quieres decir?

-Hubo un tiempo en que lo único que tenía que hacer era mirarte o que tú me mirases, y los dos corríamos hacia la cama más cercana. –Al ver en la expresión de ella un reflejo de duda continuó- saltaban chispas entre nosotros, y fuego, recuerdo que solía gustarte cuando te tocaba. Dios sabe que yo adoraba como me acariciases- mientras hablaba, podía sentir cómo el deseo surgía de nuevo, el deseo que había estado ardiendo dentro de él desde el momento en que volvió a oír su risa- hubo un tiempo en que todo estaba bien entre nosotros ¿recuerdas?

La “princesa” se ruborizó, pero no lo miró siquiera. Y él continuó, sabiendo que tenía que conseguir que recordara lo que había sido su historia (la parte buena, claro está).

-Caliente, salvaje y bueno…no puedo creer que hayas olvidado cómo era cuando hacíamos el amor. El placer, el fuego, el éxtasis,…

-¡PARA! –gritó, y le lanzó el abanico. Éste voló hasta chocar contra el pecho del ojiperla y luego cayó al suelo, quebrándose por uno de los lados.

Neji se agachó para recogerlo y mientras se levantaba añadió: ¿acaso nos vamos a limitar a hablar de cómo hacíamos el amor como si fuera algo que no te importa? ¿Es que ya no queda nada de esa magia ente nosotros? No me digas que lo hemos destrozado todo.

-¡Yo no he destrozado nada! ¡Fuiste tú!

Neji no iba a entrar otra vez en el maldito juego de buscar culpables. Lo que ahora importaba es que ella todavía podía despertar el deseo en él como si fuese una cerilla y quería saber si podía conseguir lo mismo en ella. Si no podía, no había esperanza.

A medida que él daba un paso hacia delante, ella retrocedía, hasta que chocó contra el armario abierto.

-Dijiste el otro día que nuestra vida juntos era un infierno, pero cuando miro atrás no lo veo de ese modo. Recuerdo lo divertido que era, recuerdo que siempre te gustaba hacer el amor por la mañana, y que solíamos desayunar en la cama. La mermelada con las tostadas te encantaba.

Ella se volvió para huir, pero él le cortó el paso antes de que pudiera hacerlo. Ya habían huido los dos suficiente. Neji la abrazó, atrapándola, arrinconándola contra el armario tras ella. Se le acercó más, inhalando su delicada fragancia, que no tardó mucho tiempo en reconocer. Jazmín, todavía olía a jazmín.

Pensó en aquellas mañanas de hacía tanto tiempo, cuando se levantaba con ese perfume y el calor colmando sus sentidos. Con los ojos cerrados, respirando hondo, las imágenes del pasado cruzaron como un rayo por su mente; su luna de miel en la pequeña isla del país de la Ola, y tres meses en aquella diminuta casa rural perdida en la montaña, haciendo el amor una y otra vez, con el cabello suelto cayéndole sobre el rostro como una cortina de seda con un brillo competidor con el mismísimo Sol. El verano en la villa de la Arena tomando el sol cerca de un oasis o la enorme cama de agua del hostal en el que se hospedaron, con el cuarto siempre oliendo a jazmines y Tenten revoloteando alrededor. La lujuria recorrió todo el cuerpo de Neji mientras pensaba en aquellas mañanas cuando quitaba con sus labios los restos de mermelada de la boca de su esposa. Quizás ella tuviera razón en cuanto a lo del infierno, porque ahora su cuerpo entero estaba ardiendo más que el fuego del averno y le parecía una manera increíble de arder.

-Recuerdo que siempre me ganabas cuando jugábamos a los dardos o al hacer tiro con arco –continuó con los ojos cerrados diciendo cualquier cosa que se le ocurriese de aquellos primeros días- recuerdo tu postura de amazona y tu mirada de guerrera. Recuerdo que nunca rechazabas un desafío y tu sonrisa triunfante cuando ganabas un trofeo, por pequeño e insignificante que fuera. Recuerdo que hacíamos carreras de caballo y cómo se te deshacía el peinado cuando lanzabas las horquillas, el sombrero o cualquier adorno que tuvieras en el cabello al aire, lo lanzabas todo, riendo. Y cómo me gustaba siempre que te reías. –Abrió los ojos y la miró- aunque pareces un ángel, tienes la risa más lujuriosa que podría desear cualquier hombre.

-Claro, conociéndote no me extraña que conozcas las sonrisas de media aldea.

Neji pasó por alto ese comentario y prosiguió: recuerdo que peleábamos como el perro y el gato para reconciliarnos después -fijó la mirada en los pómulos coloridos de su mujer, en el sugerente labio inferior y en aquellos enormes ojos de un precioso tono caoba – lo mejor era la reconciliación.

Los recuerdos que Tenten tenía de aquellos primeros días no debían de ser tan deliciosos, porque giró la cara, apretó los labios y los puños y dejó escapar el aire por la nariz mientras evitaba su mirada.

-Te falla la memoria, Neji

-No lo creo –se acercó más a ella y le ladeó la cabeza- venga, Tenten –murmuró presionando sus labios contra su cuello- dejémoslo.- sintió su temblor y sonrió contra su piel, y esa cierta confianza lo empujó a decir más- todavía te gusta que haga esto ¿verdad? ¿Acaso no llevamos luchando demasiado tiempo?

Tenten apoyó sus manos en las caderas del Hyuga y lo empujó hacia atrás, le arrancó el abanico que él aún sostenía con una mano, y con el mango de éste, levantó la barbilla de su marido.

-Quiero que me des tu palabra, Neji

Neji quería besarla, intentó inclinarse pero ella presionaba el abanico contra su garganta como una arma cada vez que lo intentaba, intentó pues buscar la mano libre de ella para besarla, pero ella la apartó poniéndola atrás, en su espalda. Resignado a que al menos en ese momento, en ese día, no iba a poder besar nada de ella, que lo único que iba a catar era su perfume a jazmín, se enderezó y dijo: ¿palabra sobre qué?

-Quiero que me des tu palabra de que antes de que considere la posibilidad de vivir contigo de nuevo, no impondrás nunca tus derechos maritales por la fuerza.

Neji se quedó helado, lo suficiente como para bajarle el lívido de un golpe. Echó la cabeza hacia atrás y se apartó del abanico que ella aún sostenía como una daga, mientras meditaba la respuesta, por si acaso a su mujer se le iba la pinza e intentaba liquidarlo en aquella habitación sin testigos (claro que sus “atractivos” guardaespaldas estaban abajo en el carruaje esperando y podían ser un refuerzo para ella con sólo soltar un chillido)

“Dios, la vida podría ser mucho más simple”-pensó Neji. Si Kami le hubiera dado una esposa dulce, cariñosa y de esas conformistas que eran felices con poco, pero no, estaba casado con Tenten, que era bella, soberbia, testaruda y con un carácter más fuerte que el que tuviesen 10 mujeres juntas. Una mujer con la que no te gustaría cruzarte cuando tuviese un mal día. Pero también era la Tenten que todavía lo odiaba y que podía convertirlo en una roca con una sonrisa suya.

-Hace tiempo me dijiste que era un mentiroso, un marido despiadado, un canalla. ¿Por qué iba a ser mi palabra de confianza?

