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martes, 24 de enero de 2012

Fanfic NejiTen: Orilla de Lágrimas

Capítulo 9 (1ª parte): Lo que se esconde bajo la superficie



A Tenten le temblaban las manos mientras releía por séptima vez, el contenido de la misiva enviada por Yamanaka Ino.

Kirian había salido disparado hacia la cocina en busca de un vaso de agua para templarle los nervios, mientras Ketaro, tras ver que le fallaban las rodillas, la asió del brazo llevándola consigo al salón. La acomodó entre los finos almohadones de plumas y se agachó a su vera para que lo mirase a los ojos, para que reaccionase. Pero era tan difícil…la voz de su conciencia no paraba de repetirle una y otra vez que aquello no podía ser, que debía de estar soñando, o mejor dicho, en medio de una pesadilla.

Kirian ya estaba de vuelta con el vaso prometido, sólo que su contenido no era para nada transparente, por tanto, mientras se lo pasaba, preguntó: ¿qué es?

-Ron, por la palidez de tu rostro al leer lo que fuese que hay ahí escrito, pensé que necesitarías algo un poco más fuerte- Y así era.

En el tiempo en que sus guardias reales le daban algo de margen para reflexionar; Tenten acabó por ingerir el contenido por entero de su copa.

- Kirian, busca a Yumi y que ésta prepare para la cena el plato favorito de la princesa. Dile también que le prepare un baño de hierba buena, le hará bien a sus nervios; y…

-Sí, lo sé. No te preocupes, me encargaré de todo –ambos miraron en dirección a la morena- ¿qué vas a hacer tú?

-Distraerla –dicho esto, cruzó la estancia y volvió a arrodillarse junto al sillón de Tenten- ¿princesa? –Interrogó, mientras ella levantaba la mirada- ven –pidió, tendiéndole una mano- vayamos fuera.

-No…yo….-pero ante la dura determinación de la mirada de su amigo, acabó por desistir- de acuerdo.

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Como cuando llegaron de su día de picnic no pasaba del atardecer, ahora mismo no era tan tarde tampoco, el reloj debía marcar a lo sumo, las 10 o las 11 de la noche. Las calles estaban casi desérticas, pero los farolillos que inundaban las aceras iluminaban la acogedora noche, del mismo modo en que lo hacían las diminutas centellas en el cielo. Tanten y Ketaro caminaron en silencio frente a las siluetas de las pequeñas casas y alzadas infraestructuras; Ketaro no quería presionarla y decidió darle un margen.

-Debes de pensar que soy patética –dijo al fin.

-No, no lo creo. De entre todos los calificativos que te podría atribuir, “patética” no estaría entre ellos.

Tenten resopló, sin acabar de creérselo del todo, luego habló: pues ahora mismo me siento así, soy penosa.

Ketaro: no, no lo eres; y te engañas si lo crees.

-SÍ que lo soy. ¿Conoces a alguien más que actúe como yo lo he hecho hace unos instantes por recibir una mísera carta?

-¿Conoces a alguien más que reciba cartas de la amante de su marido para poder corroborar tus palabras? –contraatacó.

Tenten no contestó, era cierto, debía de ser la única princesa en el mundo a la que le permitían que se le entregase ese tipo de correo tan indeseable.

Ketaro llevaba trabajando para ella desde hacía 5 años y en todo ese tiempo nunca había escuchado hablar a Tenten acerca de su matrimonio, nunca pronunciaba la palabra “marido” (al menos en su presencia); y si no fuese porque sabía a ciencia cierta que la Uzumaki estaba casada, jamás lo habría adivinado. Tenten tampoco mencionó en ocasión alguna a su esposo, por lo que Ketaro aún no sabía quién era. Y como la princesa llevaba separada siete años, tampoco llegó a conocer nunca en persona a su marido. De él Ketaro sólo estaba al tanto su “fama”, o mejor dicho, su “mala fama”.

-Es Neji, Hyuga Neji –concluyó, como si le estuviera leyendo la mente, en un suave susurro, como temiendo que al decir su nombre éste pudiese aparecer- él es mi marido. –pronunció esta última palabra como si le costase toneladas dejarla salir, como si fuera una palabra malsonante, algo impensable. Casi le entraron ganas de echarse a reír por ese modo de actuar. Casi.

Pero ahora Ketaro lo entendía todo; el por qué Tenten siempre parecía distraída, azorada y/o malhumorada cada vez que tenía que salir con “ese tipo”; el porqué de que siempre volviese alicaída, histérica, sin esa chispa de vida en su mirada. Era por él, era porque estaba saliendo con su marido después de todo el daño que éste le había causado. Ketaro se encolerizó consigo mismo por no haberse dado cuenta antes. Cuando él y Kirian la escoltaban en sus “citas” con Neji, a ninguno de los dos se les ocurrió jamás cuestionar la compañía con la que la princesa trataba. Más que nada, porque nunca lo hacían, ambos respetaban su vida privada tanto como les era posible a favor por tener que estar siempre a su custodio, quiera ella o no esa era una obligación ineludible. Así que cuando Tenten comenzó a tratar con el ojiperla, simplemente pensaron que se trataría de algún amigo al que no veía desde hacía ya mucho tiempo y quería pasar algunas tardes con él, o que sencillamente había decidido tener un idilio amoroso con otro hombre; Dios sabe que se lo merecía. Pero en momento alguno se les ocurrió pensar, tanto a él como a Kirian, que Neji Hyuga era el legítimo marido de la Uzumaki. Y comprender esa verdad provocó que se estrellase contra su entendimiento como una bala, aguijoneándolo.

