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martes, 24 de enero de 2012

Fanfic SasuSaku: Equilibrio Ciego

Capítulo 1: Un reflejo de mi ser [ÉL]


¿Amor? Que palabra tan cruel.

En todo caso, eso es un hecho para mí.
 
 
El tiempo pasa, pero mis sentimientos por ella no cambian. Rezo para que no se dé cuenta, para no decir nada que pueda inducir a malentendidos, pero francamente; cada vez se me hace más espinoso interpretar el papel de hermano y amigo. Algo difícil de creer si tenemos en cuenta que llevo fingiendo prácticamente toda mi maldita vida.


Realmente no sabría decir con precisión el momento exacto en que sucedió, probablemente fue una acumulación de varios factores, pero sí recuerdo el instante concreto en el que descubrí que la quería, y no de la forma en que debería. A partir de aquel entonces, dejé de llamarla “oniie-chan” (hermana).

Al principio, después de una noche de soñar con ella, aún guardaba la esperanza de que al despertar me encontraría con que todo había sido un mal sueño, que nada de lo que sucedía era real. Pero, cuando bajaba a desayunar y me tropezaba con su mirada por los pasillos, sabía, por el modo en que me latía el corazón, que mis sentimientos por ella eran de lo más reales, y más.
Durante los últimos cinco años de mi existencia, pasé por varias fases, cada una más autodestructiva que la anterior. Al principio tenía tantas emociones encontradas y perdidas, que mi mente era un cacao de macedonia de mierda. En muchos aspectos aún la seguía viendo y tratando como mi hermana; y sin embargo…también comenzaba a sentirme incómodo e inquieto en su presencia. Cuando la abrazaba la retenía más tiempo del que debería y me sorprendía pensando en cómo sabrían sus labios, si serían tan dulces como parecían. E irónicamente, pensé, en que eso mismo debían de sentir todas aquellas personas que lentamente descubren que son homosexuales (el proceso parecía ser el mismo); pues, mi cacao mental era de tal magnitud, que aún me extraña que haya sobrevivido y no haya necesitado un psicólogo.
Debido a que tan sólo nos llevamos un año de diferencia el uno respecto del otro (siendo yo el mayor), temía que mi comportamiento empezase a resultarle extraño, que empezase a juntar las piezas y se diese cuenta del porqué. De modo que intenté proceder del modo en que antaño lo hacía; pero no podía. No pude. Y a día de hoy, aún no puedo.
La tercera etapa por la que pasé podría resumirse en las palabras “evasión y revolcón”. Cuando cumplí los 15, ocurrió algo de lo más extraño, quiero decir, más extraño aún. Comencé a recibir todo tipo de proposiciones del sexo opuesto. De pronto, las chicas levantaban la mirada si pasaba junto a ellas, suspiraban, hacían morritos y sonreían sin motivo alguno; incluso fui testigo de un par de desmayos. Achaqué todos estos sucesos a la pubertad, a que mis feromonas se dispararon, o ….vamos, ¿quién sabe? Lo importante aquí, es que me aproveché de mi éxito con las mujeres para intentar olvidar a Sakura.
Hubo una época en la que regresaba a casa a altas horas de la madrugada, y eso cuando me molestaba en volver. Pasaba las noches en el dormitorio de cualquier fémina que me pareciese mínimamente interesante. Y prácticamente no tenía amigos porque todos me veían como un rival a la hora de conseguir novia.
Era, y soy, una persona muy reservada y callada, por lo que a menudo se me confunde con una persona antisocial y arrogante. Nada más lejos de la realidad, me habría gustado poder tener eso que la gente llama “amigo de toda la vida”, habría sido un gran apoyo en cualquier momento, podría haber hablado con él de mis problemas y contemplar alguna posibilidad a mi “problema amoroso” que a mí, tal vez se me escape. Pero más bien tarde, descubrí que mi problema no tenía solución, a menos, claro está, que me desenamorase de Sakura.

Luché, y a Dios pongo por testigo que lo intenté, mas no pude. Tal vez, el verdadero motivo por el que casi nunca ponía un pie en casa, fuese el temor de encontrarme con ella, y que al mirarme directamente a los ojos, desnudase mi alma; lo descubriera, y me odiara por ello. O tal vez, era el tener que torturarme al encontrarme con su fotografía en cada rincón del hogar; o …el saber que, pese a encontrarse a tres puertas más de distancia, nunca podría confesarle mi amor, nunca podría estar ahí en los momentos más preciosos de su vida, y nunca podría estar en su corazón. Y el saber que no sólo no podía confesarle mis sentimientos, sino que también tenía el rechazo asegurado, me mataban por dentro.

Una tarde, en el instituto, después de volver de la enfermería con unos calmantes (pues poco antes me había fracturado el meñique en clase de gimnasia), cogí un atajo para regresar al aula y así no tener que dar un rodeo que implicase atravesar el patio lateral. Iba caminando cuando escuché frases sueltas de una conversación, eran voces femeninas las que hablaban y no me habría detenido en seco, ni le hubiera prestado el menor interés, si no hubiese escuchado mi nombre entre esas frases susurradas.

