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martes, 13 de diciembre de 2011

Fanfic NejiTen: Orilla de Lágrimas

Cap. 6: Tras la puerta



Mientras avanzaban en un lujoso carruaje por las calles de la villa de la nieve, Neji no apartaba la vista de su esposa, sentada en frente suyo.

Tenten tenía una mano apoyada en una mejilla mientras observaba el paisaje por la ventana. Su otra mano sostenía en su regazo un abanico en tonos oscuros, contrastando con su kimono naranja y verde pálido. Su vestimenta no era ni provocativa ni atrevida, pero las finas telas de seda se amoldaban en todas y cada una de sus curvas a la perfección, otorgándole un aire muy, muy sensual.

Ese día soleado, ella traía el cabello recogido en una trenza que descansaba por encima de uno de sus hombros, dejando involuntariamente parte de la nuca al descubierto; eso junto con su pose siempre elegante (cabeza alta, pies juntos, espalda erguida, labios sensuales y carnosos,…) la convertían en la mujer más tentadora del mundo. Así que cuando el ojiperla comenzó a notar que se le tensaban los hombros y las rodillas y que sin darse cuanta estaba reteniendo aire, apartó la vista de ella y respiró hondo.
Mientras continuaba la travesía, Neji sintió más que nunca el silencio de ella, Tenten no se molestó siquiera en entablar conversación y evadía cualquier intento de él para iniciar alguna. Llegados a este punto, el Hyuga ya empezó por preguntarse si la idea de volver a poner un pie en su antigua casa era una buena idea. Al igual que se preguntó, mientras miraba el perfil suave de Tenten, sin expresión, si podría conseguir que lo quisiera como una vez lo hizo. Algunos días antes casi la hizo reír pero ahora…ahora volvía a replegarse sobre sí misma.

¡¿Es que ella nunca bajaba la guardia?! Esa mañana sin ir más lejos, estuvo muy preocupado de que utilizase la excusa de una reunión con el consejo como herramienta para cancelar su día juntos. Neji bien sabía que Tenten no era una mujer asustadiza, aunque a la vista de los últimos acontecimientos ya no le extrañaría nada que quisiera ocultarse de él. Sin embargo, lo sorprendió encarándolo, haciendo frente a la situación frente a toda adversidad. “¡Esa es mi chica!”

La Uzumaki siempre fue una mujer imponente, pero aun así, no la solía ver como “La Princesa”, claramente sabía lo que era ella y lo que representaba; alguien imprescindible dentro de la villa de la nieve, sin su gestión es estos últimos 10 años, probablemente la villa no sería ni la mitad de próspera de lo que es actualmente.

Por ello, ahora que la ojeaba de cerca, se dio cuenta de que era una auténtica princesa. Y haberla visto esta mañana desempeñar sus funciones y deberes reales en una junta popular con ese siempre porte de elegancia, con sus modales refinados (aunque no con él) y con su carisma para la conversación…, en este instante lo intimidaba bastante, y hacía tiempo que no se sentía de aquella manera, de hecho, Tenten era la única persona en el mundo que podía llegar a intimidarlo, y en efecto, así fue en más de una vez.

El Hyuga suspiró, se revolvió en el asiento y volvió a posar la vista en su mujer, prestando una especial atención a los rasgos de su cara. Tenía los ojos a medio cerrar, con su esplendoroso y abundante abanico de pestañas haciendo sombra en sus párpados. Su pequeña nariz estaba iluminada por los rayos del sol que se filtraban desde el exterior, consecuencia por la cual sus mejillas se teñían de un ligero toque de color rojizo. Su boca…su boca siempre fue la más sabrosa y excitante que Neji hubiese probado en la vida. Y bastaba con un ligero toque de esos carnosos labios para encenderlo por dentro, “detalle” que por cierto, jamás le había sucedido con ninguna otra mujer que no fuese ella. Las otras tenían que esforzarse sobremanera para conseguir un efecto remotamente parecido…aunque sin duda jamás era el mismo.

Por eso mismo, la pasión con la que siempre se le entregaba Tenten cuando aún eran “felices”, esa pasión de deseo desmedido, perpetuamente lo elevaba hasta el cielo. Además nunca tuvo que pedirle nada en lo que la cama se refiere porque ella siempre le hacía lo que más le gustaba, era como si pudiera leerle la mente. Y el tener esa profunda compenetración, era lo que hacía que funcionasen como pareja a pesar de sus riñas, y que catalogase a su mujer en la más alta cumbre de su ideal femenino.

Cuando Neji recordaba como ella lo miraba con el brillo del deseo en sus ojos caoba, le susurraba al oído y lo acariciaba sin límites provocando en todo su cuerpo masculino que éste se tensase y se volviese hipersensible a su tacto (ambas sensaciones al mismo tiempo), noche tras noche y beso tras beso, hacían de ella la Diosa del deseo, “su” diosa del deseo, y la mujer más endemoniadamente irresistible que jamás hubiese conocido.

Todo esto hacía que ninguna de las mujeres con las que él se hubiese acostado estuvieran a su altura, nunca ninguna de ellas conseguía estimularlo hasta el extremo de placer al que Tenten lo sometía, sólo ella podía, sólo ella, motivo por el cual la echó tanto en falta cuando se separaron.

El carruaje se detuvo al fin al alcanzar su objetivo, se paró en frente de la casa de Neji, situada al extremo sur del feudo. Los dos escoltas (muy atractivos por cierto) que acompañaban siempre a su mujer, bajaron primero de la parte de atrás del vehículo para ayudar a “la princesa” a bajar. Pese a que el ojiperla alegó que no hacían falta, que él podía ayudarla en todo lo que necesitase y que no hacía falta que estuviesen más con ella, Tenten denegó su ayuda (fuese por la vía que fuese, pues mayor peligro sería estar a solas con él) y lo echó a un lado, como si le estorbara, o peor aún, como si no lo hubiera visto.

La sonrisa que su esposa mostró la noche anterior, aquella sonrisa espontánea y natural, no volvió a aparecer en su rostro en lo que duró el trayecto; es más, Neji notó como los hombros de Tenten se fueron tensando a medida que se iban acercando hasta su propiedad.

-Esta es mi casa, bueno, nuestra casa-dijo en un tono de cierto entusiasmo, quizás para llamar la atención de su mujer o al menos para incentivarla de un mayor participismo en todo aquel asunto.

Hacía años que Tenten no ponía un pie en aquel lugar, desde que él la abandonó al cabo de un mes después de enterarse de que se casó con ella no porque la quisiera, sino por sus privilegios y fortuna. En ese momento de profunda desesperación, ira y frustración, desasosiego y ofuscación, empaquetó todas sus cosas y abandonó aquella casa para siempre. No podía soportar la idea de vagar todos los días por aquella vivienda, recorriendo pasillos y habitaciones, viendo constantemente los lugares y cada una de las cosas que le recordasen a Él.

De modo que con la ayuda de Naruto en aquel momento de bajón, se compró otra casa y se fue al extremo opuesto de la villa, poniendo todo el espacio que le fue posible de distancia entre ellos. No quería verlo ni tener que encontrárselo en ningún lugar en el que ella pudiese estar, no quería escuchar un discurso de disculpa ni nada que tuviese que ver con su vida; al menos, hasta que se invulnerabilizase contra él. Hasta que llegase el día en el que le importase bien poco lo que hiciese o con quien lo hiciese, y por fortuna para ella, ese día llegó, y ahora cuando lo miraba sólo podía ver la sombra de lo que antaño fue, es como si hablase con un fantasma que ya no podía hacer más daño porque ya no lloraba por él, pero que si permitía que entrase de nuevo en su vida, volvería a sufrir y a llorar, y ya no quería, ¡estaba harta!

La única carta que ahora le quedaba a Tenten era hacerle comprender, por las buenas o por las malas, que su intento por retomar la vida que una vez tuvo y perdió (irremediablemente), se encuentra ahora fuera de su alcance. Ella tan sólo quería que Neji se fuera lejos y la dejase tranquila para continuar con su vida, que no la martirizase con su presencia para recordar todo lo que hizo mal, o todo lo que hizo bien; tenerlo cerca era peligroso.

Una vez apeados, Tenten dio varias vueltas alrededor de la casa, o mejor dicho, del caserío, fijándose en los cambios que el Hyuga había hecho en ella.

La vieja verja azul mar estaba perfectamente restaurada, una de las paredes laterales que siempre estaba con la pintura marchita por la humedad, estaba ahora revestida por finas y pequeñas piedras de colores en tonos claros contrastando a la perfección con la fachada en tono salmón. La gran puerta de entrada roja, seguía igual de imponente que entonces, pero las contraventanas eran nuevas.

La Uzumaki también se fijó en que en la parte de atrás de la vivienda había un pequeño jardín secreto, “su” jardín secreto, el de él y el de ella; que ahora rebosaba de colorido (a pesar la estación del año en la que se encontraban) por las variedades de flores que estaban allí plantadas. Y cuando notó como Neji la miraba medio sonriendo por el hecho de que se acordase por sus momentos de “deleite” en ese jardín, provocó que le lanzase su mirada más letal y luego, girándose (para ocultar su sonrojo) y a modo de reprimenda, Tenten puntualizó: ¡vamos!, enséñame el resto. No tengo todo el día.

Y decir aquello con un tono de voz seco e inexpresivo, bastó para borrarle al ojiperla su leve sonrisa de satisfacción. Así pues, luego de rechistar, caminó un par de pasos por delante de ella, abriéndole la puerta principal de par en par. Luego, en un tono neutro agregó: la casa está casi vacía.

Tenten miró a su alrededor: ya lo veo.

-Por eso te pedí que la redecorases, sé lo mucho que a ti te gusta redecorar.

Tenten inspiró hondo y luego dijo mientras soltaba todo el aire retenido: esto me llevará varios días.

-Ven –dijo mientras se encaminó a mostrarle el resto del lugar- te enseñaré algunos cambios.

Y una vez que finalmente acabaron de inspeccionar el primer piso, subieron hasta la segunda planta, donde el Hyuga le mostró lo que sería su habitación pasadas las 3 semanas del plazo que le pidió su mujer. Y puesto que Neji no era tonto, jamás se le ocurriría llevarla al dormitorio que compartieron de casados, eso sería como una puñalada trapera, eso sería demasiado; probablemente si lo hiciese, Tenten se replantearía la idea de irse a la villa de la cascada o a cualquier otra. De modo que la llevó a una nueva dependencia, lo que antes era la biblioteca (ese era uno de los muchos cambios que le había hecho a la casa en ausencia de su esposa).

-No recuerdo haber visto nunca este cuarto

-Es otra de las nuevas remodelaciones.

-Y qué hay en aquella puerta del fondo –señaló la puerta con la mano- ¿un cuarto de baño?

-NO, mi dormitorio, por ahora.

Tenten se tensó de nuevo al oír aquellas palabras, no había pasado por alto el ligero tono del “por ahora”, aquellas dos palabras dichas como un susurro, transmitían el mensaje subliminal de “dentro de poco dormiré contigo, en tu misma cama, y entonces será nuestro dormitorio. Así que vete acostumbrando”. Pero la ojimiel se tensó aún más al pensar a cuantas mujeres habría llevado hasta allí, con cuantas se habría revolcado entre sus sábanas.

Neji, como si le estuviera leyendo el pensamiento dijo: ninguna –la miró fijamente- no he dejado que ninguna mujer pusiese un pie en esta casa, sólo TÚ.

Ella dio media vuelta sin contestar y se dirigió hacia el armario de roble. De espaldas, lo abrió y comenzó a examinar el interior vacío como si fuera un problema de gran importancia.

