BLOGGER TEMPLATES AND TWITTER BACKGROUNDS »

martes, 24 de enero de 2012

Fanfic NejiTen: Orilla de Lágrimas

Capítulo 9 (2ª parte): Lo que se esconde bajo la superficie



Al día siguiente…bueno, marcha lo que se dice marcha no era. Tanto Kirian como Ketaro pensaron en otra cosa cuando la princesa pronunció esas palabras. En estos momentos, los tres se encontraban sentados en una de las gradas del segundo piso de un local clandestino. ¿Qué cómo sabía Tenten de aquel sitio? era un misterio para todos. Pero teniendo en cuenta que en su dormitorio guardaba una colección completa de armas ilegales, tampoco les extrañó.

Algunas de las luces fluorescentes del teatro parpadeaban sin cesar, la pintura de las paredes se caía a cachos y el suelo de madera estaba más rayado que una cebra. Y, salvando el hecho de que las puertas rechinaban y algunas ventanas estaban rotas y reparadas con plástico y celo, en realidad era un sitio…interesante.

Para no llamar la atención, Tenten utilizaba un simple quimono gris perla, sin bordado o de dificultoso punto. Kirian y Ketaro también llevaban puestas ropas en tonos neutros para no resaltar. Algo un tanto difícil cuando aparecían los tres juntos en algún lugar.

Un par de horas antes de acudir hasta este teatro clandestino, Kirian partió temprano por la mañana hacia la residencia de Neji Hyuga a fin de entregarle el recado que Tenten le expuso la noche anterior. Y el ojiperla al enterarse, y empleando a Kirian a su vez como marioneta, lo hizo volver hacia la casa de Tenten enviándole el mensaje a su mujer, el de que estaría con ella para salir al teatro, fuera el que fuera al que pensase ir.

La uzumaki le había enviado su respuesta, informándole a su marido de que ese día se habían ocupado todos los asientos y que él tendría que irse a otra parte. Después, Tenten, por supuesto, había iniciado una carrera frenética en busca de una o dos personas más para mantenerlo alejado. Y estas personas de más, resultó ser su prima Lila. De haber podido también habría reclutado a Naruto, pero éste ya tenía un compromiso previo del que no se podía deshacer.

Esto es tan excitante –le murmuró Lila ante las primeras palabras del narrador de la obra- mi hermana Tintin me contó hace tiempo que Shino, el guionista de esta tragicomedia, no ha escrito nada en años.

-Yo también tengo ganas de verlo –confesó- tan sólo he leído uno de sus guiones. Cuando era más joven, estudié en la academia de Konoha durante un año, y mi hermano vino a visitarme. Nos hicimos amigos de un tal Sasuke Uchiha y Sakura Haruno, aunque no creo que los conozcas; y entre los tres me convencieron para ir al teatro en el que estaban exponiendo una obra suya.

Lila echó un vistazo al programa: la obra empieza después de este monólogo.

Unos minutos después, las lámparas se apagaron del todo y se hizo el silencio. Tenten sólo le prestó una atención superficial, pues estaba preocupada. Era muy consciente de las discretas miradas que le dirigían tras los monóculos algunos de los presentes desde un palco más elevado o desde la tarima inferior al suyo. A este tipo de eventos rara vez una se puede encontrar con alguien conocido, al menos a lo que las altas esferas se refiere. Pero siempre cabía la posibilidad, como ella, de que alguien de su círculo asistiese al evento, lo que la ponía más nerviosa. Había pasado tan sólo un día desde su picnic con Neji, pero ya había oído algún que otro rumor infundado sobre su sorprendente pero incierta reconciliación con su marido. Ahora toda la sociedad “nevediense” estaba al tanto y no tardaría en ser la comidilla de todo tipo de chismorreos, otra vez.

“Pues si lo que quieren es espectáculo, que esperen a ver mi gran aparición en el cumpleaños de Yamanaka Ino.”



En el intermedio, Lila fue en busca de algo para beber, escoltada por Ketaro; y a Kirian, que durante toda la primera parte hizo un gran esfuerzo por no dormirse, le concedió vía libre para con sumo gusto escapar, digo, esperar, fuera del recinto si lo prefería. Algo que hizo en el acto. Ella, sin embargo, permaneció en su sitio.

Los timbres volvieron a sonar, anunciando que la segunda parte de la obra iba a dar comienzo, pero ni Lila ni Ketaro aparecieron. Tenten se asomó a la barandilla y miró a ambos lados.

- ¿Me buscabas?

El sonido inconfundible de la voz de su esposo la hizo volverse, para observar con desagrado cómo Neji se sentaba en el sitio de su prima.

-¿Qué haces?

-Unirme a ti, por supuesto –se recostó en la silla y se alisó su pulcra chaqueta, cómodamente desabrochada, sonriéndole.

