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sábado, 29 de junio de 2013

Cap.17: “Tic-tac; Tiempo muerto



Hasta que aparecieron los primeros rayos de la fría luz del día, el deseo y la rabia de Neji no empezaron a calmarse, y su cerebro no pudo comenzar a funcionar de nuevo y con claridad. De hecho, tenía bastante en que pensar, pues debía ver cuál sería su próximo movimiento.

Contempló su plato y removió cansinamente los huevos y el beicon con el tenedor. Si aquella noche había pensado algo, lo cual era dudoso, tan sólo había sido cómo podía haber aprovechado la bendita oportunidad que se le había brindado lo más rápidamente posible. Quizá debería haber ido más despacio, debería haberla convencido, engatusado y relajado en el dormitorio, arriba. Pero no lo hizo y, además, había empeorado las cosas poniéndose autocrático y recordándole que ya habían pasado las tres semanas. Si no se iba con él hoy mismo, tendría que ir a la Cámara, presentarse ante el Consejo de Ancianos, puesto que no podía echarse atrás.

Incluso entonces, cuando vivían juntos, también tenía que cortejarla de alguna manera para llevarla al dormitorio. Dejó caer el tenedor en el plato con un juramento de exasperación. Ningún hombre debía ser tratado así por su propia esposa. Muchos otros, en esa misma situación, la habrían arrastrado hasta el lecho conyugal y habrían consumando el acto. Pero lo que otros hombres hubieran hecho no lo ayudaba en nada. Él no era ese tipo de persona, nunca lo había sido.

Dios santo, quería una mujer que lo deseara, una mujer apasionada, ¿era mucho pedir?
Tenten había dicho que no podía confiar en él. Pero él no se había dado cuenta de que la confianza iba en dos direcciones, y también la habilidad para infligir daño. Podría haberle prometido que nunca volvería a la cama de ninguna otra mujer, pero no estaba dispuesto a hacer esa promesa a menos que pudiera confiar en que no lo rechazaría cada vez que se enfadara. Neji no iba a ser víctima de ningún chantaje sexual por parte de ninguna mujer, y eso es lo que ella había hecho, aunque no se diera cuenta. ¿Cómo podían superar aquello?

Pensó en la sugerencia de su amigo Sasuke, que Tenten y él pudieran ser amigos. Parecía una mala idea, pero el Uchiha estaba un poco loco; siempre lo había estado.
 
Neji suspiró y se echó hacia atrás, mirando los botecitos de mermelada sobre la mesa. Fresas y albaricoque. Desayunos eróticos cada deslumbrante y maravillosa mañana.

Aquellos días habían quedado relegados al fondo de su mente hacía ya mucho tiempo y allí habían permanecido durante años como otros sueños brumosos, medio olvidados, de su temprana juventud. Ahora regresaban de nuevo, devolviéndolo a un tiempo en el que había estado contento, incluso feliz. También había hecho feliz a Tenten, estaba seguro de ello. Tenía que haber alguna manera de volver a todo aquello. No podía creer que todo se hubiera perdido para siempre.

“Ser amigos.”

El ojiperla se desperezó sobre la silla, mirando los botes de mermelada. Quizá Sasuke estuviera tramando algo. Tenten y él habían sido amigos una vez, eso fue lo que fueron durante algún tiempo, aquel verano y aquel otoño en La Nieve. También habían sido amantes, y peleaban y se reconciliaban como amantes, pero se reían y se divertían, y nunca se había sentido tan satisfecho de la esposa que había elegido como entonces. Pero, después, todo había ido a peor.

Deseaba, ¡Por Kami*!, cómo lo deseaba, que todo pudiera volver a ser igual, y estar en ese mismo instante tomando el desayuno con ella en la cama, quitándole la mermelada del rostro con un beso. Justo en ese momento, cuando parecía una posibilidad tan remota.

-El correo de la mañana, señor.

Era tan extraño ser llamado “señor” con tan solo 24 años. Aún no se acostumbraba. Claro era que en algunos círculos y actos sociales, a su nombre le precedía el título de “Príncipe Consorte”; lo cual era como una mala espina atravesada en el costado. Desde la separación con Tenten él ya no acudía a actos de importancia social (se había autorelegado a permanecer en otros círculos), al saber que Ella tendría que hacer acto de presencia, se esquivaban. De modo que era famosamente conocida la norma de que si alguno de los dos aceptaba una invitación, el otro la rehusaba. Y aquellos que aún se afanaban a tildarlo de “Príncipe”, era siempre con cierto retintín, una palabra vacía impregnada de burla. Un recordatorio constante de su mala fortuna, de su maldita situación.

-¿quizás prefiera revisarlo más tarde? –preguntó su “minordomo” recientemente contratado.

Neji, sorprendido, alzó la mirada mientras Yukito depositaba un paquete de correspondencia al lado de su plato. Normalmente era su secretario de Konoha quien le llevaba las cartas.

-¿Dónde está Usui hoy? -preguntó al mayordomo.

-El señor Usui tiene sarampión. Se ha trasladado a las afueras hasta que ya no pueda contagiar a otros. Me ha pedido que le diga que siente enormemente no poder estar a su servicio en los próximos diez días.

-Mándale una nota y asegúrale que prefiero un secretario ausente que uno enfermo. Díle que se quede en su casa de campo hasta que esté plenamente recuperado.

-Sí, señor. –Yukito se retiró.

El Hyuga echó un vistazo a las cartas, mirándolas de pasada.

Una invitación para él y Tenten a cenar en casa de Rock Lee. Esa mañana, su amigo era claramente más optimista que él sobre el estado de su matrimonio. Un informe de su administrador sobre el estado de sus bienes en Konoha. Una factura de su sastre y otra de su zapatero, ambas por los conjuntos que llevó durante sus salidas con Tenten. Otra carta de Yamanaka Ino.

Se detuvo ante el sobre cuadrado, doblado y liso de papel delicadamente perfumado. Al menos, tenía que admirar la persistencia de aquella mujer; ¿cuántas cartas le había enviado hasta ese día?, una docena al menos. Las primeras que había leído eran, respectivamente, una oda de su posesividad, después una reprobación por su fría contestación y, más tarde, una condena por su falta de atención. Después, había ignorado el resto, que no se había molestado en leer ni en contestar. Había oído que ella se había ido de vacaciones al país de la Tierra y que no volvería hasta el día de su cumpleaños número 23, dentro de cuatro días. Esperaba que siguiera allí, así que echó la última carta al fuego sin abrirla.

Se guardó tan sólo el informe de su administrador, que podía leer de camino a la mansión Uzumaki, y la invitación, sobre la cual preguntaría a Tenten antes de contestar, y abandonó la mesa de desayuno. Dio instrucciones a Yukido para que dejara las facturas en la mesa de su estudio para que el secretario hiciera los pagos a su regreso, y luego subió a darse un baño y afeitarse. Mientras llevaba a cabo la rutina de la mañana, Neji trató de prever el siguiente movimiento de su mujer. Tenten podía resultar tan impredecible como el tiempo, pero si tuviera que apostar lo haría por que ella se negaría a verlo y lo obligaría a ir ante el Consejo, a juicio, para hacerla volver.

Sin embargo, cuando llegó a la residencia Uzumaki esa tarde, se encontró con que ella no se negaba a verlo ni tampoco aceptaba. Por el contrario, había abandonado la aldea. Había huido.

Continuará…..

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*/Kami/: Dios en japonés

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