Neji deseó poder decir algo para apartar cualquier fantasma del pasado, deseó poder encontrar palabras de consuelo o decir cualquier cosa que volviera a hacerla reír como en el baile de disfraces, cualquier cosa menos el silencio, pero de su garganta no salía nada. De igual manera que cualquier cosa que dijese sólo serviría para echar más leña al fuego, para acrecentar el odio que a muy seguro Tenten estaría sintiendo por él. No nos engañemos, las frases mágicas no existen, del mismo modo en que ya nada se puede hacer sobre suelo mojado. Pero, cuando Tenten por fin habló, su pregunta lo sorprendió sobremanera.

-¿Cuáles son tus intenciones, Neji?-dijo aún sin mirarlo- cuando acaben las 3 semanas, ¿vas a imponerme tus derechos matrimoniales inmediatamente?

-¿Qué?-interrogó parpadeando.

-Es una pregunta muy sencilla- ella se giró con la cabeza gacha y miró la alfombra bajo sus pies, apretando el abanico que no dejó en el carruaje con las dos manos- ¿vas a hacerlo?

“¡Por Kami!” pensó el Hyuga, ahí surgía de nuevo la verdad brutal que tanto los había separado, pero ahora, al igual que cuando fue a buscarla para darle la noticia de la muerte de sus familiares o en los días posteriores, tampoco quería pensar en ello. Pero ahora, de pie en el dormitorio que pronto sería de ambos, y con esa pregunta en el aire dicha de aquella manera, ya no podía dejarlo para después.

Él sabía que asumir una vida juntos iba a ser duro y difícil, pero tener que aguantar que lo mirara como si realmente le tuviera miedo, preguntándose si pretendía comenzar a imponerle sus “atenciones”… ¿cómo demonios se supone que debe contestar un hombre a una pregunta cómo esa? -meditó el Hyuga.

Neji se frotó la cara, un tanto desconcertado. Tenten, ¿tímida a la hora de hacer el amor? No podía creerlo. Volvió a pensar en los primeros días de su matrimonio y, aunque había pasado mucho tiempo, la forma tan desinhibida con que ella le hacía el amor era algo que nunca podría olvidar, algo que hacía que su odio hacia él fuera más difícil de soportar. Mirándola ahora sintió que el desánimo lo golpeaba como un puñetazo en el estómago. ¿Y si no podía conseguir que ella volviera a sentir lo mismo? ¿Qué tipo de vida llevarían?

-Bueno, Tenten –dijo forzándose para que sus palabras mitigaran ese miedo repentino y enfermizo que se había clavado en sus entrañas- ¿es que se ha esfumado toda la magia que había entre nosotros?

Tenten frunciendo el ceño: ¿qué quieres decir?

-Hubo un tiempo en que lo único que tenía que hacer era mirarte o que tú me mirases, y los dos corríamos hacia la cama más cercana. –Al ver en la expresión de ella un reflejo de duda continuó- saltaban chispas entre nosotros, y fuego, recuerdo que solía gustarte cuando te tocaba. Dios sabe que yo adoraba como me acariciases- mientras hablaba, podía sentir cómo el deseo surgía de nuevo, el deseo que había estado ardiendo dentro de él desde el momento en que volvió a oír su risa- hubo un tiempo en que todo estaba bien entre nosotros ¿recuerdas?

La “princesa” se ruborizó, pero no lo miró siquiera. Y él continuó, sabiendo que tenía que conseguir que recordara lo que había sido su historia (la parte buena, claro está).

-Caliente, salvaje y bueno…no puedo creer que hayas olvidado cómo era cuando hacíamos el amor. El placer, el fuego, el éxtasis,…

-¡PARA! –gritó, y le lanzó el abanico. Éste voló hasta chocar contra el pecho del ojiperla y luego cayó al suelo, quebrándose por uno de los lados.

Neji se agachó para recogerlo y mientras se levantaba añadió: ¿acaso nos vamos a limitar a hablar de cómo hacíamos el amor como si fuera algo que no te importa? ¿Es que ya no queda nada de esa magia ente nosotros? No me digas que lo hemos destrozado todo.

-¡Yo no he destrozado nada! ¡Fuiste tú!

Neji no iba a entrar otra vez en el maldito juego de buscar culpables. Lo que ahora importaba es que ella todavía podía despertar el deseo en él como si fuese una cerilla y quería saber si podía conseguir lo mismo en ella. Si no podía, no había esperanza.

A medida que él daba un paso hacia delante, ella retrocedía, hasta que chocó contra el armario abierto.

-Dijiste el otro día que nuestra vida juntos era un infierno, pero cuando miro atrás no lo veo de ese modo. Recuerdo lo divertido que era, recuerdo que siempre te gustaba hacer el amor por la mañana, y que solíamos desayunar en la cama. La mermelada con las tostadas te encantaba.

Ella se volvió para huir, pero él le cortó el paso antes de que pudiera hacerlo. Ya habían huido los dos suficiente. Neji la abrazó, atrapándola, arrinconándola contra el armario tras ella. Se le acercó más, inhalando su delicada fragancia, que no tardó mucho tiempo en reconocer. Jazmín, todavía olía a jazmín.

Pensó en aquellas mañanas de hacía tanto tiempo, cuando se levantaba con ese perfume y el calor colmando sus sentidos. Con los ojos cerrados, respirando hondo, las imágenes del pasado cruzaron como un rayo por su mente; su luna de miel en la pequeña isla del país de la Ola, y tres meses en aquella diminuta casa rural perdida en la montaña, haciendo el amor una y otra vez, con el cabello suelto cayéndole sobre el rostro como una cortina de seda con un brillo competidor con el mismísimo Sol. El verano en la villa de la Arena tomando el sol cerca de un oasis o la enorme cama de agua del hostal en el que se hospedaron, con el cuarto siempre oliendo a jazmines y Tenten revoloteando alrededor. La lujuria recorrió todo el cuerpo de Neji mientras pensaba en aquellas mañanas cuando quitaba con sus labios los restos de mermelada de la boca de su esposa. Quizás ella tuviera razón en cuanto a lo del infierno, porque ahora su cuerpo entero estaba ardiendo más que el fuego del averno y le parecía una manera increíble de arder.

-Recuerdo que siempre me ganabas cuando jugábamos a los dardos o al hacer tiro con arco –continuó con los ojos cerrados diciendo cualquier cosa que se le ocurriese de aquellos primeros días- recuerdo tu postura de amazona y tu mirada de guerrera. Recuerdo que nunca rechazabas un desafío y tu sonrisa triunfante cuando ganabas un trofeo, por pequeño e insignificante que fuera. Recuerdo que hacíamos carreras de caballo y cómo se te deshacía el peinado cuando lanzabas las horquillas, el sombrero o cualquier adorno que tuvieras en el cabello al aire, lo lanzabas todo, riendo. Y cómo me gustaba siempre que te reías. –Abrió los ojos y la miró- aunque pareces un ángel, tienes la risa más lujuriosa que podría desear cualquier hombre.

-Claro, conociéndote no me extraña que conozcas las sonrisas de media aldea.

Neji pasó por alto ese comentario y prosiguió: recuerdo que peleábamos como el perro y el gato para reconciliarnos después -fijó la mirada en los pómulos coloridos de su mujer, en el sugerente labio inferior y en aquellos enormes ojos de un precioso tono caoba – lo mejor era la reconciliación.

Los recuerdos que Tenten tenía de aquellos primeros días no debían de ser tan deliciosos, porque giró la cara, apretó los labios y los puños y dejó escapar el aire por la nariz mientras evitaba su mirada.

-Te falla la memoria, Neji

-No lo creo –se acercó más a ella y le ladeó la cabeza- venga, Tenten –murmuró presionando sus labios contra su cuello- dejémoslo.- sintió su temblor y sonrió contra su piel, y esa cierta confianza lo empujó a decir más- todavía te gusta que haga esto ¿verdad? ¿Acaso no llevamos luchando demasiado tiempo?

Tenten apoyó sus manos en las caderas del Hyuga y lo empujó hacia atrás, le arrancó el abanico que él aún sostenía con una mano, y con el mango de éste, levantó la barbilla de su marido.

-Quiero que me des tu palabra, Neji

Neji quería besarla, intentó inclinarse pero ella presionaba el abanico contra su garganta como una arma cada vez que lo intentaba, intentó pues buscar la mano libre de ella para besarla, pero ella la apartó poniéndola atrás, en su espalda. Resignado a que al menos en ese momento, en ese día, no iba a poder besar nada de ella, que lo único que iba a catar era su perfume a jazmín, se enderezó y dijo: ¿palabra sobre qué?

-Quiero que me des tu palabra de que antes de que considere la posibilidad de vivir contigo de nuevo, no impondrás nunca tus derechos maritales por la fuerza.

Neji se quedó helado, lo suficiente como para bajarle el lívido de un golpe. Echó la cabeza hacia atrás y se apartó del abanico que ella aún sostenía como una daga, mientras meditaba la respuesta, por si acaso a su mujer se le iba la pinza e intentaba liquidarlo en aquella habitación sin testigos (claro que sus “atractivos” guardaespaldas estaban abajo en el carruaje esperando y podían ser un refuerzo para ella con sólo soltar un chillido)

“Dios, la vida podría ser mucho más simple”-pensó Neji. Si Kami le hubiera dado una esposa dulce, cariñosa y de esas conformistas que eran felices con poco, pero no, estaba casado con Tenten, que era bella, soberbia, testaruda y con un carácter más fuerte que el que tuviesen 10 mujeres juntas. Una mujer con la que no te gustaría cruzarte cuando tuviese un mal día. Pero también era la Tenten que todavía lo odiaba y que podía convertirlo en una roca con una sonrisa suya.

-Hace tiempo me dijiste que era un mentiroso, un marido despiadado, un canalla. ¿Por qué iba a ser mi palabra de confianza?

-No lo es, pero es la única baza que me queda y espero que tu palabra de honor signifique algo para ti.

-Ya veo, así que podrás recurrir a mi palabra de honor en momentos como este.

En realidad poco importaba que contestase, sólo sería decir en voz alta lo que los dos ya sabían. Él nunca usaría la fuerza, y ella lo sabía condenadamente bien. Neji se había dado cuenta de que ella tenía miedo, pero no de él, sino de sí misma. Ahora el Hyuga podía entender ese comportamiento de timidez que en algunos momentos había mostrado. Tenten tenía miedo de ablandarse, miedo de que con el tiempo pudiese cruzar esa fina línea que separa el odio del amor, miedo de pisar la línea o de incluso cruzarla. Tenten quería una puerta trasera, un pasadizo secreto de huida, un camino para seguir odiándolo y convertirlo en el malo de la película cuando quisiera, no quería entender ciertas cosas porque la verdad podría ser demoledora. Estaba bien como estaba y se asustaba a los cambios, sobre todo a uno que lo implicaba a él, un futuro y a un niño de por medio.

-Nunca te forzaré, Tenten. Nunca lo he hecho y nunca lo haré. Ya que necesitas mi palabra, ahí la tienes. –Al ver un brillo de satisfacción y de alivio en los ojos de su mujer, continuó- ¿crees que has ganado, no? Que mi promesa te da el control ¿no?

-Si

-Tienes razón, así es en el fondo, pero no me importa, siempre he disfrutado dejándote mandar- intentó acercársele y besar su cuello de nuevo pero, Tenten sacó de nuevo el abanico a colación.

-A un metro, mantente a un metro de distancia de mí o verás cuanta utilidad tiene este chisme.

A Neji no le cabía duda de que ella sabría cómo usarlo, aún recordaba como su mujer solía encontrarle un uso a todo, incluso a lo menos pensado, aunque en este caso no era en un sentido tan bueno como aquellos otros.

El ojiperla sonrió, se apartó e hizo un gesto con los brazos hacia la puerta.

-Si señora, pero ¿te parece que bajemos a comer? No encontré mermelada pero supongo que te apañarás…-sonrió de nuevo y emprendió la marcha para salir del dormitorio.

¡Será sinvergüenza!

Esta batalla parece ser que la ganó Tenten, pero quién ganará la siguiente… ¿y la guerra?

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