Había una expresión complaciente en su rostro, y a ella le habría gustado atizarle con su abanico. Estaba más guapo que nunca, y parecía el hombre más deseable de la villa. Llevaba puestos unos vaqueros negros con el símbolo de su clan bordado sobre una de sus rodillas y sobre el bolsillo derecho que quedaba sobre su nalga. La ajustada camisa gris de cuello de cisne en algodón, remarcaba su esbelta figura y su chaqueta vaquera en el mismo tono que su pantalón, recalcaba el ancho de sus hombros. Ahora mismo, si no supiese que su marido odiaba usar hombreras, pensaría que llevaba un par puestas de lo bien que la tela se adhería y se le encuadraban los hombros. Y si con verse terriblemente atractivo no fuese suficiente, su elegante postura, sus buenas maneras y esa sonrisa que hacía parar el corazón, no la ayudaban nada. Pero todo ello no ocultaba el hecho de que podía ser el hombre más irritante del mundo.

-No puedes sentarte conmigo

-Claro que sí, después de todo, este es un local clandestino –le sonrió de nuevo- ¿a quién te vas a ir a quejar?

-Ya te dije que todos los asientos estaban ocupados, tienes que irte.

-¿Irme? Eso es imposible, gatita. Shino también es amigo mío, lo sabes; y no perderé la oportunidad de ver uno de sus trabajos por nada del mundo. Además, está más nervioso que un gato pisando ladrillos al rojo vivo. Estuve con él en el camerino hace un rato, me pidió que te saludara.

-¿Qué ha pasado con Lila?

-¿Quién?

-¡Mi prima! –Dijo dirigiendo el pequeño abanico en su dirección- la que estaba sentada aquí antes de que tú usurparas su asiento.

-¡Ah, sí, Lila! –Señaló hacia su izquierda- se ha ido al palco del Kezekage.

-¿Qué? –se volvió llevándose las manos a la frente, y sintió dolor de cabeza al recordar cómo iba a ser su vida hasta que no consiguiera disuadir a su marido de esa absurda idea de reconciliación. Iba a ser una pérdida de tiempo proverbial, y no importaba cómo arreglara ella las cosas para prevenirlo. Parecía que él viviese para hacer que su vida fuera un lío, ya que, al fin y al cabo, se había convertido en eso desde que bailaron juntos en aquel salón (8 años atrás) y se enamoraron; o mejor dicho, ella se enamorara.

-Estaba hablando con Gaara por los pasillos cuando me la encontré, como parecía muy contenta al verlo me pareció una buena idea dejarlos solos…para que conversaran y fueran a su aire. Gaara la invitó a sentarse con él y con su hermana nada más verla, y a Temari parece que le gustó la idea, pues tenían un asiento vacío ¡qué coincidencia!

Tenten estaba un tanto desconcertada, ¿qué hacía el Kezekage por allí en primer lugar? ¿Cómo o quién le habría informado de esta obra? No le cabía duda de que Neji se aprovechó del interés que el pelirrojo tiene por su prima para instarlo a que asistiera a este evento. No encontraba otra explicación, a no ser que Temari le insistiese mucho…pero Gaara no era de los que parecía que se dejasen convencer con facilidad….no obstante… ¿cómo podía estar segura? Tal vez le estaba dando demasiadas vueltas, quizás simplemente le gustaban este tipo de representaciones y realmente había sido una gran coincidencia…aun así…

Tenten alzó la cabeza pero no lo miró: una coincidencia demasiado asombrosa, sin duda, gracias a ti.

-Nada de eso. Kankuro tiene un resfriado. Además, aunque yo sea un hombre tan calculador y odioso, y tenga tanto empeño en obtener el placer de tu compañía, aun así, no puedo provocar resfriados. En cuanto a lo demás, Gaara miró a Lila, vio su precioso cabello color miel y esos ojos pardos, y el pobre cayó rendido. La expresión de su cara era como la de un cordero degollado. Nunca lo había visto así antes pero, puesto que yo siempre he tenido pasión por cierta morena de ojos caoba intenso, no puedo culparlo de perder la cabeza por otra igualmente bella.

Ella no se molestó en señalar que sus preferencias no habían evitado que disfrutara de la compañía de toda rubia y pelirroja que pasara por su lado durante aquellos años.

Neji prosiguió: Lila es una chica muy dulce, justo lo que necesita Gaara para encandilarlo.

-¿Si? –Contestó suavemente a la ocurrencia de dicha frase salida nada más y nada menos que de la propia boca de su marido- eso no funcionó en tu caso.

-Pero yo no me casé con una chica dulce.

-Muchas gracias, si estás intentando conseguirme con cumplidos como esos, puedes olvidarlo.