-No lo es, pero es la única baza que me queda y espero que tu palabra de honor signifique algo para ti.

-Ya veo, así que podrás recurrir a mi palabra de honor en momentos como este.

En realidad poco importaba que contestase, sólo sería decir en voz alta lo que los dos ya sabían. Él nunca usaría la fuerza, y ella lo sabía condenadamente bien. Neji se había dado cuenta de que ella tenía miedo, pero no de él, sino de sí misma. Ahora el Hyuga podía entender ese comportamiento de timidez que en algunos momentos había mostrado. Tenten tenía miedo de ablandarse, miedo de que con el tiempo pudiese cruzar esa fina línea que separa el odio del amor, miedo de pisar la línea o de incluso cruzarla. Tenten quería una puerta trasera, un pasadizo secreto de huida, un camino para seguir odiándolo y convertirlo en el malo de la película cuando quisiera, no quería entender ciertas cosas porque la verdad podría ser demoledora. Estaba bien como estaba y se asustaba a los cambios, sobre todo a uno que lo implicaba a él, un futuro y a un niño de por medio.

-Nunca te forzaré, Tenten. Nunca lo he hecho y nunca lo haré. Ya que necesitas mi palabra, ahí la tienes. –Al ver un brillo de satisfacción y de alivio en los ojos de su mujer, continuó- ¿crees que has ganado, no? Que mi promesa te da el control ¿no?

-Si

-Tienes razón, así es en el fondo, pero no me importa, siempre he disfrutado dejándote mandar- intentó acercársele y besar su cuello de nuevo pero, Tenten sacó de nuevo el abanico a colación.

-A un metro, mantente a un metro de distancia de mí o verás cuanta utilidad tiene este chisme.

A Neji no le cabía duda de que ella sabría cómo usarlo, aún recordaba como su mujer solía encontrarle un uso a todo, incluso a lo menos pensado, aunque en este caso no era en un sentido tan bueno como aquellos otros.

El ojiperla sonrió, se apartó e hizo un gesto con los brazos hacia la puerta.

-Si señora, pero ¿te parece que bajemos a comer? No encontré mermelada pero supongo que te apañarás…-sonrió de nuevo y emprendió la marcha para salir del dormitorio.

¡Será sinvergüenza!

Esta batalla parece ser que la ganó Tenten, pero quién ganará la siguiente… ¿y la guerra?

Fanfic NejiTen: Orilla de Lágrimas

Cap. 5: Los disfraces



Tenten contempló su reflejo en el espejo, aún no muy convencida por su elección de disfraz, sin embargo, la modista que estaba tras ella no paraba de elogiarla y hacerle la pelota, obviamente porque le iba a pagar mucho dinero por su trabajo.

-Está preciosa, princesa.

Tenten se miraba y lo que veía en el espejo no le parecía tan “espectacular”, estaba bien, pero ¿preciosa?

Lila que buscaba a su prima para pedirle un obi prestado, alguno que le hiciese juego con el kimono rojo pasión y dorado que se había comprado, irrumpió en la habitación.

Al verla, Tenten le dijo: más que una geisha pareces una emperatriz.

Lila se rió y se acercó hasta ella, se colocó a su espalda, y colocando las manos en los hombros de la morena contempló el disfraz que ésta llevaba puesto desde el reflejo del espejo.

-¡Vaya! Que poderío.

-¿Verdad que sí?-convino la costurera- Un hombre poderoso para el que trabajé una vez, me dijo que podía tener todo el poder del mundo sobre él, porque las mujeres podemos tener mucho poder sobre los hombres si lo ejercen como es debido.

Tenten suspiró y añadió: si eso es cierto dime cómo, me gustaría tener un poco de ese poder ahora mismo.

-¿Cómo vas a llevar el pelo?

-No lo sé, pensaba usar alguna peluca.

Ella sabía de sobra lo que le gustaba a Neji verla con su melena suelta y brillante al sol o a la luz de las velas. Por eso, como protesta, pensaba recogérselo y ocultarlo. Con un poco de suerte ni la reconocía y no se lo encontraría esa noche.

-Si no quieres enseñar el cabello, hay otras formas aparte de usar una peluca.

-Es cierto, puedes empolvártelo con polvo de talco negro y perderá mucho brillo, hay ninjas que utilizan este recurso para pasar desapercibidos en la noche.-Le advirtió Lila.

-Si permite mi opinión, princesa, sería una pena cubrir su cabello con polvo, tiene un color precioso.

Pero Tenten no estaba segura de querer estar “encantadora”, era demasiado peligroso…aunque se le ocurrió una idea muy buena para poner en práctica que seguro a Neji le sacaba de quicio; coquetear con otros hombres. Si aparecía en el baile fabulosa y radiante, por una vez las miradas que concentrase en ella no serían para criticarla o juzgarla, sino que fruto de la envidia y el deseo. Y eso en cierto modo también sería una pequeña venganza contra todas aquellas mujeres que la critican.

¿Cómo se sentirán esas mujeres si concentrase toda la atención de sus parejas o maridos en mí? –se frotó las manos ante la atractiva idea.

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Cuando llegó el sábado, día del evento, Tenten salió de su casa hacia el baile benéfico envuelta en una capa negra y con dos guardias.

Al llegar a la fachada del castillo feudal de su padre, bajó del carruaje con la ayuda de los dos apuestos escoltas que además, también la acompañaron hasta la puerta principal. Tenten entregó la invitación (aunque a ella no le hacía falta, pues todos allí ya la conocían) y pasó entre el gentío sin más, dejando a fuera a sus dos acompañantes personales para cuando se quisiera ir.

Nada más entrar echó un vistazo rápido al salón y contempló los variados atuendos de los presentes, los había pintorescos, como el de monje o fantasma; o más típicos como el de ninja, bruja o ángel.

Había muchísima gente, y la mayoría llevaba antifaz, así que se le hacía difícil reconocerlos a todos. Además, el colorido y la música lo asaltaban a uno allá donde estuviera.

Dejó su capa negra a un lado, entregándosela a Yumi, quien insistió en participar en la celebración como ayudante del servicio en el castillo de su padre. A continuación, Tenten, dio paso tras paso, se ganó las miradas indiscretas de más de uno. Pero no le importó, es más, dio varias vueltas por la zona intentando reconocer a las parejas que bailaban en el centro por sus gestos, movimientos y/o manera de andar.

Estando tan absorta no se dio cuenta de que alguien posa su mano sobre su hombro derecho, ella ladea la cabeza elegantemente y contempla al Kazekage vestido de soldado romano.

-Vaya Gaara, esa coraza te favorece ( y lo demás también).

El pelirrojo llevaba puesto una capa roja sujeta en uno de los extremos de los hombros, una coraza negra que no hacía más que resaltar lo que se escondía bajo ella y unas tiras de picos en granate, sujetas en la cintura dejando a la vista sus bien formadas piernas de atleta.

-Veo que al final te has dejado convencer por mi hermano Naruto, él va de Cesar y tú debes de ser Marco Antonio ¿no?

Gaara: sí, pero es una gran coincidencia que tú vayas de Cleopatra.

-De eso nada, Naruto en cuanto supo de mi disfraz se le antojó el de ir de líder romano ¡y quién más que Julio Cesar! ¿Verdad?

Ambos sonrieron y luego Gaara extendió una mano para un vals.

-¿Qué me dices, ¿bailas? Recuerda que tienes que representar a tu personaje.

-Claro, seré tu Cleopatra, pero espero que bailes tan bien como la última vez.

El pelirrojo se desprendió de la espada y la funda que llevaba sujeta en la cintura, para que al bailar, a Tenten no le diese molestias….golpes.

Todo el mundo se quedó mirando absorto el buen hacer de ambos “líderes”, y poco a poco las demás parejas cesaron sus vals y fueron rodeando a la morena y al ojiazul.

Esto sucedía al tiempo que Neji llegaba al baile, y llegaba tarde porque fue a buscar a su mujer hasta su casa, ¿y qué creéis?, exactamente, Tenten no se molestó siquiera en esperarlo, ella ya se había ido cuando él llegó. Así que tuvo que hacer otro viaje hasta la fiesta, trayendo consigo un accionado malhumor. Ahora estaba hecho una furia por ese “desaire”.

Al principio no distinguía a los bailarines del centro porque había demasiada gente apelotonada allí, pero en cuanto la melodía cesó y la multitud se dispersó, pudo contemplar claramente el porqué. Se acercó a paso lento para no llamar la atención y se apoyó en una esquina, observando detenidamente la escena.

Y al prestar una especial atención a su mujer, notó lo radiante y endemoniadamente atractiva y seductora que estaba; tras verla no era de extrañar que una manada de hombres estuviese en las esquinas acechándola, a la espera del momento de abordarla.

Al volver a posar la vista en Tenten, percibió una gran sonrisa en su rostro, sonrisa que hacía muchísimos años que no veía, sonrisa que no era para él ni tampoco se la había conseguido él. No, de Tenten sólo recibía desdén y resentimiento; así que por el momento no se le aproximó. Quería seguir viéndola reír.

Al menos uno de los dos aún puede sonreír, Tenten disfruta el momento, nada dura demasiado. Y sé que en cuanto te des cuenta de que estoy aquí, esa sonrisa tuya, inmediatamente desaparecerá de tu rostro y volverás a ser la reina de hielo que yo conozco.

La miró y sintió sus pies pegaos al suelo mientras la oía reírse. Era algo que no había escuchado en años, pero todavía le resultaba muy familiar. Ninguna mujer se reía como Tenten, tan bajo y profundo, con ese timbre tan erótico….proveniente de una mujer que parecía un ángel esa sonrisa siempre lo había emocionado. Y todavía lo hacía. Sintió deseos de estallar con una fuerza repentina e inesperada.

Ella vestía sólo una fina tela azul turquesa en un vestido de corte griego que insinuaba todas sus curvas y, sobre esa fina seda azul se encontraba otra, mucho más larga y ancha que dejaba caer al suelo un par de metros de tela formando una cola en color blanco pálido. El blanco siempre había sido un color que le sentaba muy bien y con ese bien escogido disfraz, podía ver con claridad la brillante y pulida piel de su cuello y sus brazos.

El vestido no mostraba cierre alguno, tan sólo un lazo azul cielo detrás de la nuca, lo que indicaba que probablemente si Tenten se giraba, podría ver aquel lunar tan seductor en el final de su desprotegida espalda. Y con tan sólo imaginárselo, Neji estuvo a punto de hacer evidente el “levantamiento” de una de sus extremidades.

Así que inmediatamente miró hacia el suelo, hacia los pies de ella, y pudo ver unos hermosos deditos asomar bajo la tela del vestido. Cuando ella se movió y se apartó del centro de la pista junto con Gaara, pudo ver además de sus deditos, el asomo de una tela dorada que rodeaba sus pies a modo de sandalia, lo que explicaba que bajo su chal de largas capas de tela pudiese notar la sombra de un hilo serpenteante subiendo por sus piernas hasta la rodilla. Y de nuevo la sensación de “acaloramiento” por ese nuevo descubrimiento hizo que brotase en él el deseo de poner sus manos en sus pies e ir subiendo lentamente por sus muslos deshaciéndole las sandalias de nudos y lazos entrelazados para apoderarse después de su suave y dulce piel.

Neji llevaba ya mucho tiempo sin practicar el sexo con alguna mujer, casi 4 meses para ser exactos, y que se sintiese así al verla lo achacó a este hecho. Culpó a su falta de….a su “letargo”. Aunque si quería reconquistar a Tenten era imprescindible que esa noche no se fuese con ninguna otra que no fuese ella. Pero el tenerla tan cerca y a la vez tan lejos, lo mataba. Y ya no sólo en el sentido físico de la “necesidad” que sentía; realmente y aunque le costase admitirlo, en esos 7 años de distanciamiento la echó de menos, muchísimo.

Neji volvió a posar sus ojos en ella, se fijó en el cabello. Tenten lo llevaba suelto, como a él más le gustaba, aunque esa noche además, poseía las añadiduras de unas pequeñas y brillantes piedras de colores haciendo su melena morena mucho más atractiva, si cabe. Su cabello terminaba en pequeños bucles de tirabuzón, dándole un aire muy encantador. En el interior de esos bucles había un poco de polvo azul brillante perfumado que no sólo hacía más que resaltar el especial y cálido color de los ojos de su mujer, sino que el polvo también desprendía una dulce y embriagadora fragancia, un aroma plenamente cautivador que emanaba nada más y nada menos que de su punto débil, ella, su esencia misma. Y aquella mezcla de fragancias que lentamente comenzaron a adueñarse de toda la estancia, no hacía más que recordarle lo doloroso que era que la “puerta” de ella siempre estuviese cerrada para él.

No aguantando más el ver como todos los hombres (casados, viudos o solteros) la miraban con deseo recorriendo todo su cuerpo carnal y cálido con la mirada, se irguió y a modo de aviso para todos ellos y para el que estaba hablando con ella, se acercó hasta su mujer y con un brazo la rodeó por la cintura.

Gaara medio sonrió al notar como Neji se tensaba y sufría un repentino pero disimulado ataque de celos. Supongo que lo descubrió porque él también es de los que son serios y tranquilos por fuera y sabe lo que puede estar pasando por la mente del Hyuga en esos mementos, pero ¿quién puede culparlo?

Como era de esperar, la sonrisa de Tenten se extinguió nada más tocarla y, como ella estaba en sociedad tenía que ser prudente con sus actos y sus palabras, por lo que disimuladamente se escabulló de su agarre y se acercó hasta la oreja de Gaara para comunicarle algo como en secreto, como si lo que le fuese a decir fuese muy importante, una confidencia.

Tenten inclinada sobre el Kazekage: arigato por el baile, hasta que ha llegado “ÉL” me lo he pasado bien. Si ves a Naruto salúdalo de mi parte, seguramente me marche pronto, visto el panorama –ante este último comentario ambos medio sonrieron, algo que no pasó desapercibido por el ojiperla, luego Tenten prosiguió- ven la semana que viene a visitarme, sabes que me aburro mucho, así…podrás tener también una excusa para visitar a mi prima Lila, me parece que le gustas.

Al acabar de hablar y poner algo de distancia, Gaara se sonrojó por el descubrimiento que acababa de tener lugar, pues a él Lila tampoco le desagradaba, es más, tras verla con el Kimono rojo pasión y dorado, fue suficiente para provocar en él una “subida de tensión”.

Tenten le guiñó un ojo en señal cómplice para darle ánimos y su aprobación. Su prima sí se merecía a un hombre decente, un hombre como Dios manda y si la cosa entre ellos salía bien, Gaara también se llevaría a una gran mujer, de ideas claras y grandes expectativas, una mujer dulce y cariñosa que sabrá bien como “atenderlo”.

Y ese guiño cómplice entre la morena y el ojiazul, sirvió para que aumentara la cólera interior del Hyuga, que a pesar de no escuchar la conversación, veía las “confianzas” que esos dos se traían, aunque si dejaba que Tenten se diese cuenta de lo que eso le molestaba, probablemente lo haría siempre, de modo que hizo un esfuerzo por tranquilarse. Cuando aisló su rabia, tiró del brazo de su mujer apartándola del resto de la gente y de Gaara, tiró de ella hasta llegar a un punto ciego del salón.

-¿Te pasa algo?- preguntó irritada y con desgana mientras se veía arrastrada.

-¿Cómo se te ocurrió venir tan tentadora, Tenten?... ¿es qué no ves cómo todos los hombres de la sala te están haciendo el amor con los ojos? –mientras decía esto fulminaba con la mirada a más de uno.

-Eso pretendo.

-¿Con qué fin?

-Conseguir a un buen amante, por supuesto, así tendrás una excusa perfecta para el divorcio y me dejarás tranquila.

-Yo soy un buen amante.

Tenten con la mirada triste: sí, de eso no me cabe duda –y mientras decía eso posaba la vista sobre Ino Yamanaka y Haku, dos de sus antiguas amantes que tuvo que invitar a la fuerza por ser la prima y la hija (respectivamente) de dos señores feudales.

Neji sintió la necesidad de abrazarla, pero al ver como el cuerpo de Tenten se encogía si intentaba acercarse, desistió en su idea.

-Mañana te llevaré a mi casa, la que está al sur de este maldito feudo.

-¿Para qué?

-Tranquila, no es necesario que pongas esa cara de susto, no voy a raptarte. Sólo quiero que le eches un vistazo y si al final de estas tres semanas la eliges para que sea en la que nos quedemos a vivir, te gustará hacerle algunos cambios.

-Lo dudo

-Puedes gastarte todo lo que quieras, mi patrimonio de Konoha está dando buenos beneficios, así que derrocha cuanto quieras.

Ella odiaba que fuera tan razonable. Eso le hacía tener el estúpido sentimiento de que ella debía serlo también, y no quería ser razonable, no con él.

-Arigato por tu oferta de redecorar la casa –dijo con absoluta falsedad- pero creo que es una tontería.

-No sé por qué no estás más contenta.

-¿Contenta?

-Sí, te encanta redecorar, siempre te ha gustado, y además, es la excusa perfecta para ir de compras a mi costa. Con una oferta de este tipo, cualquier esposa estaría saltando de alegría y cubriendo de besos a su marido.

-Ya te gustaría –dijo cruzándose de brazos.

-Sí, vivo sólo para ese día. Pero claro, cuando llegue, seguramente me dé un colapso y la palme al instante. Entonces te apenará no haberme cubierto de besos mucho antes.

No me atormentes, tan sólo vete.

-Anda, vamos, te llevaré a casa –dijo en tono suave.

Ella no contestó nada, sólo caminaba un par de pasos por detrás de él, pensando en que realmente, ya no tenía escapatoria. Pensar en que Neji se cansaría y se iría no sería lo que iba a ocurrir; el Hyuga tenía toda la intención de llevar a cabo sus propósitos y no se detendría ante nada. Y ella lo sabía, lo sabía. No le quedaban más salidas y el tiempo ya comenzó a correr en su contra.

Ahora, mientras el carruaje los llevaba a su casa, el único sonido que se oía era el de la lluvia contra el techo de cuero. Tenten mantenía un desprecio distante, intocable, que se había convertido en una de sus características con el paso del tiempo, la diosa de hielo que él tanto odiaba. Siempre acababa metiendo el dedo en la llaga y sacaba su lado más sarcástico e hiriente, y ese desprecio era muy impropio de la joven sonriente y divertida con la que él se había casado. Aquella joven le había dado algunos de los mejores placeres de su vida, pero ya no era más que un recuerdo borroso para él. Odiaba a esa “reina de hielo” en la que se había convertido, sobre todo porque sabía que en parte, él era el culpable de esa transformación.

Neji estudiaba a Tenten mientras ella miraba por la ventana, negándose incluso a mirarlo y sintió un gran vacío. Había perdido algo valioso cuando aquella joven desapareció 7 años atrás, algo bello y frágil, algo que ya no podría volver a recuperar.

Ahora Neji no sabía si podría ser lo suficientemente encantador y gracioso como para conquistarla de nuevo.

Él lo único que quería era una tregua, una mujer apasionada y un hijo…pero parecían algo tal lejano…

Fanfic NejiTen: Orilla de Lágrimas

Capítulo 4: Insistencia



Él estaba ilusionado y ella furiosa.

Tenten miró hacia la puerta carrada, incapaz de creerse lo que acababa de oír “¿qué tuvimos nuestros momentos?”…..

Y mientras contemplaba aquella blanca puerta de la casa de Naruto, a ella sólo le vino a la mente la puerta pintada de rojo de la casa en la que vivieron juntos tras casarse. Y con ese recuerdo vinieron muchos otros, como el olor a trigo y a amapola del jardín en la parte trasera de la casa o las tardes que ambos pasaron a campo abierto recogiendo las manzanas de los árboles que estaban por allí plantados. Bueno, en realidad ella las recogía y él la levantaba por la cintura para que pudiese llegar a las ramas más altas. Neji, en calidad de ninja, podría haber dejado “secos” a esos árboles de pesadas frutas en un abrir y cerrar de ojos, pero sostenerla de aquella forma era mucho más “entretenido” e “interesante”.

Tenten recordó la noche en que se lo encontró de nuevo en el baile, y con él, los recuerdos de otros bailes en los que había asistido sola, bailes en los que tenía que aguantar comentarios como “qué pena que no esté Neji en la villa….él “baila” tan bien…..seguramente en estos momentos esté bailando hasta la cama de Ino Yamanaka…”

En aquel momento Tenten no creyó a las voces que propagaban esos “rumores”… ¿por qué eran eso verdad?…sólo rumores….pero en ella ya se había instalado la sombra de la duda y tuvo que hacer sus pesquisas….hasta que un día Neji viéndose acorralado por la verdad, se lo confesó todo. Le contó que sí que era cierto que había tenido una amante durante el tiempo en que salieron…pero que dejó a Ino el día del “sí quiero” y que no había estado con ninguna otra desde que se casaron…..y aunque aquellas afirmaciones fuesen ciertas, no era suficiente.

Desde aquel día en el que descubrió toda la verdad, que tuvo una amante, que no la quería y que se casó con ella para conseguir el respaldo del dinero Uzumaki, el corazón confiado de Tenten se rompió y maduró de golpe.

