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martes, 24 de enero de 2012

Fanfic NejiTen: Orilla de Lágrimas

Capítulo 10: Mesa para dos


Durante la siguiente media hora, Neji apenas lograba sonsacarle algunas palabras a su mujer. Ella solía contestar con monosílabos y evitaba mirarlo en la medida de lo posible. Neji no esperaba que saltase de alegría por estar allí con él, pero habría esperado algo más por su parte, sentirla más participante. Tanto a su izquierda como a su derecha reinaba el silencio. Un hecho que no hizo sino aumentar su determinación de hacer algo al respecto, al respecto de la fría actitud reprobatoria de Tenten. El impulso de pellizcarle la nariz, de pincharla con el tenedor para que reaccionase, fue cobrando cada vez más fuerza. Pero mantuvo a raya su ímpetu. Qué haría falta, se preguntó, para que ella bajara la guardia. Él siempre se había creído el rey del autocontrol, pero ella le daba mil vueltas.

El ojiperla tomó un sorbo de vino y se maravilló de cómo podías sentarte así de cerca de alguien y todavía sentir que esa persona estaba totalmente alejada.

De repente, los cinco metros en línea recta que los separaban respectivamente el uno del otro, le resultaron insoportables. Entonces, incapaz de aguantar por más tiempo esa distancia, se levantó de la silla, cogió su plato, sus cubiertos y copa, y se encaminó hacia el otro extremo de la mesa. Acomodándose a su diestra.

- ¿Qué haces?

-Cenar contigo –dijo en un tono despreocupado de voz.

-Eso ya lo hacíamos.

-¿Qué más da que me siente aquí o allá estando los dos solos? Mi padre siempre se sentaba al lado de mi madre. Así no tenían que levantar la voz para hablarse, y dado que parece que yo soy el único que está hablando, no me apetece tener ronquera mañana. Cuando me siento en el otro extremo de la mesa, tengo la impresión de que tú estás en un escenario y yo soy tu público. Así está mejor ¿no crees?

-Me parece que si te relajas demasiado adquirirás malos hábitos.

-No me importa asumir ese riesgo.

-Esto no es apropiado –dijo reprendiéndolo.

-Tenten, realmente no irás a echarme en cara mis modales, no cuando tienes la mejilla llena de puré.

-Si –contestó, apartando una mano de su regazo para llevársela al rostro y limpiar la salsa antes de poder llevar su juego aún más lejos.

-Sólo lo has empeorado –señaló con voz grave y una sonrisa en la boca- lo has extendido y ahora tienes una gran mancha color burdeos en toda la cara –alzó la mano y trazó una línea con los dedos en su pómulo- justo aquí.



La Uzumaki suspiró. Debería ser ilegal que un hombre tuviera semejante cantidad de encanto. Los labios de él se curvaron mínimamente en una sonrisa de fingida inocencia; una sonrisa demasiado mona y demasiado fuera de lugar, que le arrebató a Tenten todas sus ganas de pelea.

Desgraciado.

Sonrió a pesar de sí misma.

Neji retrocedió y se repantingó en su nuevo asiento, haciendo a continuación un gesto al “minordomo” contratado para que diese lugar al inicio de toda una procesión de postres. Pasteles para endulzar el momento que vendría a continuación. Había sido muy hábil al intentar evitar el tema “Yamanaka” durante los primeros 45 minutos, pero, si su mujer realmente sólo le iba a conceder una hora de su tiempo, ya era momento de que expusiese la cuestión.

-Respecto al tema del cumpleaños de Ino…-dijo sin más preámbulos. Ella dejó caer el tenedor en el plato y lo apartó de sí, para alzar luego su mirada penetrante hacia la de él, dándole a entender que tenía toda su atención- en la otra mitad de mi carta soldado (ahora empleada como invitación) se nos informa de que la celebración durará toda una semana, pero creo que…

-Con pasar un fin de semana es más que suficiente. –Terminó tajante- Con dejarnos caer por allí y reunirnos un rato con el resto de los asistentes ya habré cumplido mi deber. Luego no se podrá decir que le hice el vacío a su invitación o que por motivos personales desairé las posibles relaciones futuras con el país del Rayo.