El ojiperla se incorporó en su silla y se acercó más a ella, apoyando los brazos en la barandilla. Su hombro rozó el suyo.

-No me casé con una chica dulce –repitió en un murmullo- porque yo no quería a una joven dulce, sino a una mujer apasionada.

-Lo que tú querías era a una mujer rica.

-No, yo necesitaba una mujer rica –no parecía avergonzarse de sí mismo por esto último- pero quería una mujer apasionada, y eso es lo que obtuve, hasta que ella olvidó que era la pasión.

-¡Qué cruel eres! –espetó. Pero sus palabras retumbaron justo cuando comenzó de nuevo la obra, y eso fue una bendición, pues con el rechinar de un micrófono al encenderse, nadie pudo oírlas. Ella se acercó aún más a su marido, pero manteniendo la mirada clavada en la representación- si olvidé la pasión –le dijo en un susurro ronco- es culpa tuya.

-Sí, es posible.

La auténtica admisión de culpa la sorprendió, y volvió la cabeza para mirarlo. Él estaba tan cerca que sus labios casi llegaban a tocarla, pero ella no parecía querer apartarse.

- Neji, ésta es la primera vez que te oigo admitir cualquier tipo de culpabilidad ante el fracaso de nuestro matrimonio.

-Bueno, es terriblemente duro para un hombre admitir que está confundido en algo. Se debe a la falta de práctica, claro está, ya que nosotros no solemos equivocarnos nunca.

Ella apretó los labios.

-¡Ah! –Murmuró- casi te hago sonreír, ¿verdad?

-No –pronunció girándose- son imaginaciones tuyas.

Sus nudillos rozaron la mejilla de ella, que casi pegó un salto sobre la silla. Se aferró al pequeño abanico de marfil tallado con una mano y apretó la otra sobre la barandilla, tensa y recta, muy consciente de las miradas que los seguían mientras él movía la mano hacia su cuello. Sus dedos trazaron círculos sobre su nuca. Sus labios rozaron sus orejas.

-No lo hagas, la gente nos está mirando.

-Si has olvidado todo sobre la pasión y es culpa mía, entonces debo rectificar mi error, ¿no crees?

-Neji… –lo interrumpió, olvidando que iba a decir mientras él le besaba la oreja y su pulgar comenzaba a acariciar la línea de su barbilla.

-Creo que hay muchas formas de recordártelo –continuó- si me dejas.

Ella abrió los ojos y volvió la cabeza deliberadamente en su dirección, pero no lo miró. En cambio, su mirada buscó entre los muchos palcos que formaban parte del segundo piso. No todas las amantes de su marido fueron de “buena cuna”, por lo que encontrar alguna allí no sería la gran cosa. Y la visión de una belleza morena llamada Sadako, era suficiente para apagar cualquier pasión que Neji estuviera tentado de evocar.

-Tú sabes mucho más de las pasiones y los placeres de amor que yo, Hyuga –dijo fríamente- tienes mucha más experiencia.

Aunque ella no lo estaba mirando, sabía que tanto sus palabras como la dirección de su mirada habían dado en el blanco. Pudo percibir su aliento profundo, caliente, cerca de su oreja. La mano se apartó de su nuca y él se recostó en la silla sin decir una palabra.

Otra vez a salvo, paralizada, ella también se recostó en su silla, apartándose de la barandilla y relajando la pose tensa de su abanico. Su mirada se dirigió a la sala y trató de concentrarse. Pero, aunque ella esperaba el éxito de la obra de Shino, y estaba segura de que sería un triunfo, no pudo juzgarlo por sí misma, pues lo único que pudo oír era la voz de Neji prometiéndole pasión, cuando ella misma sabía que la pasión no era suficiente.

Cuando todo terminó, la multitud se puso en pie, aclamando. Tenten también se levantó, y sólo entonces despertó de su ensimismamiento. Aplaudió con los demás y cuando vio a Lila dirigirse hacia ella en compañía del Kezekage, por un momento se olvidó de sus propios problemas. Hasta que Neji volvió a recordárselos. En medio de tantos vítores, volvió a inclinarse hacia ella y le dijo: no importa que tenga que hacer, conseguiré que vuelvas a recordar cómo era la pasión, Tenten. La pasión que una vez tuvimos. Más aún, volveré a hacer que la sientas de nuevo. Te lo juro.

Ella se enderezó y lo miró directamente a los ojos.

-Te veré el sábado a las 9 en punto. Cenaremos juntos. –Hizo una pausa- y ve pensando a dónde quieres ir la próxima vez que salgamos. Ahora te toca a ti decidir adónde iremos.

Se marchó antes de que ella pudiera responder, y se quedó mirando a la multitud con el presentimiento de que su marido lo conseguiría. Y eso era exactamente lo que más temía.