-Es su cumpleaños

-¿Perdón? –interrogó, al darse cuenta de que la morena había continuado hablando, pero él se había perdido parte de sus cavilaciones.

-El de Ino, la ex amante de Neji, o al menos creo que ya es ex amante, aunque nunca se sabe; quizás mañana mi marido corra tras sus faldas de nuevo.

A ketaro le impresionó lo frías de sus palabras, la carencia de sentimientos en su pronunciación, era como si le estuviese contando una historia que nada tenía que ver con ella, una ficción ajena a sí misma, utilizando el mismo tono monocorde de voz que emplearía si le estuviese hablando del tiempo.

-Ino me envió una invitación para su cumpleaños sabiendo que no tendré más opción que asistir. En realidad no sé porque se ha molestado, ¿qué espera que haga? ¿Qué me presente con mis mejores galas y le lleve un regalo? ¿Qué le cante el cumpleaños feliz con una sonrisa despampanante en el rostro? ¿Es qué no le basta con todo lo que ya ha hecho? ¿La humillación por la que he tenido que pasar no es lo suficientemente grande ya como para que tenga que incrementarla? ¿De verdad espera que le diga algo así como “gracias por nacer, gracias por vivir”? –Suspiró, y luego añadió en un tono más suave y bajo- lo cierto es, que una de las peores sensaciones con las que he tenido la desgracia de enfrentarme en esta vida, el encararme con las amantes de mi marido es una de ellas. A veces….a veces desearía no haber nacido nunca como princesa. Todo sería mucho más fácil si fuese así.

-¿Por qué dices eso? –preguntó compungido.

Tenten respiró hondo para tomar impulso y luego continuó: ¿es qué no lo ves? Cualquier otra mujer normal en mi misma situación, podría haber mandado a su marido y a sus queridas al infierno ya hace mucho. No tendría que enfrentarme diariamente con la crítica de esta sociedad viciada, ni tendría porque aguantar tener que verles el careto y hablar amablemente con todas las mujeres con las que Neji se haya acostado. Podría gritarles e insultarlas tanto como quisiera, mandarlas a freír espárragos (en su caso literalmente) y tirarles de los pelos, lanzarles todo tipo de mis armas asesinas y vengarme meticulosamente del modo en que quisiera y eligiera. Pero así…

Clavó la vista en la luz de uno de los farolillos asentados en la acera del camino, el cual parpadeaba tanto que hasta mareaba. Cuando la luz se fundió, fijó su vista al infinito y prosiguió- así no puedo hacer nada. Y todas y cada una de ellas lo saben. Sin ir más lejos, ahora mismo lo que más ansío, es ir hasta la residencia de la Yamanaka y lanzarle su pulcra carta al rostro después de escupirle a la cara, destruir aquello que fuese su mayor debilidad hasta tenerla de rodillas suplicando que parase… ¡ah! y de batirme a un duelo a muerte por mi honor…eso también. –Dejó salir una risita- ¿no es curioso? Tal vez así encontrase un poco de paz.

-¿Desearías poder cambiar el pasado?

Tenten lo miró, meditó un instante la respuesta y después la dejó salir: en realidad no, mi deseo más ferviente sería el no haber conocido nunca a Neji. Podría contestarte que preferiría que ese Hyuga en particular jamás hubiese existido, pero no sería cierto, quizás porque a mi pesar, tuve mis momentos felices a su lado. No obstante, lo que verdaderamente querría, es no habérmelo encontrado nunca en la vida, que nuestros caminos jamás se hubiesen cruzado… ¿entiendes?

El rubio asintió, aunque no acababa de captarlo del todo.

-¿Cuándo es la fiesta de Ino?

-No lo sé. Me ha mandado una carta soldado, lo que significa que probablemente la otra mitad de la carta la tenga…

-El Hyuga.

Tenten asintió; las cartas soldado son misivas que ocultan una clave o información vital a través de un sellado concreto. Eran cartas muy utilizadas en la guerra debido a que para poder leer su oculto contenido, era necesaria la mitad de una carta más. En el caso de Tenten, esa otra carta de más sería la que probablemente Ino hubiese enviado a Neji, con la intención de que éste asistiese también a su cena. Así que, para saber la clave de acceso que le permitiría entrar en la dichosa fiestecita, Tenten debía de juntar su carta con la de su marido. Lo que para ella significaba, que Neji se empeñaría en acompañarla y a ella no le quedaría más remedio que aceptar. Con el tiempo, estas cartas soldado quedaron desfasadas y se dejaron de emplear en objeto como tal, además del problema de que si uno de los emisores de dicho documento moría en combate, el otro emisor o incluso el propietario por derecho a quien se le entregarían las dos partes, jamás llegaría a ver la luz del escrito. De ahí su “extinción” y que ahora se empleasen como meros juguetes.

-Y eso que no sabes lo mejor

Ketaro, temeroso de saber cuánto más podía empeorar la situación de la Uzumaki, indagó: ¿qué?

-Junto con la invitación, la Yamanaka me ha enviado un plano de asientos según el orden que se tomará en la cena, una recepción para antes del invite en sí. y adivina qué –ironizó mientras lo miraba- ella se sentará en la cabecera, yo a su diestra y Neji a su izquierda.

-¡Dios!

-Exacto, no sólo tendré que aguantarla en su fiesta, sino que tendré que ver en mis propias narices como coquetea, o se lanza ya directamente, a por Neji; ¡frente a toda la mesa de comensales!

Kataro la estudió, ¿cómo podía alguien tener tanta fuerza? Nunca jamás había visto llorar a la princesa, los problemas los dejaba siempre en casa, y cuando salía fuera los ocultaba tras una coraza de hielo. La conocía desde hacía muchos años pero nunca supo realmente como era su vida, en lo que a personal concerniese. Y entonces se preguntó ¿actuaría yo igual si hubiese tenido que pasar por lo mismo? Y conocía la respuesta, NO. Él habría acabado dándole a la bebida, con continuo mal humor y despreciando a todo el mundo, quejándose por tener una vida de mierda. De hecho, así fue Ketaro hace mucho, muchísimo tiempo, hasta que Tenten lo rescató de la mala vida que llevaba y los líos en los que estaba sumergido. Le debía mucho, más de lo que nunca le podría pagar o agradecer, de ahí que también sufriese con ella cuando ella lo hacía. No, ella era mucho más fuerte de lo que jamás hubiese creído posible que alguien pudiera ser. Tenten se había hundido y vuelto a emerger con más fuerza, y eso decía mucho de una persona.

Ketaro sabía que ella odiaba ser el tema de conversación, pues ya había sido motivo de todo tipo de miradas, rumores y murmullos durante años. Por ser la hermana del próximo señor feudal e hija del actual, estaba expuesta a algún tipo de escrutinio, pero eran las amantes de Neji y sus desmanes lo que la habían convertido en uno de los blancos favoritos de la sociedad. Ella sabía que muchos la consideraban responsable de la falta de un heredero, pero después de años de una vida pacífica y de un comportamiento impecable en respuesta a los cotilleos, finalmente había conseguido convertirse en un asunto aburrido para una sociedad que ya había dejado de cuestionarla, y Ketaro sabía que eso la había aliviado. Pero ahora, gracias a Neji y a su presuntuoso deseo de reconciliarse, el nombre de la princesa Tenten iba a estar de nuevo rodeado de escándalo. Y Ketaro, intuía que era esto, más que el tener que asistir al evento de Ino, lo que había provocado que hiciese un rato Tenten reaccionase del modo en que lo hizo.

Cuando la Uzumaki y su guardia estuvieron de vuelta al hogar de ésta, Kirian se había encargado de todo. Un té humeante la esperaba junto a una recién encendida chimenea, emanando la promesa de un calor tibio. Sobre la mesa del comedor estaban colocadas varias variedades de sus platos favoritos, al parecer, Kirian creía que cuando una mujer estaba deprimida, ésta comía hasta atragantarse, y ante su absurda creencia popular, Tenten no pudo evitar sonreír. Y Kirian al verla, rió a su vez, ante el reconocimiento de un trabajo bien hecho.

Tenten se preguntaba que otras sorpresas le aguardaban, y se entusiasmó ante las expectativas.

-Anda venid –dijo a “Barbie y Ken”- sentaos a la mesa y hacedme compañía. Mañana nos espera un día agitado.

-¿A si? –indagó, mientras extendía el brazo para alcanzar un bollito de pan.

Tenten asintió y miró a Ketaro: tendrás que cancelar todos los compromisos que tenga para las siguientes 24 horas –ahora miró al moreno- y tú le ayudarás a inventar buenas excusas –sonrió- Nos iremos de marcha.

Kirian y Ketaro sorprendidos, dejaron caer los tenedores: ¿cómo? –preguntaron al unísono.

Tenten rió aún más fuerte: lo que oís, mañana relax –dicho esto cambió su semblante por uno más severo- y Kirian, reenvía la carta de Ino a Neji, si resulta que él tiene la otra mitad, que venga a verme, tendremos que hablar del asunto. Pero Kirian –de nuevo sonrió- no hace falta que la reenvíes hoy….ni mañana….no hay ninguna prisa.

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