-Bien, como quieras. Si tan sólo deseas estar allí dos días, dos días estaremos (“con sus noches” estuvo a punto de añadir)

-¿Y cuándo es esa dichosa fiesta? –preguntó entre dientes.

Neji se terminó su porción de tarta con almendra, se limpió las comisuras de los labios con la servilleta y dio otro sorbo a su copa de vino. Sabía que la impaciencia de adueñaba de su mujer, que cada vez estaba de peor humor, no obstante, en ese instante, habría querido echarse a reír a carcajada limpia. De hecho, lo habría hecho si no fuese porque no era ni el momento ni la ocasión en lo absoluto. Probablemente, de haber dejado traslucir su buen humor, su integridad física habría estado en peligro.

Observó a Tenten un instante, estaba preciosa cuando se enfadaba, cosa que era muy a menudo, al menos con él. Sus mejillas adquirían cierto color carmesí por la furia y las pasiones vengativas del momento, su boca formaba un mohín muy seductor que pretendía ser un gesto de desdén y desagrado. Y cuando estaba, muy, muy alterada; su respiración se hacía más difusa, más imprecisa, tensando involuntariamente su pecho contra el escote; lástima que esa noche no estuviese enfadada hasta ese punto. Una cosa era verla irritada por una trivialidad o desacuerdo, y otra muy distinta era mantener una discusión fuerte dónde ambos se herían con las palabras y se lanzaban reproches como dardos envenenados. En el primer caso no le importaba, de hecho, era un placer observarla en pleno proceso; pero en el último; en fin, eso era otro cantar. Eso mismo había ocurrido cientos de veces antes, cuando Tenten se volvía fría y él se enfadaba, cuando ella se sentía herida y él también; así que esta noche no quería manifestar ningún tipo de afabilidad por ir a la fiesta de Ino, de lo contrario era así como terminarían. Y no es que quisiese asistir para ver a su ex amante, más bien era la idea de poder pasar toda una semana con Tenten en algún lugar apartado de la mano de Dios, los dos solitos, teniendo que compartir la misma habitación. Pero si su mujer tan sólo quería pasar un fin de semana, así sería. En este punto, él no era quien de llevarle la contraria, si lo hiciera sería un estúpido, como caminar por arenas movedizas. Si intentase convencerla, con la suerte que tenía probablemente Tenten pensase en unos motivos equivocados y terminaría por empeorar aún más su situación con ella.

-Es dentro de diez días. O –le sonrió triunfante- en otras palabras, cuatro días después de que te vayas a vivir conmigo.

Tenten palideció ante ese recordatorio de su mala fortuna. Tan sólo faltaban seis días para que tuviese que trasladarse, pues el plazo de tres semanas que le otorgó Neji estaba llegando a su fin. De pronto, sintió que le faltaba el aire, pero no llevaba ropa ajustada, ni cinturón, obi o cualquier otra prenda que pudiese dificultar su falta de oxígeno; lo que le indicaba que era más bien un estado mental. Se obligó a relajarse, hacía años que no había tenido un ataque de pánico, y sin embargo estas últimas semanas había estado al borde más de una vez. Ketaro ya lo había notado, pero fue Kirian quien la vio tendida en la alfombra de su cuarto echa un ovillo evitando por todos los medios saltar por ese abismo. Hizo prometer a Kirian que le guardaría el secreto, no quería que estos digamos…”percances” llegasen a oídos de sus padres, o peor, a los de Naruto. Con la fascinación que sentía su hermano por acabar con la vida de Neji, no tardaría ni dos segundos en servirse de esa excusa para llevar a cabo su venganza.

Alargó la mano hasta su copa y bebió todo su contenido, sintiendo como el fino vino bajaba por su garganta dejando a su paso una estela agridulce, desembotándole los sentidos. Tosió un par de veces y se puso en pie de un salto.