¡Y por que rayos tenía él que tener siempre la última palabra! ¡Maldita sea!

*******``````````******````````````********

Más tarde que pronto, Neji se dio cuenta que no había especificado el lugar de la cena. Se había pasado estos dos últimos días planificando personalmente cada maldito detalle de la velada. Había seleccionado meticulosamente tanto el vino que se serviría, como el orden de los platos y la comida que se prepararía para esa noche. Se había hecho con la mejor cocinera en un radio de 144 kilómetros e incluso había contratado a un mayordomo. Hacía años que no vivía con su mujer, pero Tenten siempre fue tratada como la princesa que era, y recordaba vagamente que por aquel entonces ella disponía de una decena de criados. Estaba acostumbrada a los lujos y él había querido que con este nuevo par de empleados ella pudiese sentirse sino más cómoda, sí más confiada y familiarizada con el ambiente, más en su mundo y no fuera de lugar. En otras palabras, quería que ella se viese como parte del todo, que se sintiese parte de su vida, que recordase.

Pero ya eran más de las nueve y Tenten no daba señales de vida. En realidad era culpa suya por no haber especificado el lugar exacto. Ella podría haber sobrentendido que se cenaría en su casa en vez de en su mutuo hogar, incluso podría haber pensado que la cena tendría lugar en la residencia de soltero que quedaba en el extremo opuesto de la villa. Pero ya era tarde para mandar una nota advirtiéndola. Tendría que ir él mismo y solventar el problemilla, aunque dudaba de que su mujer no pensase ya que era todavía más arrogante y engreído por presentarse tarde cuando era él mismo quien propuso esta “cita”.

Justo cuando se levantaba de la mesa para ir a buscarla, el nuevo mayordomo, o mejor dicho minordomo, hizo acto de presencia en el comedor escoltando la esbelta figura de Tenten hacia la cabecera de la mesa, quedando separados el uno del otro por un espacio de más de cinco metros en línea recta. Debió de sonreír como un imbécil por el alivio que le supuso verla allí, en realidad no se habría dado cuenta de ello si su mujer no hubiese arqueado una ceja, extrañada. Después de lo del teatro, dudó seriamente el que ella se presentase, y más imponiéndole una hora predeterminada. En aquel momento dijo el comentario sin pensar, pero en fin, un fallo lo puede tener cualquiera. El caso era que ella estaba allí, tan imponente como siempre, tan preciosa como recordaba, tan inalcanzable como de costumbre. ¿Se daría cuenta de que verdaderamente parecía una reina de hielo? ¿De que con su altivez parecía una deidad bajada del Olimpo que desaprobaba con la mirada a los mundanos mortales?

El pequeño mayordomo separó la silla de Tenten, acercó el recipiente de los panecillos recién hechos para que sedujeran el olfato de su mujer y colmó su copa acristalada con el mejor vino. A continuación, hizo su mejor reverencia y se apartó discretamente hasta fundirse con la pared del fondo, lo suficientemente lejos como para no hacerlos sentir incómodos por su presencia, pero lo suficientemente cerca como para atender sus demandas en cuanto se lo requiriese.

Al final, Tenten no vio a su esposo hasta la hora de cenar. Le extrañó que no la persiguiese en los días sucesivos al episodio del teatro, mas ese distanciamiento fue algo que agradeció. Ya casi habían concluido dos de las tres semanas que Neji le había dado antes de que tuviese que trasladarse para vivir con él, y si hasta la fecha todo aquello lo llevaba mal, tras la carta de Ino la cosa iba a peor. Le habría gustado discutir el tema con él mucho antes y zanjar la cuestión de una vez, pero Neji vino tan rápido como se fue. No tuvo tiempo de pedirle nada y mucho menos de retenerlo para conversar largo y tendido. Así que no les quedaría más remedio que sacar el tema en la cena, si lo que Neji pretendía era tener una velada agradable, con el tema “Yamanaka” de por medio, no lo iba a conseguir. ¿Y por qué demonios le había sonreído al verla llegar? ¿Es que la situación le divertía?

Cuando llegó al comedor justo un momento antes y vio al Hyuga tan apuesto y atractivo, Tenten tuvo que parpadear para aclararse la vista. Lo mejor sería evitar su mirada seductora, lo último que quería era que la distrajera y se le acabase por olvidar el verdadero tema del por qué había ido allí; algo que no le cupo duda alguna, debía de pretender su marido. De este modo, le proporcionaría una nueva y oportuna excusa para tener otra “cita” con él.

-Uuna hora –proclamó solemne la princesa.

-¿Perdón? –indagó.

-Sólo te concedo una hora de mi tiempo. Aprovéchala.

0 comentarios: