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jueves, 8 de abril de 2010

Como tener un mal día sin pretenderlo.

Es la pregunta del siglo, pero solo tienes que hacer tres cositas para que tu día salga torcido...o el de alguien más (uahhhaa -risa de malvada-):

Número uno: ve a la peluquería, los estilistas básicamente hacen lo que les da la gana, así que terminarás con el peinado que a ellos se les antojó, deprimiéndote y/o fastidiándote la tarde, la noche y todo lo que venga...sino que me lo digan a mí. Ayer fui a la pelu, pedí un corte de pelo a lo bestia y me lo hicieron justo como quería, pero lo del baño de color eso es ya otra cosa...les pedí un aclarado para un tono de azul marino muy bonito, ese tipo de aquel que es el que viene en los reflejos  cuando pides un negro-azulado. Pues de azul nada, me quedó un tono majenta nunca visto, como un púrpura agrisado muy extraño, un color que grascias al cielo me queda bien y pasa bastante discreto (a excepción de caminar al sol...jijij). La semana entrante iré a que me lo reparen (la chica ya me lo deja gratis, que ya le vale...) y a ver si esta vez no la pifian.


Número dos: esperar a alguien cuando tienes que ir con él o...ella. En mi caso ese alguien fue mi madre; esta mañana me tenía que acercar hasta la facultad y como siempre, ella no tiene prisa...hasta que se da cuenta de que con tanto dormir y tanto ponerse maquillaje, se le ha pasado la hora de tomarse su adorado café. Y con ello te aseguras que no pare de qujarse o rumiar durante todo el trayecto en coche. Hoy por ejemplo, mi madre llevaba tanta prisa que si no corro tras de ella en el portal hasta de mí se olvida.

Número tres: olvidarte el monedero en casa: pues lo dicho, con tanta prisa por aquí y por allá se me olvidó la cartera con la pasta y las tarjetas de crédito sagradas. Tuve que pisparle 10euros a mi madre y encima, cuando fui a comprar unas fotocopias para un caso práctico, y después de haber comido en el medio dío en un bar, me di cuenta que la tipa de la librería me había devuelto 5 euros de menos, vamos que si no llega a ser porque llebaba 70 céntimos en calderilla en mis vaqueros, también habría tenido que pasar todo el día en la ciudad porque no habría tenido forma de volver a casa. snif, snif...

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