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viernes, 13 de septiembre de 2013

NejiTen: El sol Retorcido

Capítulo 5: Chispas

A menudo, investigando en internet sobre el sadismo, me he dado cuenta de que la gente lo llega a ver como una personalidad más, como una esquizofrenia. Para mí no es una polaridad, sino otra parte de mí mismo ser, de la misma Tenten que hace tortitas o sale de compras, la que juega, canta y cuenta chistes, parte de mi misma persona, de mí día a día.

No es algo que aflore solo en determinados momentos, que se controle a placer, simplemente está allí, acompañándote incluso cuando te olvidas de él. Y no hay más.

Ahora mismo, observando a Neji de cuerpo desnudo, y colgando del techo, podía apreciarlo mejor. Sus formas eran la perfección masculina y el juego de luces realzaban sus músculos, definiéndolos con carácter.

Del gancho de latón sobresaliente de la pared, un nido de cuerdas apresaban las muñecas de pelinegro, uniendo la presa al artilugio. Igual que un anzuelo y su sedal.
A pesar de la altura del hombre, sus pies apenas rozaban el suelo, obligándolo a permanecer de puntillas para mantener el equilibrio.

-Ábrelas- maticé, con un simple roce en las rodillas.

Sus ojos brillantes destilaban deseo. Me separé un poco, sin apartar la mirada de su cuerpo. Su polla agitada, me secundaba con buen ánimo en mi obra de destrucción.

Permanecí callada en el retumbar del silencio, solo alterado por nuestras respiraciones, en lo que dura un momento, una fantasía, un recuerdo.  Callada durante mucho tiempo, con la sabiduría de que una vez satisfechos sus sentidos, la belleza de aquella mujer que los había saciado perdía todo su atractivo. Triste pero cierto.

Neji, pese a no estar amordazado, no emitía una súplica, ni queja o reproche.  Sabía que me gustaba tomarme mi tiempo y que se retorciese inquieto como un colegial. Le sonreí y con lentitud premeditada deslicé ambas manos bajo mi vestido de gala, mostrándole en los destellos que la apertura lateral permitía, la cima de mis muslos.

Me acaricié los flancos, después más arriba, metiendo una mano dentro de mis diminutas braguitas de encaje, mientras que con la otra acariciaba mis labios, apetitosos y traviesos, forjando una demostración de lo que podría permitirle hacerme.

Neji contuvo el aliento con un jadeo que jamás deja de excitarme. El sonido de un hombre al que has dejado sin aliento en increíble.

Di otro paso atrás y deslicé las bragas cintura abajo, a la altura de las rodillas me incliné hacia el suelo, haciendo que la abertura del vestido rotara unos 90 grados, exponiendo mi trasero y mi coño ya cremoso.
Neji estaba púrpura, ruborizado a más no poder.

-Termina de bajármelas con el pie. –decidí. Y así lo hizo. Las pateé con uno de mis recién estrenados tacones y lo recoloqué de nuevo a mis gusto, con las piernas bien abiertas.

Me levanté con lentitud, rozando la mejilla contra su polla. Mi aliento por su vientre, la punta de mi lengua en el pezón. Mis labios sobre la clavícula, nuez, orejas, nariz, hasta quedar de frente. Ventajas de ser una jirafa con tacones.

Ahuequé una de sus mejillas con la mano, besándolo sin cerrar los ojos, enseñándole exactamente cuánto lo deseaba. Tiró de las cuerdas. Era inútil. Se encontraba a mi merced. Sonreí. Pobrecillo. Me encantaba tener el control, tocar, jugar, hacer mi voluntad. Por eso no puedo imaginarme lo que debe de ser no solo no hacerlo, sino que además, tampoco poder.

Volví a inclinarme, con el torso hacia el suelo y de espaldas a él, hasta que mi culo desnudo rozó su virilidad. Con una mano lo guié hasta mi interior, con la otra me sostenía a uno de sus tobillos.

-Muévete. –ordené. Y no me defraudó, como siempre.


Conti………….

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