La “princesa” se encerró en su habitación, cerró con llave, permaneciendo sola junto con la poca autoestima que le quedaba. Se pasó días enteros llorando….el tiempo transcurrió lento y Neji ni siquiera se mostró arrepentido por lo que había hecho. No hubo ninguna palabra de amor, ninguna palabra de disculpa, en cambio; esperó todo un mes a que ella se ablandara, y cuando eso no sucedió, se fue de su lado sin pensarlo dos veces.

Hasta la aparición de Ino, Tenten nunca había tenido esa sensación enfermiza de celos o el dolor desesperado en su corazón, gracias a Neji, ya conocía todo eso.

Le había costado mucho tiempo dejar de fabricar imágenes de él tocando a Yamanaka, hasta que esa imagen fue reemplazada por las mujeres que vinieron después. Tenten había estado años echando capas de hielo y orgullo sobre su corazón, hasta que al final consiguió llegar a ese punto en que ya no le importaba lo que él hiciera ni con quien lo hiciera.

Y ahora quería volver, ¿por qué? No por ella, de eso la Uzumaki estaba segura; quería reconciliarse sólo porque ella era la única que podía darle lo que él necesitaba, lo que él quería, un hijo legítimo y un heredero. Pero Tenten no podía perdonar y olvidar sin más.

Neji podía acostarse con la mujer que quisiera, pero esa mujer nunca más sería ella….NUNCA MÁS.

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Cuando Neji fue a buscarla el lunes, la rabia de Tenten desapareció, y su corazón volvía a estar a salvo en su bloque de hielo protector.

Tenten estaba apoyada en una larga y ancha mesa de madera color ocre. Discutía con su prima Lila acerca de a quien se iba a invitar al baile de disfraces que tendría lugar en el castillo de su padre, sería un baile benéfico para reparar la muralla externa de la villa, muy desgastada por el paso del tiempo y la humedad.

Cuando Neji entró en el salón estaba más atractivo y elegante que nunca, pero ahora Tenten al mirarlo no sentía nada.

El que no se girase y atendiese al Hyuga era considerado una falta de respeto, como un desaire, pero eso a ella le importaba 3 pimientos. Siguió con lo suyo y pasó de él como del aire.

-¿Cuándo es la fiesta?

-Este sábado- respondió Lila.

-Da lo mismo cuando sea, porque tú no asistirás.

- ¿Quién lo dice?

-Lo digo yo

- ¿Y eso por qué?

-A mí me apetece ir, así que tú te quedas, no quiero que me estropees la noche.

Neji se acercó a la mesa y también se apoyó en ella, luego prosiguió en tono seductor: yo no te estropearía la noche, solo la haría más….entretenida…sólo para ti.

-No te he invitado, y sin invitación no te dejarán pasar.

-¿Eso crees? Pues ya lo veremos.

- ¿Es que quieres volverme loca? ¿Por qué no puedes hacer tu vida lejos de la mía? Hasta ahora lo has sabido hacer muy bien.

- ¿Has hecho tu equipaje? He traído un carruaje para llevarlo ¿qué casa has elegido?

Tenten suspiró y lo miró: no he hecho el equipaje y antes de que digas una palabra, déjame decir algo- se separó de la mesa y se sentó- los dos sabemos que si tú quieres puedes llevarme por la fuerza, pero también sabemos que si yo quiero, podría huir a otra aldea, me escondería bien y no me encontrarías nunca. Las dos opciones son horribles y el divorcio no es posible.

-Continúa.

-Antes de que me vaya a vivir a tu casa, me gustaría tener un tiempo para acostumbrarme a la idea.

-¿Acostumbrarte a qué idea? ¿A volver a hacer el amor conmigo? –parecía enfadado, como herido en su orgullo.

-A vivir juntos.

-¿Cansada Tenten? ¿Piensas que por qué estés cansada debo irme sin más?

Tenten pensó: si, maldito seas, que te parta un rayo y la espiches en el desierto…bueno, teniendo al Kazekage de mi parte seguro que podría hacer que tu muerte pareciese un accidente….nunca nadie te encontraría a varios metros bajo tierra de arena….-luego apartó esas “diabólicas” ideas de su mente y se centró en lo que trataban.

-siempre lo has hecho.

Él cambió de expresión y ella supo que había dado en el blanco, pero no le gustó. Tan sólo quería que se marchara, que se fuera lejos y no volviera nunca más.

-ahí estás tú –dijo casi para sí mismo mientras la miraba- la diosa rencorosa que mira a todos con pena y con mirada impasible.

Aunque así era cómo quería mostrarse ante él, su descripción le dolió.

-Tenten que todo terminase así no es sólo culpa mía, también es tuya; deberías darte cuenta, yo ya lo he hecho.

Tenten se negaba a aceptar aquello, porque aunque así fuese y ella también tuviese parte de culpa, no era suficiente para cambiar su forma de pensar sobre lo sucedido. Ella sabía que él volvería a hacerle daño si se lo permitía, volvería a hacerlo. Porque para Él, era todo muy fácil, podía sonreír y mentir sobre las cosas que más importaban mirándola a los ojos. Era algo que llevaba mucho tiempo haciendo, mentir sin remordimientos y con tono auténtico era algo a lo que estaba acostumbrado, y ella siempre quería creerlo. Eso era lo que le asustaba, lo fácil que era creerlo.

“¿ME AMAS?”


“SÍ, TE ADORO”

Sus pensamientos fueron interrumpidos por una criada que traía el disfraz que llevaría Tenten al baile. Estaba envuelto como para regalo, con lo cual, Neji se quedó con la curiosidad de ver cómo sería el traje.

-Señora Uzumaki, aquí le dejo su vestido –lo depositó sobre la mesa.

-Por favor Yumi, págale a la modista lo que corresponde y dale las gracias de mi parte por su tiempo y su trabajo.

-¿De qué irás disfrazada?

-Y a ti qué te importa.

-La verdad es que sí me importa, porque si voy a ser tu pareja de baile no quiero que me vayas a dejar quedar mal.

A Tenten le salieron varias venitas en la frente y apretó con fuerza ambos puños para contener su rabia que por poco estuvo de aflorar y dejarlo KO. Así que respiró hondo y mirando a Yumi (su criada de más confianza) añadió: pídele también a la modista que venga mañana por la tarde por si me tuviese que hacer algún arreglo.

-Tenten, estoy deseando verte puesto ese disfraz. –indicó Lila, muy callada en la discusión.

-Aunque no sé si elegir otro, no estoy muy segura de que resulte convincente en el papel, porque aunque sólo sea para un baile de disfraces, se supone que debemos actuar como nuestro personaje toda la noche.

Neji sonriendo con malicia: pues más te vale elegir bien.

Y a este quién le ha dado vela en este entierro…se mete y sale de las conversaciones ajenas cuando le da la gana….hace lo que le da la gana….-venita en la frente de nuevo- el muy sinvergüenza…

-Tú Lila, ¿de qué irás vestida?

-De geisha pero…-se dirigió a su prima- ¿Naruto de que irá?

-No estoy segura, anteayer se le antojó ir de samurái, luego de rana y más tarde de lobo, pero ayer me comentó que quería ir de líder militar romano o algo así.

-Tu hermano sería capaz de traer a todo el imperio romano si se lo pidieses, sabes que te adora.

