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martes, 24 de enero de 2012

Fanfic NejiTen: Orilla de Lágrimas

Capítulo 8: De picnic [2ª parte]




Neji no sólo tenía planeado pasar la hora de la comida con su mujer, esperaba que su visita al Kurigayashi se prolongase notoriamente.

Cuanto más tiempo pasase con ella, más llegaría a conocer a la Tenten actual, y esperaba sacar ventaja de ello. De momento, había vislumbrado una pizca del dormido humor de Tenten, al menos la servilleta que le acababa de lanzar lo atestiguaba.

Neji descubrió que, si se lo proponía, podía hacerla reír; desgraciadamente, su cercanía, también lograba que Tenten se irritase y se enfadase.

Suspirando, el Hyuga comenzó a recoger los utensilios y los tarros de comida, guardándolos luego en la cesta de mimbre que trajeron consigo. Se dio cuenta de que Tenten, volvía a recolocar la sombrilla que se había caído, de vuelta a su lado derecho; ocultándola una vez más de las miradas de los pocos presentes en el Kurigayashi.

Neji miró a su mujer mientras ella sacudía de su vestido algunas migas de pan. También miró su expresión; la cual no traslucía nada, en ella no había ningún indicio de diversión. No había forma de saber si se lo estaba pasando bien o estaba deseando irse a casa. Aunque conociéndola, probablemente fuese lo segundo. Así que tomó medidas.

-Tenten, ¿te apetece dar un paseo?

Tenten alzó la mirada para observarlo.

-Incluso podrás llevar contigo esa ridícula sombrilla. Hasta podrías compartirla –le sonrió esperanzado- ya sabes, podría darme una insolación y perder el conocimiento.

-¿Cómo vas a perder algo que nunca has tenido?

-¡Por Kami! ¿Acabas de hacer un chiste? –Empezó a reír- ¡un chiste!

Y muy a su pesar, Tenten también rió.

-Anda ven, vayamos a dar una vuelta –dijo mientras se ponía en pie y le tendía una mano para ayudarla a levantarse.

Tenten rechistó por lo bajo y frunció el ceño, luego aceptó su mano. Abrió su parasol y casi lo decapita al ponerse en pie. Y Neji empezaba a pensar, si lo llevaba precisamente para eso. Primero fue el abanico, ahora la sombrilla, ¿qué sería lo próximo?

-¿Sabes? Contigo la expresión “esta mujer es un peligro” adquiere un nuevo significado.

Tenten lo miró con furia: ¿sabes lo que es el “asterosum”?

-No

-Es una antigua droga que paraliza completamente el cuerpo, pero te deja totalmente capaz de ver, oír y sentir. Los médicos romanos lo utilizaban cuando necesitaban amputar –lo miró, recorriendo su torso hasta pararse en sus partes “nobles”- tengo un frasco en casa. –Alzó la vista para encontrarse con sus claros ojos- no me tientes a usarlo. Y ya puedes imaginar cual es la parte de tu anatomía que me conviene amputar.

Neji tragó saliva, inquieto. A su mujer se le daban muy bien todo tipo de armas, probablemente conociera todas y cada una de las existentes. Así que... ¿de qué se extrañaba?

-El “asterosum”, ¿no es ilegal?

Tenten lo miró con malicia mientras llegaban al final de un sendero: en realidad la mayoría de las armas que conforman mi colección privada lo son. Pero tengo los suficientes contactos en el ámbito gubernamental como para que no me hostiguen por eso.

Al final del camino había construida una enorme fuente de piedra con una pequeña estatua de sirena en el centro. El agua caía por doquier, salpicando algunas zonas de hierba a su alrededor. Neji se acercó hasta un borde y se sentó, Tenten prefirió quedarse de pie, dando cortos pasos alrededor de la fuente, admirando el paisaje del lugar.

El monte Kurigayashi no sólo era famoso por sus vistas panorámicas de la villa y el entorno natural; también era famoso por sus cuidadas praderas de margaritas, amapolas y campanillas. Un coloreado surtido que embriagaba los sentidos en medio de una apacigüe comida-picnic. Ahora estaban en medio de una pequeña ladera, medio ocultos por los frondosos pinos del entorno; cerca de una preciosa fuente al final de uno de los centenares de caminos que ocultaba el Kurigayashi, y cada uno poseía su propia gracia.

Hubo un tiempo en que Tenten y Neji los recorrieron todos, juntos de la mano, pero ahora…ahora incluso ella se había olvidado de lo hermoso que era este lugar.

Tenten respiró hondo y dejó que la humedad del aire la golpease en la cara. Sí, en el cobijo de la sombra refrescaba, pero valía la pena pasar por ese pequeño sacrificio. No obstante, a pesar de que era un día soleado, estaban ya en pleno otoño.

Tenten decidió sentarse en el extremo opuesto de la fuente, frente a la gran cortina de agua que caía sin compasión, con los ojos de la sirena mirando hacia ella. El repiqueteo de las gotas al caer era lo más relajante que escuchaba en semanas y, si prestaba la suficiente atención al entorno, incluso podía escuchar el corretear de alguna ardilla o una piña a lo lejos al caer.

-Debo admitir que pese a todos los reparos que puse y que aún pongo por venir aquí, en este momento se ven ofuscados por la belleza del lugar.

-Solíamos venir aquí, disfrutábamos y nos divertíamos. Pero…es absurdo cargar con las culpas del pasado cuando el pasado está muerto y enterrado –dijo, empleando su tono de voz más contundente- ¿cómo se puede disfrutar del presente o labrarse un futuro si no se deja de mirar atrás con ánimo pesimista?

Tenten se puso rígida al escucharlo, la verdad es que se sintió como si estuviera escuchando un discurso preparado de antemano, y ya no le extrañaría que así fuese. ¿De qué otro modo sino, alguien sería capaz de cambiar de un tema a otro tan radical como el que no quiere la cosa?

Neji prosiguió: tú también cargas con ciertas culpas, Tenten. Te niegas a aceptar que tu perspectiva del pasado en lo que a mí respecta tal vez sea un tanto distorsionada. Rechazas la felicidad del presente y la posibilidad de que juntos consigamos una vida satisfactoria. Insistes en mirar atrás con ánimo pesimista y no hacia el futuro.

Tenten se puso de pie de un salto, colocó una mano en las caderas y con la otra agarró su parasol con toda la fuerza de la que fue capaz, haciendo gala de su autocontrol para no ir hacia donde estaba él y decapitarlo con su sombrilla.

-¡Sí, claro! –Exclamó- ese es el tipo de argumento que esperaría de ti, Neji. Cualquier cosa para confundirme y manipularme a tu antojo. Lo que has dicho no se puede aplicar a mi caso. Y te estás engañando cuando afirmas que rechazo la felicidad del presente. Seré feliz cuando te largues y me dejes tranquila. Y te alagas a ti mismo cuando dices que miro atrás con pesimismo. Hasta que volviste a aparecer en mi vida no echaba la vista atrás a menudo, y cuando lo hacía era con afán realista. Para recordar los errores cometidos a fin de no volver a realizarlos. Punto. ¿Por qué iba a hacerlo sino? ¿Acaso creías que me mortificaba día y noche llorando por ti? ¡JA! Y no te hagas ilusiones sobre nosotros, para mí estos días no han tenido la menor importancia.

-Cielo, estás adorable cuando te enfadas

Tenten rodeó la fuente a toda prisa, pero cuando llegó hasta él ya estaba preparado, como era de esperar. Neji atrapó su mano derecha cuando estaba a unos 2 centímetros de su rostro y la izquierda que empuñaba la sombrilla a unos seis. Las sostuvo y se echó a reír por lo bajo mientras ella le clavaba una mirada amablemente despiadada.

-Pero ¿qué es esto, gatita? –Preguntó, mientras apretaba más sus muñecas- ¿dónde están tus modales, princesa?

Los ojos de Tenten brillaban de ira: ¿modales? Estar contigo ya es suficiente penitencia. Sólo un santo tendría la suficiente paciencia para aguantarte. ¡A la porra los modales!

Neji inclinó la cabeza para acercarse más a ella y replicarle, pero tenía la sensación de que si le tocaba la mejilla, la besaba o le decía siquiera una palabra más, ella explotaría. Si no la soltaba ahora mismo tenía la ligera impresión de que su mujer le escupiría en la cara. Así que tomó aire y se obligó a sí mismo a dar un paso atrás.

El conquistador que llevaba dentro rugió y luchó por aferrar a Tenten, por estrecharla entre sus brazos y tomarla, tomar por asalto su fortaleza y obligarla a reconocer que le pertenecía a él, sólo a él. Pero el estratega que llevaba dentro, le decía que lo mejor que podía hacer era replegarse. Una retirada a tiempo era lo mejor….por ahora.

-¡Y no me llames gatita, sabes que lo detesto! Antes que dejar que me llames así preferiría coquetear con un sapo. Antes haría el amor con el demonio.

-No, gatita –se rió de ella y le devolvió su pequeña sombrilla- eso no está nada bien. Si hay algo que he admirado siempre en ti, es tu honradez. Sin embargo, acabas de mentirme dos veces; ¿cómo ibas a coquetear con un sapo? ¿Y qué iba a hacer el demonio con su tridente mientras hace el amor contigo? En realidad, creo que es mejor olvidar el tema. Hay un sinfín de posibilidades escandalosas, ¿no crees?