-Tengo que sal…yo…tengo que irme. Ya finalizó la hora que te concedí. –se apresuró a decir.

Se dirigió hacia el vestíbulo donde la esperaban sus dos leales guardias, uno sentado en una butaca leyendo el periódico, y el otro coqueteando con una ¿ayudante de cocina? (en fin, cosas más raras se han visto) Pero tanto el uno como el otro, en cuanto apareció en el corredor, dejaron lo que estaban haciendo para centrar su atención en ella. Al principio tanta vigilancia, cuidados y devoción podrían parecer extraños, pero era parte de su vida, de las objeciones y/o consecuencias de ser princesa. Debería estar ya acostumbrada, pero a sus 24 años de edad aún seguía pareciéndole una situación extraña. No le era algo violento, puesto que después de años de estar en compañía de “Barbie y Ken” (como a su marido le gustaba llamarlos) había llegado a sentirse cómoda junto a ellos; tal vez con el tiempo sí que acabase por habituarse a esta vigilancia tan constante y estrecha, después de todo, ¿no lo hacían todas las princesas? Aunque pensar en que la ayuda de Kirian y Ketaro como una constante, como una de esas realidades que no cambian, era estremecedor.



Ketaro le puso el abrigo que trajo al venir y le ató cada uno de los botones como a una niña pequeña. Kirian le alisó las capas del vestido que sobresalían por el bajo del abrigo y le dijo algo como “¿ves? Venir no ha sido tan terrible, después de todo”, también le pareció que le guiñaba un ojo, pero lo cierto era que no le estaba prestando mucha atención, aún seguirá escuchando un pitido agudo en sus oídos, recordándole el “casi” episodio de pánico de minutos antes.

Neji la había seguido hasta el vestidor sin darse ella cuenta, y casi se ruborizó por la estampa que debía estar contemplando. En realidad siempre la trataban como una muñeca, en sus días de palacio o incluso cuando pasaba largas temporadas en la casa de Naruto, siempre le elegían la ropa que debía ponerse, siempre tenía a alguna doncella que la peinase y atendiese sus más mínimos caprichos y siempre, allá donde fuese, la gente se inclinaba y reverenciaba en su presencia. A veces incluso, Kirian le ponía los zapatos porque ella tenía pereza.

El prisma con el que podían verla los ojos ajenos podría parecer el de vivir en una burbuja de cristal, sin embargo, ella era la que se ocupaba prácticamente de todo lo que se refería a la economía de la villa de la Nieve, era ella la que organizaba las juntas y programaba las reuniones para facilitar el buen funcionamiento de las relaciones y entablar alianzas con los países circundantes; era ella quien sostenía el reino (a menudo desde las sombras) porque, aunque los gobernantes van y vienen, es finalmente la economía lo que mantiene al país, es el dinero el que consigue que una nación no decaiga en ruina, lo que la sostiene.

Su padre, el señor feudal, es el que dirige, el que politiza, marcando el ritmo que todos debemos seguir; y Naruto era el que se ocupaba de los decretos reales, de las leyes, de que el sistema funcionase desde dentro, pero el pobre, gastaba tanto tiempo en ello y en aprender todo lo necesario para ser el próximo regente, que a menudo era ella también la que hacía parte de sus obligaciones (era un milagro que tuviese algo de tiempo libre). Así que ¿tan egoísta era que la consintiesen de vez en cuando? ¿Qué le hicieran caso y que le diesen las cosas más triviales hechas? Por eso, no le importó lo más mínimo la mirada condescendiente que le lanzaba Neji. Aunque el silencio que se sucedió era de lo más violento. Iba a decir algo, lo que fuera, pero no sabía el qué, por suerte él habló primero, aunque tras oír sus palabras, casi fue mejor que se hubiese mantenido en silencio.

-Recuerda que ahora te toca decidir a ti dónde iremos la próxima vez. Y sinceramente –sonrió con la mirada- me muero de curiosidad por saber que lugar eliges para nuestra próxima “cita”.

-No te preocupes, el miércoles seguro que te sorprenderé.

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