-En eso estoy de acuerdo, si lo dudas sólo tienes que fijarte en cómo me mira cada vez que me lo encuentro.- añadió Neji.

Lila comenzó a reír ante aquel comentario, a Tenten también le entraron ganas, pero se contuvo.

-¿Por qué sigues aquí? ¿Es qué te han echado de casa?

-Vivo solo ¿recuerdas?

Y aquel comentario hizo que ambos recordasen el porqué de la visita del Hyuga.

Tenten vio como se le acercaba y posaba sus manos sobre la superficie de la mesa, y ella contempló aquellas manos fuertes y de dedos largos. Recordó cómo se sentía cuando esas manos la acariciaban, pero también sabía cómo se sentía cuando se imaginaba esas mismas manos sobre el cuerpo de otra mujer. Incluso ahora, después de todo lo que él había hecho le dolía pensarlo, y por eso lo odiaba. De ninguna manera volvería a herirla, su concha de hielo debía permanecer intacta, sin romperse ni derretirse.

-Yo no he sido la que ha mentido, soy la que ha pasado 7 largos años sola.

-Solo porque un hombre tenga una amante no significa que no esté solo.

-Entonces corre a buscarte una, esperaré a leer en los pergaminos que circulan por la villa lo solo que estás.

-Ya estamos otra vez –suspiró- esto es lo que pasa siempre que estamos en la misma habitación más de 10 minutos, que empezamos a buscar culpables, a echarnos la culpa, sacando lo peor de cada uno. Hace 5 minutos casi te hice reír y ahora estamos a punto de lanzarnos al cuello del otro.

Bien pensado, -meditó Tenten- es una buena fantasía imaginar mis dedos estrangulándote (ángel bueno de Tenten: mira esa carita, intenta hacer las paces ¿por qué no tomas ejemplo?// ángel malo de Tenten: de eso nada, ¡a por la yugular! ¡A por la yugular!)

-¿Cómo lo conseguimos? –Él se acercó más y su torso rozó los hombros de ella- no quiero que pasemos la vida buscando la manera de alejarnos, lo odio…. ¿Tendrás en cuenta lo de vivir juntos? –Interrogó como si ella tuviese opción- sólo estás retrasando lo inevitable. No voy a marcharme Tenten, esta vez no.

¡Qué gran mentira! Claro que te irás, siempre lo haces. Es sólo cuestión de tiempo que me abandones, y entonces te irás con otra mujer; una mujer guapa y elegante que llame tu atención; y entonces tendré que sentarme delante de ella a tomar el té.

-¿Cuánto tiempo pides?

El resto de nuestras vidas so canalla desgraciado, con lo bien que estaba yo solita en mi casa y ahora vienes tu a molestar y a complicarme la vida…. ¡serás bastardo!

Pero ese pensamiento no podía dárselo como contestación, o entonces sí que irían a por la yugular. Así que la ojimiel calculó lo que él podría tardar en cansarse, irse y dejarla en paz. Si en el pasado un solo mes bastó para ello, pensó en triplicarlo.

-Tres meses.

-¡Ni loco! Te doy 3 semanas.

¡Será cabrón!

-No puedes hablar en serio.

-3 semanas, Tenten, y durante ese tiempo vamos a pasar mucho tiempo juntos.

Tenten moviendo la cabeza en ambas direcciones: no es posible, los dos tenemos compromisos.

-Pues habrá que cancelar algunos para pasar tiempo juntos.

-¿Tiempo para hacer qué? Si no tenemos amigos comunes, bueno excepto Sakura y Sasuke, pero no viven aquí y además ni siquiera nos movemos en los mismos círculos, no tenemos nada en común, nada de qué hablar.

-Eso va a cambiar, seguramente que después de verme contigo en aquel baile de hará un mes ya habrán comenzado o circular los rumores sobre nuestra reconciliación, y no te extrañes si a partir de ahora comienzas a recibir invitaciones para los mismos eventos que los míos.

-¡Por kami! ¡Vives para torturarme!

-Si va a haber tregua entre nosotros, comenzará estando juntos, vivamos en la misma casa o no.

-No quiero tregua, no quiero que estemos juntos.

-Pero si quieres tiempo ¿eh? Si quieres esas 3 semanas pasarás tiempo conmigo, sino le pediré a los ancianos que vuelvas conmigo y en 2 días estarás en mi casa y en mi cama.

-Muy bien, pero te advierto que voy a hacer todo lo que pueda para fastidiarte en ese tiempo, quiero que te saques de la cabeza esas ideas raras de reconciliación.

-Bien, nos veremos en el baile –dijo antes de abandonar el lugar.

Fanfic NejiTen: Orilla de Lágrimas

Capítulo 3: TE RECLAMO



En ese momento el Uzumaki le cerró la puerta en las narices y lo dejó esperando fuera. El rubio se dirigió al salón, donde se encontraba Tenten y la prima de ambos, Lila. Tenten lo miró desde su asiento con horror.

-¿Así que ese maldito Hyuga puede llevarme consigo y no hay nada que puedas hacer?

Naruto se volvió sin contestar, pero ella pudo ver muchas emociones en sus claros ojos azules; la profunda rabia que siente por Neji, compasión por la situación en la que se encontraba ella y, en primer lugar, culpabilidad por haber permitido su matrimonio. Pero Tenten pudo ver algo más, la inevitabilidad.

-¿Cómo voy a irme con él? –Gritó- después de todo lo que ha pasado ¿cómo puedo vivir con él?

-Tú eres su mujer –contestó, y aquella respuesta fue como si a ella la atravesaran con un arma.

-¿Pero no hay nada que puedas hacer Naruto? Después de todo eres el futuro señor feudal de esta villa, tienes influencia.-apostilló Lila.

-Mi influencia ahora no sirve para nada, Neji tiene la ley de su parte, y ni siquiera yo puedo proteger a Tenten de eso –miró a su hermana directamente a los ojos y añadió- si amenazase a Neji e impidiera que te llevase con él podría obligarme a devolverte con un decreto real, si quieres que luche contra él lo haré, pero perderé.

Para Tenten era muy tentador pedirle que lo intentase de todas formas, a pesar de que sabía que perderían. Pero no lo hizo porque no quería manchar el apellido Uzumaki.

El divorcio le era imposible, al menos mientras las antiguas leyes creadas por los ancianos permaneciesen, no tenía escapatoria. Él lo sabía y ella no sabía qué hacer.

-¡Por Kami! ¡Qué estúpida he sido! ¡Si pudiera volver atrás en el tiempo!

Su prima la abrazó en forma de consuelo a la vez que le decía: nunca has sido estúpida.

-Claro que sí, Naruto trató de prevenirme durante años. Me dijo que Neji era un bala perdida, que yo era aún muy joven y que esperase, ¿por qué no lo escuché?

-No te culpes por el pasado, no te tortures más por lo que ya no tiene remedio.

Naruto cruzó la habitación y salió de nuevo al encuentro del Hyuga, Lila al poco tiempo también lo siguió, por si se ponían las cosas feas que no acabasen matándose entre ellos.