Era un jueves 15 de Mayo, y recuerdo eso, no tanto por la importancia de la conversación, sino porque curiosamente ese día coincidía con mi cumpleaños, mi decimosexto cumpleaños. Me acerqué más al marco externo de la puerta de los aseos femeninos, intentando saber exactamente de que iba todo aquello. El sonido de las voces pareció intensificarse, en el interior por lo menos debían de haber tres o cuatro pares de cotorras, todo sonrisitas falsas y ecos chillones. Nada más aguzar un poco el oído advertí cuál era el tema central de su conversación, yo. ¿y para eso tanta curiosidad? Estaba poniéndome derecho y a punto de irme cuando una de esas “cacatúas” habló:

“Sasuke las prefiere más o menos de su estatura”


“Al Uchiha le gusta que tengan los ojos claros”


“y de labios carnosos”
“a mi me han dicho…”
Hasta aquel momento, no me había dado cuenta de que había estado intentando olvidar a Sakura con mujeres que se le parecían. Había estado buscando a la mujer perfecta intentando emular el físico de mi propia hermana. Al final, todo había servido para nada.

Esa fue la época en la que toqué fondo. Después de aquello, dejé de salir siempre con mujeres, volvía a dormir todas las noches en mi propia cama e intenté recuperar de alguna forma las riendas de mi vida. Pero el daño ya estaba hecho.

Y había estado tan inmerso en mis propios asuntos que cuando me di cuenta, Sakura ya había crecido. Bueno, en realidad “crecer” no es la palabra, “madurar” es una mejor definición. Su forma de hablar y comportarse de pronto era más correcta y pulida. Siempre fue una jovencita muy curiosa, evaluándolo todo constantemente y tomando interés por lo más inesperado. Pero esa curiosidad se convirtió en perspicacia; y la perspicacia en picardía.

Y me había pasado tanto tiempo intentando evitarla, que no me di cuenta de que me estaba alejando más y más de ella. Sakura ya no me iba a ver para pedirme consejos o ayuda sobre algún tema personal, para los deberes….u otros temas del hogar. A decir verdad, ya apenas la veía. Cuando yo estaba en casa, ella rara vez se encontraba; ¿saldría con sus amigas? ¿Tendría un trabajo de medio tiempo? ¿Sería voluntaria para algún tipo de ayuda a la comunidad? ¿Asistiría a clases de refuerzo? ¿Se habría apuntado para alguna actividad extraescolar? ¿Patinaje? ¿Solfeo? ¿Animadora, tal vez? No, esto último no le pegaba, era de las que preferían participar activamente en un juego en vez de verlo desde fuera. ¡Pero era su hermano!, por el amor de Dios, ¿no debería saber este tipo de cosas? ¿y si salía para encontrarse con un grupo de maleantes y estaban siendo una mala influencia para ella? O….¿y si tenía novio?

¡Joder! ¡Maldito desgraciado! ¡Lo mato! ¡Lo mato! No…vamos Sasuke respira hondo, tranquilízate….¡y una leche!...¡lo mato! ¡es que mato a quien intente poner un dedo encima a Sakura! ¡Lo mato, troceo y escondo lo que quede de su cuerpo!

Pero la voz de la razón me decía que no sería nada extraño, al fin y al cabo Sakura tenía ya 16 años y, aunque pocas palabras eran las que últimamente se cruzaban, había notado unas cuervas que antes no estaban. Además, siempre fue una joven alegre y de personalidad encantadora, es la típica persona que cae bien a todo el mundo y, aunque dijese una impertinencia de vez en cuando, se la perdonaba por ser mona. Lo raro sería que ningún hombre se fijase en ella. Habría que estar ciego para no ver lo que valía. Probablemente proposiciones no le faltasen (y más si estaba en la etapa de las feromonas).
No voy a decir que no sé por qué me molesta tanto esto, ¡claro que me molesta! Al fin y al cabo Sakura es “mi” mujer ideal; la perfección femenina; la persona más importante en mi mundo.
No sé que dolor es más intenso, si el saber que puede estar con otro y que ese otro nunca seré yo; o el saber que algún día alguien aparecerá, la amará, se la llevará y nunca más me necesitará; que siempre sea el segundo lugar al que recurrir, que ya no confíe en “mi” pero sí en “él”.
Hay tantas cosas que volvería a rehacer si tuviera la oportunidad…empezando por no evitarla a causa de mis temores. Me perdí parte de su crecimiento, de ver cómo se convertía en la ingeniosa señorita que convive conmigo. Pero me gustaría estar ahí para ver la mujer en la que se transformará; y para eso, no falta mucho.

¿Sería demasiado tarde para, al menos, volver a intentar ser su hermano?
Continuará…………….

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