-Tal vez, Neji, deba distraer tu mente de esos pensamientos tan picantes –señaló otro sendero con el pulgar- mejor será continuar con la caminata antes de que consigas que cometa un homicidio.

La mirada de Neji se tornó risueña y tuvo la impresión de que el muy sinvergüenza se estaba divirtiendo de lo lindo.

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Al llegar al pie de la montaña, una vez iniciado el descenso después de la puesta de Sol, Neji y Tenten acordaron seguir cada uno por su lado. Es obvio que el Hyuga intentó acompañarla a su casa pero ella lo rechazó tajantemente, ni siquiera fingió que se lo pensaba. Y Neji no intentó más, pues ya estaba más que contento por lograr pasar más de medio día con su mujer.

El ojiperla pudo sentir sus ojos sobre él mientras se iba, y le gustó. Le gustaba todo. Él…bueno, mierda. Estaba sencillamente lleno de la alegría de primavera, ¿verdad?

Cuando “la princesa” llegó hasta su casa, se giró bruscamente para enfrentar a sus guardias reales.

-Kirian, Ketaro ¿qué clase de vigilantes sois que cuando estoy en apuros no acudís a mi rescate?

-¿Perdón?

-Ya me habéis oído. Cuando fui a pasear con Neji en el Kurigayashi y discutí con él frente a la fuente, algo que doy por sentado observasteis, visteis que me apretaba las muñecas y no aparecisteis -les clavó la mirada, furiosa- Ninguno de los dos vino en mi ayuda, ¿pero qué clase de amigos sois?

Kirian bufó: en realidad daba la impresión de que era él el que necesitaba ser rescatado –se giró en dirección a Ketaro- ¿te fijaste en las veces que casi lo decapita con la sombrilla de camino a casa?

Hasta Ketaro, quien normalmente tiene el humor de un enterrador contribuyó con la gracia: a mí la parte que más me gustó fue cuando intentó abofetearlo, o cuando en el último sendero saltó sobre él como una cobra con intención de estrangularlo. Menos mal que ese tipo tiene unos reflejos de oro porque si no “ese” hace ya tiempo que estaría bajo tierra.

Tenten con venita en la frente: ¡eh! Que sigo aquí…no habléis como si no me tuvieseis delante.

-Lo siento, Tenten, pero Neji tiene la paciencia de un santo.

- ¡No irás a ponerte ahora de su parte!

Esta vez fue Kirian quien habló: nunca nos pondríamos de su parte, nunca –le guiñó un ojo a Ketaro y pasó un brazo sobre los hombros de la morena- Además, quien se mete con nuestra pequeña se convierte automáticamente en nuestro enemigo nacional número uno.

Tenten ya más calmada: no soy la “pequeña”, por si no lo recuerdas, Kirian, soy 3 años mayor que tú.

-Y nunca vas a dejar de recordármelo, ¿no? –interrogó, mientras atravesaban el umbral de la entrada.

Tenten dejó su sombrilla sobre el recibidor del pasillo y se giró hacia él: no, nunca –pronunció mientras miraba a Ketaro que hacía esfuerzos por no reírse de la cómica situación. Algo que le agradecía.

-Muy bien, muy bien –dijo acompañando las palabras por una inclinación de cabeza y un movimiento de manos- tu mandas.

-No –sonrió- yo dirijo.

-Hablando de dirigir – ambos presentes se volvieron para prestarle atención- esta mañana Yumi me entregó una carta para ti –sacó la misiva del bolsillo derecho con cremallera de su pantalón. Cada vez que a Tenten le enviaban una con remitente real, se las daban inmediatamente o a ella misma o a sus guardias, sin esperar a que llegase a su casa para abrirlas y enterarse de su secreto contenido. Nunca se sabía que asunto de vital importancia le podía transcribir.

-¿Y por qué no me lo dijiste antes de salir, Ketaro?

-Parecías muy estresada por tener que salir con Neji, así que cuando vi la letra del dorso… no quise hacer que te alterases más. No quería darte más motivos de preocupación –dijo a la par que extendía el sobre.

Tenten reconoció el color rosa burdeos de la carta…y ya se temía lo peor. Pero cuando al recogerla, sus grandes ojos se encontraron con el dorso de una de las solapas de la misiva, su espanto se multiplicó. La letra del dorso era la escritura de una de las ex-amantes de su marido, la misma mujer que estaba enredada con Neji hasta justo antes de que le diese el sí quiero: Yamanaka Ino.

Pero…¿qué querría de ella?….

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