Tenten, en aquel instante, recordó las veces en que el Hyuga la esperaba en la antesala del pasillo en el castillo de su padre. Siempre que lo veía llegar de una misión y la iba a buscar, ella daba saltos de alegría. Siempre que Tenten lo veía o escuchaba su voz desde la habitación de al lado estaba tan nerviosa que apenas podía mantenerse en pie esperando a que alguna de sus criadas la fuese a llamar para que lo dejasen pasar, y en esa espera su corazón se retorcía de impaciencia y de un deseo dulce.

“¿Me amas?”


“Si, te adoro”

A Tenten le dolía recordar la inocencia con la que lo había creído. Le dolía recordar lo vulnerable y ciega que había sido. A Neji el patrimonio era lo único que le importaba, ella no sabía por qué y tampoco lo intentó comprender. Pero también Neji le dio la espalda sin intentar entender sus sentimientos por lo que él había hecho; cómo la había abandonado y se había lanzado a los brazos de otra mujer, y otra y otra.

Tenten se giró y apartó todo aquello de su mente, ya no estaba enamorada de él y desde luego ya no era tan estúpida. Tenía que haber alguna forma de salir de todo aquel lío y pensaba encontrarla.


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Neji siempre había sido una persona reservada y era difícil que se enfadara, pero cuando se lo provocaba, los resultados podían ser catastróficos. Y esas pocas ocasiones solían ser con los Uzumaki.

Después de una acalorada charla con Naruto y Lila, para él, unos entrometidos en su causa, le faltaba ya poco para rebasar ese límite de “compostura”. La tensión en el ambiente era cada vez más densa y pesada. Hacía 8 años que Neji no ponía un pie en aquella casa y sin embargo le pareció que fue el día anterior la última vez que estuvo allí.

Pudo ver a Tenten desde donde estaba, a través de la ventana del jardín, se encontraba de pie mirando hacia el vacío. Y le pareció que estaba tan radiante y encantadora como entonces, no era de extrañar que aquel otoño que la conoció tuviera decenas de pretendientes haciendo cola en su puerta. La sonrisa de aquella chica podía encandilar a cualquiera, pero la sonrisa de la mujer en la que se había convertido se había perdido.

La culpa no es sólo mía, es de los dos.-pensó.

A los aproximadamente 15 minutos, teniendo la sensación de que “el conflicto” no iba a terminar nunca, Tenten bajó hasta donde estaba el resto e hizo un gesto a Lila y Naruto para que volvieran dentro, quería hablar con Neji a solas para intentar hacerlo desistir de su “absurda” idea una vez más.

Cuando su hermano y su prima se retiraron, Tenten se dirigió al Hyuga: no voy a irme contigo –mientras lo decía el desprecio inundó su rostro, cosa que a él no lo sorprendió, pues desprecio y odio eran lo único que sentía por él en esos días.

-Si vendrás.

Tenten negando con la cabeza: no, no lo haré.

-Entonces tendré que llevarte atada.

-¿Vas a sacarme de aquí por la fuerza? ¿Serías capaz de algo así?

-Sin dudarlo.

- Naruto no dejará que me lleves a rastras.

-Seguramente, pero si lo hace entonces sólo tengo que presentar un decreto real ante los ancianos y él perdería. Estoy seguro de que ya te lo habrá dicho.

Tenten no afirmó ni negó esa conclusión, tan sólo añadió: entonces pediré el divorcio.

-No tienes ninguna razón para hacerlo, y tras verte envuelta en un escándalo y que el apellido de tu familia cayese en vergüenza, perderías. Sólo podrías divorciarte si fuésemos parientes o yo fuese impotente. Pero no estamos emparentados de ninguna manera y, en cuanto a lo otro, nadie podría creerlo.

-¡No teniendo tu reputación! –Dijo con disgusto- ¡qué injusticia! Si yo hubiera tenido amantes, podrías alegar adulterio para divorciarte de mí y sin embargo, tus adulterios son bien conocidos y yo no puedo usar esta excusa.

-Ya sabes la razón de eso, para los hombres que pertenecen a la nobleza, es importante saber que su heredero es suyo.

-Entonces quizá debería hacer como tú y tener amantes –alzó la barbilla con aire desafiante - ¿te divorciarías de mi si tuviera un amante?

Eso Neji ni siquiera podía encontrarlo divertido, sus ojos se abrieron y dirigiéndose a ella dijo- no lo intentes, Tenten.

Ella levantó una ceja con elegancia y continuó: ¿preocupado Neji?

-Si tienes un amante antes que un heredero todos los nobles te harán la vida imposible; las demás familias feudales, los mandatarios militares de las villas y los ancianos del consejo te harían el vacío.

-Ya se me critica por no darte un hijo, a lo mejor merece la pena intentarlo y alargar el calvario un poco más.

-¡Que el infierno se hiele! ¿Es eso?

La ojimiel dio unos pasos alrededor de él y se distanció, como si ya no pudiera soportar tenerlo tan cerca. El Hyuga la observaba, captando toda la soberbia femenina que poseía. Él sabía que no había forma de que admitiera que había sido ella quien se había distanciado primero, quien había dado el primer paso, la que había dicho las primeras palabras amargas que lo habían llevado por aquel camino. Pero en aquel momento no necesitaba tener razón, sólo necesitaba una tregua lo suficientemente larga como para tener un hijo.

Se puso detrás de ella y la cogió por los brazos. Tenten se sobresaltó por el contacto, pero él la apretó contra sí para que no se separara.

-El divorcio no es una opción, Tenten.

-Entonces podría pedir una separación legal, al fin y al cabo ya hemos estado separados durante años, sólo sería hacerlo formal.

Se le estaban acabando las ideas y él podía notar la desesperación en su voz.

-Nunca consentiré esa separación y, sin mi consentimiento, no hay posibilidad de que ocurra. Además, casi todos los señores feudales frente a los que presentes tu recurso te darían con él en las narices. La mayoría son hombres casados y no quieren que luego sus esposas les vengan con lo mismo.

-¡Hombres! Qué fácil es todo para vosotros.

-Si, los hombres hacemos las cosas a nuestra manera.

-¡Pues menuda mierda! Tendría que haber nacido en el siglo XXI, seguro que entonces podría mandarte directo al infierno, divorciarme y quedarme con todo (la casa, los perros y los niños…claro, en caso de que los tuviera...jiji…)

Neji estaba alucinando por lo que acababa de escuchar, era raro que Tenten dijese tacos o hiciese broma alguna. Así que al ver esa estampa le entró la risa, pero no la demostró porque no era el momento para ello, y menos tratando con el tema que estaban.

-Entonces –se separó unos pasos- no me queda más remedio que huir de aquí.

- ¿Esconderte? –eso lo sorprendió aún más y también le preocupó.

Naruto con su posición podía mandarla a donde quisiese sin que ella tuviese que preocuparse por el dinero o la seguridad. Y, si ella lograba esconderse el tiempo suficiente, llegaría un día en que perdería su capacidad de engendrar, y en ese caso Neji nunca tendría un heredero para su clan. Todo esto lo preocupó mucho pero sabía que si lo demostraba, Tenten estaría en la villa de la cascada o en cualquier otra en menos de una hora. Así que aparentando serenidad incluyó- no es propio de ti esconderte. Nunca pensé que podrías ser cobarde Tenten.

-Poner medio mundo de por medio entre nosotros me parece una buena idea.

-Para huir de mí tendrías que ocultarte en un lugar muy, muy remoto, cambiar de nombre y ocultar tu identidad. No tendrías compañía y no volver a ver a tu hermano y a tus amigos acabaría contigo. No lo podrías soportar.

-¡Tzh! ¡vivo en una cárcel! ¡No tengo escapatoria!

Después de oírla decir eso, Neji supo que ella no huiría, y parecía tan desamparada, vulnerable y perdida que si no fuese por todo lo que ella le había dicho y hecho en el pasado, habría sentido pena por ella.

-Estás haciendo las cosas más difíciles de lo que en realidad son.

-¿Eso crees? ¡Así que tengo que ponértelo fácil! ¿Debo tumbarme y dejarte hacer lo que quieras con mi cuerpo?

Él se rió por lo bajo: ¿tú? Tú nunca fuiste “pasiva” haciendo el amor, y no creo que empezases a serlo ahora.

Ella enrojeció, los 7 años de distancia no habían acabado con todos los recuerdos de cama que tuvieron juntos. Y eso a Neji le pareció una buena señal.

-Esta situación será tan fácil o tan difícil para ti como elijas hacerla.

- ¿Y si elijo hacerla difícil? Que harás….-dijo con una mirada dura, la mirada de acero de los Uzumaki, una mirada que él conocía muy bien- ¿me tumbarías en la cama y me forzarías?

-No he forzado a una mujer en mi vida, y deberías saberlo mejor que nadie. Hace mucho tiempo que podría haber derribado la puerta que cierras entre nosotros.

- ¿Por qué no lo has hecho?

- ¡Maldita sea! Quizá fuera esa costumbre tuya de echarte a llorar cada vez que te tocaba.

-¡Creo que saber que mi marido me había mentido y engañado era una buena razón para hacerlo!

-O quizá –prosiguió como si no la hubiese escuchado- porque tú no dejabas de gritarme o insultarme cada vez que intentaba besarte, quizá porque tú empezaste primero a forcejear cada vez que te cogía entre mis brazos. Acabé por sentirme como un canalla por tocar a mi propia mujer y eso acabó con cualquier deseo.

-Nunca me amaste ¿cómo crees que me sentí cuando lo descubrí?

¡Mierda! Como empiece a hablar de sentimientos tengo la batalla perdida. Siempre la he tenido.- pensó Neji.

-¿Cómo piensas que me sentí cuando supe que habías tenido una amante antes de casarnos? Todo el tiempo que estuviste saliendo conmigo, cada vez que me besabas, me tocabas o me decías que me querías… -su voz se quebró por la rabia y sus manos se cerraron en un puño- justo hasta el día de nuestra boda te acostabas con Ino Yamanaka, incluso después de casarnos tú….

-No después de casarnos, Tenten, después no.

-5 amantes desde entonces, Neji, y a saber cuántas otras que yo no conozco.

Él no iba a justificar sus romances, no después de que lo echase de su lado y de su cama.

-Veo que has estado prestando atención.

-Es difícil no hacerlo cuando mis conocidos me enseñan los pergaminos que circulan con una imagen tuya y de tu nueva conquista, y me cuentan todo con detalle. Tenía que tomar el té con Haku (en mi fic hija de otro señor feudal) y permanecer sentada y ser educada con ella, sabiendo todo el tiempo que habías estado entre sus sábanas. Cuando me encontraba en alguna cena o fiesta con Ino Yamanaka, tenía que aguantar sus sonrisas de triunfo y sus indirectas sobre tus “artes amatorias” delante de todos los que estuvieran por allí.

-Tenten…

-Durante los exámenes de chunnin y jounin tenía que aguantar y oír a la gente murmurar sobre tus “conquistas” y escucharles decir lo hermosa que era Ino además de simpática y encantadora. Y cuando me enteré de que el marido de una de tus amantes te desafió a un combate y te dislocó un hombro pensé ¡bien por él! ¿Es que no te importa la humillación por la que he pasado por culpa tuya?

-Incluso me gustó cuando lo supe, después de que me rechazaras. –dijo furioso odiando la manera en que ella lo había convertido en el malo de la película por “atender” a sus necesidades masculinas, que según él eran naturales y justas, ya que ella se las había negado- ¿qué esperabas que hiciera Tenten? ¿Ir a tu lado y rogar? ¿Convertirme en un monje durante 7 años? Es cierto que me casé contigo por dinero, y mis razones tenía, pero también me casé contigo en vez de con cualquiera otra que también tuviese una buena posición porque eras una chica sensible y divertida, me gustabas y te deseaba. Pero cuando aquella chica me echó de su cama manipulándome con lágrimas y culpa, me fui a otro lado. En mi situación, cualquier hombre habría hecho lo mismo.

-Una vez pensé que eras mejor que cualquier hombre.

-Sé que lo pensaste.

Al mirarla, de repente un reflejo de lo que ella había sido pasó ante sus ojos. Una chica con unos cabellos que brillaban más que la luz del sol, una chica con unos ojos que expresaban adoración por él. Y ahora Neji se odiaba por su fracaso, porque había dejado de ser su héroe y se había convertido en un hombre imperfecto y corriente.

-¿Qué quieres que te diga Tenten?

-No quiero que me digas nada, sólo quiero irme, sólo quiero que te alejes de mí.

-Sabes que no puedo permitirlo, no puedo y no lo haré. Vendré a buscarte el lunes.

-¿No ves que esto no funcionará? ¿Acaso no lo recuerdas? Nuestra visa como marido y mujer era un infierno para los dos.

El ojiperla se giró para mirarla y por un momento le pasaron por la mente recuerdos de aquellos años, pero no de los últimos en los que apenas se veían. Lo que recordó fueron los primeros días con su mujer. En aquella época peleaban y discutían como cualquier pareja de recién casados, seguramente más que la mayoría, porque ambos tenían un carácter muy fuerte cuando se enfadaban. Pero no recordaba que su vida fuera tan infernal como cuando ella lo expulsó de su lado. Recorrió con la mirada la figura de Tenten, y los únicos recuerdos que le vinieron a la mente fueron los primeros, los más dulces.

El cuerpo de ella, más menudo que el de él, todavía estaba perfectamente delineado, una figura de curvas suaves y llenas. El cuerpo de Tenten podía estar oculto por varias capas de tela de seda bajo el kimono color verde y amarillo que llevaba puesto, pero Neji todavía recordaba perfectamente su aspecto sin todas aquellas ropas. Habrían pasado unos 7 años desde la última vez que la vio desnuda, pero hay cosas que un hombre nunca olvida.

Recordaba la forma perfecta de sus pechos, ahora visiblemente más desarrollados y voluptuosos que entonces, también recordaba la curva de sus caderas, la profundidad de su ombligo, el sensual y provocativo lunar al final de su espalda,…el sonido de su risa y los gritos de placer. Recordaba aquellos lugares donde solía besarla que hacían que se derritiese como la mantequilla; el cuello, las rodillas, la marca de nacimiento en lo alto del muslo,…con aquellos recuerdos Neji sintió que su cuerpo comenzaba a arder.

-No fue un infierno todo el tiempo, tuvimos nuestros momentos. –hizo una pausa y luego prosiguió- el lunes Tenten, te espero el lunes.